Capítulo 10 - La Danza de la Luna

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Jack y Peter estaban a punto de llegar al final de la ruta cuatro, un sendero compuesto por dos caminos, uno pavimentado para uso exclusivo de automóviles y el otro de tierra con algunos pastizales que aparecían de vez en cuando. El camino estaba rodeado por grandes montañas a lo lejos, lleno de entrenadores, la mayoría de Plateada. Gran parte de ellos se encargaron de entablar batallas contra Jack, pero como había dicho Peter, muchos no se esforzaron para vencerle una vez sabido su nombre.

Habían salido de la ciudad el día después de haber derrotado a Brock, en la tarde, por lo que la oscuridad no demoró en alcanzarlos. Sin embargo, la noche no fue del todo fría, puesto que las montañas impedían el acceso al viento. Además, tuvieron una increíble vista de estrellas fugaces en el cielo.

Una vez que llegaron al final de la ruta, en la tarde del siguiente día, se encontraron con uno de los pocos Centros Pokémon de Kanto que no se hallaba dentro de alguna ciudad o pueblo. Era medianamente grande y poseía los mismos colores de siempre, murallas blancas con techo rojo, sin dejar de mencionar su acceso a la carretera que conectaba las ciudades, puesto que a mucha gente le gustaba venir a observar los alrededores del Monte Moon, pero no todos ellos eran entrenadores.

—¿Por qué hay tanta gente en este lugar? —preguntó Jack, pues no entendía por qué un lugar tan alejado de la ciudad tenía tantas personas visitándolo.

—El Monte Moon es un lugar conocido en todo Kanto —explicó el nadador—. La gente viene a observar la mística del lugar, a buscar fósiles, piedras lunares y si tienen suerte tal vez vean un Clefairy.

—Ya veo —dijo sin mucha emoción—. Iré donde la enfermera para que revise a Nidoran y Ivysaur.

Mientras Jack se alejaba, un hombre relativamente gordo y con poco pelo en la cabeza se acercó a Peter. Vestía una playera rosada muy roñosa, con pantalones de mezclilla celeste, bastante desaliñados.

—Buenas tardes, joven viajero —dijo el sujeto con fingida amabilidad—. Veo que entrenas pokémon de tipo agua —Vaporeon y Poliwhirl habían estado fuera de sus pokéballs desde que entraron al edificio—. ¿Por casualidad no te gustaría comprar un raro y poderoso pokémon del mismo tipo por tan sólo quinientos pokédolares?

El hombre sacó una pokéball para mostrársela a Peter. A través de la parte roja se lograba ver un pokémon con forma de pez, tenía la boca abierta que maximizaba su expresión torpe, era la típica criatura que hacía las cosas nada más que por instinto, poseía unos bigotes.

—Como entrenador de pokémon de tipo agua conozco muy bien a esa criatura, es un Magikarp y no es para nada poderoso, ni tampoco raro, lo puedo encontrar en cualquier parte —indicó el chico.

—Está bien, pensé que eras un iluso e ignorante, tienes cara de serlo —a Peter no le gustó que le dijeran eso, pero guardó la compostura, aunque puso cara de ofendido—. Aquí siempre llegan de esos —dijo el sujeto—. Ten, te lo regalo —le aventó la pokéball antes de marcharse.

Esperaron hasta el anochecer para adentrarse en el Monte Moon. Peter había convencido a Jack de hacerlo debido a que era más fácil avistar cosas interesantes y todas las personas lo hacían, por lo tanto, era más fácil salir de una emergencia en caso de que sucediese una, habría más ayuda.

Mientras caminaban por uno de los tantos túneles del famoso monte, Nidoran paró en seco, orientando sus orejas en diferentes direcciones, hasta dejarlas quietas, los demás sólo permanecieron quietos hasta que un aleteo comenzó a oírse fuertemente. Lo que apareció ante ellos fue un pokémon con apariencia de murciélago, su piel era de un celeste oscuro, su cuerpo era relativamente pequeño respecto a sus alas, las que tenían una membrana púrpura, mientras que su cabeza lo era con sus orejas, de interior también púrpura, sus largas patas eran delgadas y ostentaba cuatro colmillos en su boca.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora