Capítulo 41 - Isla Suprema

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Era de noche, las calles sólo estaban a merced de la luz de las luminarias, las estrellas y la Luna. El silencio hubiese sido absoluto en el puerto de Carmín de no ser por dos personas que caminaban a paso rápido, un joven de cabellos en punta y un chico con un bolso cruzado, con siete medallas en su cinturón.

Jack y Gary se dirigían a un bote listo para zarpar, no era muy grande y su color era blanco, el chico no logró ver el nombre de aquella embarcación. Dos hombres salieron del lugar, uno vestido de marino, tenía una gorra de capitán y en su hombro llevaba un renacuajo azul, con la barriga blanca y un remolino en ella, su cola era pálida, a aquella especie se le conocía como Poliwag. El otro sujeto era rubio y con vestimenta militar, ambos conocían al muchacho.

—Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos, Jack —dijo el capitán, tenía alrededor de sesenta años y una vasta experiencia navegando.

—¡El capitán del S.S. Anne III y el líder del gimnasio de Carmín! —exclamó Jack.

—¡Evans, compórtese acorde la situación! —Surge le llamó la atención— Ya tendrán tiempo de hablar con el señor Dionisio —el rubio líder se refería al capitán con sumo respeto.

—Lo siento —se excusó.

—¿Y bien? ¿Tienen el mapa? —preguntó el capitán para hacer los preparativos.

—Aquí está —Gary le pasó un papel viejo y arrugado, bastante amarillento—. Lo conseguí de Blaine.

Gary y Jack subieron al bote, Surge se bajó de él, no sin antes pasarle al nieto de Oak un disco verde con unas escrituras sobre él. El joven líder lo guardo en su mochila. Se despidieron del rubio y la embarcación dejó el desolado puerto.

Desde la lejanía, Kanto se hacía pequeña, perdiéndose en la oscuridad llena de estrellas. Todo era como navegar por el espacio exterior, el cielo y el mar se fusionaban en el horizonte. Ninguna brisa atentaba contra la tranquilidad del océano.

—La isla Suprema también es llamada isla Muy Lejana...porque queda muy lejos—comentó Gary sin mucha expresión en su rostro—. Si gustas, puedes dormir en el camarote, te despertaré cuando lleguemos.

Le hizo caso al líder y bajó, el lugar era pequeño, con ventanas circulares, una mesa de navegación antigua y algunos adornos inspirados en diferentes especies pokémon. Al ser mar abierto, no era muy fácil estar tranquilo, pero entre movimientos, Jack logró conciliar el sueño sobre una suave y cómoda hamaca.

De repente un fuerte ruido remeció el lugar, estaba rodeado por murallas en una casa de pocos muebles y triste aspecto. Más allá de la única entrada se oía una feroz batalla, sentía miedo. La mal cuidada puerta se abrió y un adolescente de cabello negro entró acompañado de un Pikachu. Su hermano había venido a rescatarlo, las lágrimas recorrieron su rostro, esta vez no por miedo, sino por felicidad. Ya no sufriría hambre ni frío.

Un brusco movimiento alejó a Jack de su tranquilizador sueño, devolviéndolo al mundo real. Gary estaba en el umbral, con su ropa empapada.

—Ven, ya llegamos —le anunció y subió a la cubierta.

Jack lo siguió y lo que vio era sin precedentes. Una isla rodeada de una tormenta que amenazaba con voltear la embarcación, la cual era continuamente golpeada por las furiosas olas que no daban tregua alguna. El relajo de las lejanas estrellas sobre el cielo nocturno hacía un enorme contraste con el turbulento viento que ordenaba a la mar a moverse de un lado a otro. Sin contar los aterradores remolinos que impedían el fácil acceso al lugar de destino.

—¡Mantendré firme el timón! —exclamó Dionisio. Poliwag se había metido en su camisa para afirmarse, pues no tenía manos— ¡Tú guíame! —le pasó el mapa.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora