Capítulo 19 - Saqueadores de tumbas

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Las diversas edificaciones conservaban un estilo arquitectónico antiguo en su mayoría, con un notorio toque tradicional e intencionalmente rústico, donde predominaban las tonalidades púrpuras. Casi en medio del poblado había un edifico verde opaco lleno de ventanas, se podía ver desde cualquier parte del pueblo, con antenas parabólicas en lo más alto de su estructura, llamando la atención no sólo por su tamaño, sino también por distar importantemente del estilo arquitectónico de la zona, como el Centro Pokémon y la tienda.

Por las calles transitaba poca gente, mientras que los vehículos eran muchos menos, incluso se hacía raro ver uno. Y es que Pueblo Lavanda solía mantener un aire de melancolía que no dejaba espacio sin llenar, su clima no era muy alegre y una blanca niebla era común a casi toda hora del día, aunque no era tan espesa. Jack llegó en su bicicleta al poblado un día después de haber vencido a Surge, no tenía la intención de perder tiempo. Lavanda era sólo un pueblo de paso.

Recorrió las calles y no tardó en llegar al hospital para pokémon, el pueblo no era tan grande como para demorarse en buscar algo. La enfermera amablemente revisó el estado de los compañeros del chico, luego le indicó cómo llegar al lugar a donde deseaba ir.

Tomó su transporte y comenzó a andar nuevamente por las calles. El sol ya estaba por comenzar a ponerse, pues como Lavanda estaba rodeada de montañas, se oscurecía más temprano. Dejó salir a Zubat para que lo acompañase en el trayecto, quien no dudó en revolotear en su compañía por las calles, pues la noche le sentaba bien.

En diez minutos llegó al Cementerio Pokémon. Anteriormente, las tumbas de las criaturas se hallaban en un enorme edificio, pero decidieron moverlas a un lugar más amplio de manera definitiva. Ahora el edifico era la Torre de Radio, la enorme estructura que se veía desde cualquier parte de Lavanda, transmitiendo programas a todo Kanto y regiones cercanas. Algunas personas contaban que aún era posible observar fantasmas o sucesos extraños en las inmediaciones de la torre, aunque ya muchos estaban acostumbrados a lo paranormal. No obstante, el muchacho no se tuvo a escuchar tales leyendas.

Jack compró flores en una tienda cercana, las más comunes eran justamente las lavandas que le daban el nombre al poblado, como no tenía mucho dinero se decidió por aquellas. Dejó su bici en la entrada, amarrada a una baranda. Le preguntó al guardia sobre una tumba en particular y comenzó a caminar por el lugar, estaba lleno de lápidas y uno que otro panteón. La zona estaba inclinada, pues tuvieron que recurrir a construir el cementerio sobre las púrpuras laderas de las montañas, eran de ese color debido a las flores que vivían ahí. En varias ocasiones, el joven entrenador debió subir escaleras para llegar. La tumba que quería visitar estaba casi al fondo.

Llegó ante una elegante y sobria lápida de roca gris que tenía tallada la siguiente frase: Querido Doduo, que descanses en paz. Había una foto a los pies de ésta, en ella aparecía un ave de plumaje entre marrón y anaranjado, tenía dos cabezas, sus largos cuellos eran negros. Poseía el mismo tamaño que el hombre que la acompañaba, un sujeto de brazos fuertes y mirada segura, su cabello era negro como el del chico.

—Nidorino, Ivysaur, Horsea. Quiero que vean esto —permitió salir a sus tres pokémon restantes—. Él era Doduo, un amigo de mi padre. Yo no lo recuerdo muy bien, pero murió en un...ataque a nuestra casa.

Nuevamente las imágenes volvieron a su mente. Él estaba asustado, lloraba mientras un hombre lo sujetaba del brazo. Sus padres no reaccionaban, era como si se hubiesen quedado dormidos en un sueño profundo. Doduo estaba en el suelo con los ojos cerrados, no parecía respirar. El chico volvió en sí. Unas lágrimas habían recorrido sus mejillas sin que se diera cuenta.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora