Capítulo 22 - Heredero de la Corporación Silph

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     Los tres chicos habían pasado toda la mañana esperando a que las ropas de Jack y Elliot se secasen, el único que parecía algo molesto por ello era Henry, aunque era difícil saberlo, su rostro no expresaba mucho. Almorzaron en el Centro Pokémon y se dispusieron a pasar toda la tarde juntos para relajarse un poco antes de continuar con sus viajes. Ninguno de ellos había pensado en qué hacer para pasar el rato, hasta que el chico de los ojos verdes leyó un afiche pegado en una de las murallas, el que avisaba sobre una aburrida exposición en el edificio de la corporación Silph.

Acordaron en ir luego de terminar con su almuerzo, aunque Jack no estaba muy convencido al respecto y a Henry no parecía entusiasmarle la idea en absoluto. Pero Elliot salió con que era bueno para adquirir conocimientos y todo eso. Jack no se pudo negar, mientras que el rubio parecía no tener deseos de irse a su casa, aún.

Dejaron sus bicis en el hospital para tomar un roñoso y deprimente bus gris de la línea once para llegar al famoso rascacielos. En la mañana Jack no se había percatado, pero ahora podía ver con mayor detalle el edificio y la parte de éste que estaba siendo reconstruida luego de la explosión de hace algunos días. Había andamios y maestros constructores moviéndose de un lado a otro, parecía una reparación difícil.

Entraron por unas prolijas puertas de vidrio, dando con la enorme recepción, llena de puestos con muestras de los diversos productos que la compañía ofrecía a sus clientes, como curiosos tipos de pokéballs, accesorios para fortalecer a los pokémon y un montón de chucherías más de las que mercadotecnia se encargaba de hacerle creer a la gente que las necesitaba. El piso, cubierto por cerámicos con tonalidades celestes, apenas podía ser visto gracias a la enorme cantidad de público que transitaba. Además, el lugar estaba lleno de guardias y uno que otro trabajador del recinto que había bajado de las oficinas para pasar el tiempo viendo la exposición.

Elliot logró divisar a lo lejos un pequeño escenario donde un elegante hombre se preparaba para hablar a un público que lo esperaba sentado en sillas blancas.

—¿Por qué no vamos hacia allá? —propuso Elliot muy entusiasta— Parece que hablarán de algo interesante.

Se acercaron al lugar y se sentaron.

—¿Alguno de ustedes sabe cómo comenzó esta empresa? —empezó el sujeto con una pregunta. Tenía el cabello bien engominado y no paraba de moverse— ¿No? Bueno. La corporación Silph fue fundada en mil novecientos cuarenta y uno por Charles Lockhart poco más de un año después de haber creado la primera pokéball. Partió con un pequeño almacén en el centro de Azafrán, vendía sus inventos modestamente, y de a poco se convirtió en lo que conocen. Hoy es liderada por su nieto Alphonse Lockhart, quien la ha llevado a ser la número uno a nivel nacional en el rubro del entrenamiento pokémon. A propósito, ¿alguien sabe cómo funciona una pokéball? Es muy sencillo...

—Ya vengo —Henry se paró del lugar, para desaparecer entre la multitud en pocos segundos. Por alguna razón no se había sacado sus anteojos de sol cuando entraron.

—Lyra también me comentó sobre esas imágenes que han estado llegando a tu mente en los últimos días —indicó Elliot, aprovechando que estaban solos, no revelaría algo tan importante ante el rubio, apenas lo conocía—. ¿Has recordado algo más?

—No. Sólo llegué a la conclusión de que ocurre cuando presencio hechos de violencia. En el Museo de la Ciencia en Plateada y el atraco hace algunos días aquí en Azafrán —explicó—. Pero no veo conexión con los recuerdos.

—Tal vez sea por eso —Jack lo miró sin comprender—. Porque justamente son hechos de violencia —recalcó la última parte de la frase—, como lo que pasó aquella vez.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora