Capítulo 45 - Terror en el décimo quinto piso

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El chico de anteojos observó hacia el cielo de concreto sobre ellos, como si tuviese la esperanza de poder ver a través de todos esos pisos que se interponían entre él y sus hermanos, implorando con su nostálgica mirada por una señal que sabía que no tendría. Bajó la cabeza para volver a la lodosa realidad en la que se encontraban, tenían a cuatro delincuentes atados frente a ellos y era su deber vigilar que no intentasen escapar.

—Se nota que estás incuestionablemente preocupado por ellos —aseveró Adam al notar la expresión del joven.

—Siempre estamos los tres separados —explicó William sin que nadie se lo pidiese, pero el educado chico entendió que el mayor de los hermanos Lockhart necesitaba desahogarse de alguna forma—. Viajando de aquí hacia allá, sin rumbo fijo. Ellos pudieron salir solos al mundo al cumplir los catorce, pero aun así viajaban de vez en cuando, aunque siempre acompañados —suspiró profundamente—. Nunca antes he estado preocupado por su seguridad, siempre han sabido valérselas por sí mismos.

—Pero esta vez es diferente —terminó el entrenador del Flareon, a lo que el chico de los lentes asintió—. Lo más cercano que tengo a un hermano es Daniel —su primo bostezó sin mostrar mayor emoción por aquellas palabras—. Aunque es bastante...especial —sonrió.

—No estar pendiente de sus hermanos hizo que William pudiese ser el entrenador que es ahora —comentó Ryan mientras se sentaba cerca de las destrozadas ventanas para ver el desastroso panorama de la ciudad—. Además, es difícil ser heredero de la compañía más grande del país entero y un entrenador a la vez. Es mucha presión —apuntó.

—Mis hermanos son muy capaces, pero —se detuvo en un momento, su mejor amigo sabía qué lo inquietaba— ambos son muy especiales. Daphne es muy fría con las personas, siempre evita mostrar sus emociones, mientras que Stephen es muy distante y reacio a la sociedad. A los dos les gusta observar todo desde afuera y sólo interfieren por su propia conveniencia...o diversión —explicó sonriendo por sus últimas palabras, aunque sin entender muy bien por qué—. Y ahora están aquí...luchando por un bien común.

—Eso es lo que provoca Jack en la gente —indicó Adam—. Puede motivar con sus ganas de ayudar al resto. Mira a Daniel, es alguien muy perezoso e individualista, pero aquí está —lo miraron y rieron.

—Sólo vine a ver las máquinas —se excusó y se puso sus audífonos para ignorar al resto.

Ya estaban en el piso número quince, en la mitad del edificio más grande de la región. Estaba oscuro, la energía eléctrica ya no llegaba tan arriba, pero a esa altura, el sol aún lograba iluminar un poco desde el horizonte, aunque quedaban pocos minutos para que se escondiese.

Ahora sólo quedaban seis de los doces jóvenes que entraron a combatir. Jack estaba al mando del pequeño grupo de ofensiva, junto con Lyra y Elliot, cada uno a un costado del chico. Karin, Daphne y Stephen caminaban tras ellos. Acompañados por una gaseosa criatura de penetrantes ojos y traviesa mirada.

—La electricidad reservada para emergencias aún no se ha activado —indicó la rubia—. Debe ser porque aún hay electricidad en varias partes.

—Gastly, inspecciona este piso —ordenó el rubio y el fantasmal ser desapareció frente a los muchachos. Después de casi un minuto, se manifestó nuevamente, se acercó a su entrenador y se comunicó con él—. Ya veo, gracias. Hay dos sujetos en este piso —susurró hacia sus compañeros—, nos están esperando un poco más adelante.

—¿Puedes entender lo que tu pokémon dice? —preguntó Karin con mucha curiosidad.

—Sí. ¿Tú no? —respondió Stephen como si fuese algo de lo más común.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora