Capítulo 53 - Mi pasado

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Paleta se encontraba cubierto por nubes grises que amenazaban con derramar la lluvia sobre el poblado en cualquier momento. Los pokémon se habían escondido en sus refugios y el aire estaba particularmente caluroso, el aguacero era inminente. En una de las casas, un chico se alistaba para su cumpleaños número doce, no sentía mucho ánimo con la pequeña celebración que le harían, pero sus padres estaban particularmente entusiasmados y él no quería arruinar su esfuerzo por festejarlo en su día.

En la cocina, tres personas arreglaban la modesta cena que ofrecerían, sería para seis personas, una comida sencilla e íntima. El padre, un hombre de vigoroso bigote y cabello negro, se encargaba de traer el regalo para su hijo menor por parte de la familia, le había costado mucho conseguir aquel obsequio, pero su cercanía a la familia Lockhart le había ayudado con ello.

—Cariño —lo llamó su esposa, era una mujer no muy alta y de contextura delgada, su cabello también era oscuro como el carbón—. Estoy preocupada por la reacción que pueda tener Jack. Siempre se ha sentido presionado para ser un entrenador. ¿No crees que con este regalo sentirá también la presión por parte de nosotros? —cuestionó con voz angustiosa, no deseaba que su hijo sufriese, mucho menos en un día especial.

—Querida. Sabes que es una tradición de mi familia dar un pokémon de tipo normal a nuestros hijos, es una tradición que está en mi familia desde que los Evans llegaron hace tres generaciones —explicó el sujeto—. Snorlax fue mi primer pokémon y Jonathan tuvo un Eevee. Ahora es el turno de Jack. El decidirá si después es un entrenador o no.

El ambiente era levemente tenso y de preocupación, pero debían seguir como si nada pasase. Su hijo era quien debía decidir si cedería ante las presiones de la gente del pueblo por ser un entrenador o tomaría un rumbo diferente. No obstante, su padre no estaba dispuesto a romper una tradición que había pasado de generación en generación. El pokémon de tipo normal lo estaba esperando dentro de una pokéball.

El timbre de la casa sonó, anunciando la llegada de los dos únicos invitados a la cena. El hijo mayor de la familia se aproximó a la puerta y la abrió. Tras el umbral, dos muchachos de la edad de Jack aparecieron. Un chico en silla de ruedas, con una cara bastante animada y optimista, su cabello era marrón y desordenado, y detrás de él una chica, de larga cabellera negra. Ambos sostenían un regalo.

—¡Lyra! ¡Elliot! Que gusto verlos —exclamó Jonathan— Pasen. Le diré a Jack que ya están aquí.

El chico subió rápidamente las escaleras. Mientras tanto, Lyra y Elliot se acomodaban en el living de la casa. Cerca de la mesita de centro, donde se hallaban algunas cosas para comer. Los padres del cumpleañero salieron a saludar a los amigos de su hijo y ayudaron a acomodar la silla de ruedas de Elliot.

—Hola —dijo Jack por detrás de sus padres. Acababa de bajar las escaleras, traía una sonrisa algo fingida y su pelo siempre despeinado.

—¡Jack! —su mejor amiga se lanzó a abrazarlo y le entregó su obsequio.

—Gracias. No debiste molestarte —se acercó a saludar a su amigo en silla de ruedas—. ¿Cómo siguen esas piernas?

—Ya casi me mantengo por un minuto de pie —dijo con una enorme sonrisa.

—Me alegra escuchar eso.

Todos se sentaron en los sillones cercanos, Nina, la madre de Jack, trajo el pastel de cumpleaños con doce velas puestas en él. Tenía la forma de una pokéball común y corriente. Al acercarla al chico, las velas iluminaron la disimulada tristeza en su rostro, al muchacho no le molestaba que celebraran su cumpleaños, pero que la torta tuviese la forma de una pokéball era un sutil mensaje por parte de sus padres para convertirse en entrenador pokémon, o al menos así lo interpretó. Lo dejó pasar y sopló las velas.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora