Capítulo 27 - Entre los vidrios

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El sol se estaba poniendo en el horizonte, generando una hermosa postal con tonalidades naranjas y nubes que variaban entre los colores rojos y púrpuras, los cuales combinaban perfectamente con el tinte característico de la urbe. Lyra se había despedido de su amigo de la infancia y de la pelirroja luego de participar en el concurso, en el que había ganado el listón, pues el certamen de Lavanda había sido adelantado.

Jack y Aurora no demoraron en llegar al gimnasio de la ciudad, éste poseía justamente un diseño idéntico al de los que el chico había visitado antes, la única diferencia era el color de la estructura que se hallaba encima de la puerta, esta vez era violeta. Sin embargo, la luz del sol y los árboles de hojas rosadas que se mecían con el leve viento, lo hacían admirable y óptimo para una fotografía profesional.

Los dos entraron y se encontraron con el típico hombre de traje marrón al lado de una de las estatuas. Estaba bien peinado y su traje era mucho más a la medida, el sujeto era algo joven y bastante bien parecido, aunque se sonrojó al ver a la chica.

—Bue-buenas tardes —tartamudeó—. ¿Eres tú Jack Evans? —el muchacho asintió—. Debes ir por ahí —indicó un camino, el chico avanzó—. Usted, señorita, tendrá que quedarse aquí —Aurora se limitó a sonreír.

Las luces se prendieron y dejaron ver una zona amplia con toques orientales muy a la par con el estilo de Fucsia. Las murallas estaban tapizadas hasta la mita con madera, mientras que el resto estaba pintado con un color claro, además de ser tapado en varias partes con pergaminos blancos y al menos unas tres puertas corredizas del mismo color. El suelo era de madera, todo muy pulcro, pero manchado y dañado por batallas anteriores. No obstante, lo más llamativo era el laberinto de vidrio grueso que inundaba el lugar, era fácil verlo pero al mirar a través de él, no se hacía difícil confundirse y perderse. Jack observó más detenidamente el lugar y vio varias personas paradas en diferentes partes, todas vestían igual y eran muy parecidas. Dio la vuelta y decidió hablarle a una de ellas.

—Hola —dijo el chico con calma. La mujer con la que habló era bastante alta y delgada, vestía un traje de ninja negro desteñido, con una especie de bufanda de color fucsia, su pelo estaba amarrado en una cola de caballo.

—Soy la líder de gimnasio —dijo con muy poco ánimo, como si no quisiera estar ahí—. Tendrás que vencerme si quieres la medalla. Tentacool.

Una medusa de cuerpo celeste oscuro apareció frente al muchacho, tenía tentáculos grises y unas misteriosas joyas rojas, dos grandes en los costados de su cabeza y una pequeña en su frente. Su mirada era de aburrimiento, de la misma manera que su entrenadora. La criatura no lograba sostenerse muy bien, se notaba incómoda.

—¡¿Tan pronto?! —se extrañó Jack, normalmente luchaba con otros entrenadores antes de enfrentar al líder— ¡Ivysaur, látigo cepa!

De debajo de la flor cerrada del cuadrúpedo, quien ya estaba afuera de la pokéball, salieron dos lianas que golpearon a la medusa en todo su rostro, no demoró en caer, el ataque fue demasiado fuerte, a parte de la ventaja de tipo. Además, no estaba en su ambiente natural.

—¿Ya tengo la medalla? —preguntó Jack con incredulidad.

—No, no soy la líder —respondió la mujer con notorio desánimo—. Sólo soy un señuelo. Pero aún quedan más personas, cualquiera de ellas puede ser la líder —se hizo a un lado y dejó avanzar al chico.

Jack continuó y se encontró con dos caminos, entró por el pasillo de la derecha y se topó con una mujer baja y regordeta. El traje ninja le quedaba muy ajustado y su pelo era tan corto que apenas le alcanzaba para una cola de caballo.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora