Capítulo 50 - El último encuentro - parte I

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El viento rozaba nostálgicamente la azotea al mismo tiempo que las luces alumbraban la lejana ciudad a los pies del edificio, donde el caos y el miedo reinaban indolentes ante su pueblo moribundo. Los líderes de gimnasio y otros entrenadores que se habían sumado intentaban controlar la situación, pero no era mucho lo que podían hacer, mientras que las cuatro puertas que daban acceso al centro de la ciudad eran impenetrables gracias a la presencia de la Élite cuatro. Pero eso no terminaría mientras el origen del desorden urbano no fuese detenido de raíz.

La mujer miraba su nuevo reinado desde la cúspide de Kanto, con su cabello rojo ondeando por la helada brisa y abrigada por una elegante chaqueta marrón. Junto a ella, un prehistórico y alado ser miraba como si se tratase de una gárgola en el tejado, esperando por asustar a alguien. También, una criatura marina protegida por un caparazón en espiral yacía en su cercanía, poseía un delicado cuerpo turquesa e inquietantes ojos.

Del otro lado, estaba el pokémon más impresionante que Jack hubiese visto en toda su existencia. Tenía la piel pálida, rasgos humanoides y cola púrpura. Sus manos tenían tres dedos redondos, igualmente sus pies. El chico tuvo la impresión de haber sentido tal presencia en algún otro lugar, pero no lograba recordarlo. Adriana volteó junto a sus pokémon, con una mirada de orgullo en su rostro y una sonrisa que no podía evitar mostrar. Triunfante ante el muchacho.

—Bienvenido, Jack —dijo la mujer—. Sabes su nombre, pero no lo conoces en persona. Te presento a Mewtwo. El premio final que coronó el éxito criminal de Giovanni y que ahora está a mi disposición —sonrió.

El ser de dos metros tenía leves rasgos felinos que eran fáciles de ignorar debido a su penetrante y misteriosa mirada. Había intriga en la profundidad de sus ojos púrpuras y expectación por el futuro cercano. Jack sintió como si el mirar de aquel pokémon lo atravesase, como si observara sus más profundos secretos y miedos, como si viese toda su historia en tan solo segundos. Era como un libro abierto para él.

El chico tragó saliva, sin notarlo había comenzado a sudar helado, pero no se sintió solo en lo absoluto, sus compañeros estaban detrás de él, como lo estarían los mejores amigos en una riña con otro grupo. Venusaur, Nidoking, Golbat, Seadra y Dragonair observaban a la mujer y sus pokémon, esperando cualquier orden de su entrenador, dispuestos a darlo todo para ganar la batalla, sería una prueba para ellos.

—¿Qué es lo que pretendes hacer?

—¿Intentarás convencerme de que pare esto y siga el camino de la rectitud o algo por el estilo? —preguntó la pelirroja con tono burlesco— ¿Qué es lo que tú pretendes?

—¿A qué te refieres? —interrogó de vuelta, no le había quedado claro el objetivo de la pregunta.

—¿Por qué estás aquí? ¿Por qué debes ser tú quien me detenga? ¿Por qué no pidieron ayuda a un entrenador más fuerte? Como tu hermano, por ejemplo.

Jack se quedó en silencio, no estaba muy seguro de cómo responder a tal pregunta, sabía por qué estaba ahí, pero no sabía por qué debía ser él quien la detuviese. Había decidido enfrentar a la mujer para probarse a sí mismo, sentía que debía hacerlo, tal vez podría descubrir su objetivo en la vida. No se había percatado antes, pero su propósito era algo egoísta, quería ayudar porque necesitaba saber qué debía hacer en la vida, no estaba sólo luchando por otros, estaba peleando por saber su lugar en el mundo.

—Estoy aquí...porque alguien debía hacerlo. ¿Por qué yo? —se cuestionó— Porque puedo, porque quiero —la miró con detención, sin titubear—. Si no lo hago yo, alguien más lo habría hecho en mi lugar. ¡Siempre habrá alguien dispuesto a detener a las personas como tú —Adriana sonrió—, personas que creen que pueden pasar por encima del resto, porque se creen dueños de todo!

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora