Capítulo 9 - Contra las rocas

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No parecía ser más grande que un Centro Pokémon, su techo era marrón, más sus murallas eran blancas, tenía unas puertas de vidrio, las que eran cubiertas por una cortina metálica cuando el recinto permanecía cerrado. Con ventanas en la parte superior y una estructura celeste pegada a la pared que rodeaba toda la edificación. Arriba de la entrada sobresalía la mitad de una tipografía blanca de la pokéball, sobre un fondo gris. Con las rocas de la ciudad como adorno principal, el lugar emitía una sensación de dureza y aridez mucho más fuerte que el resto de la urbe.

Jack y Peter ingresaron al gimnasio, encontrándose con un hombre vestido con un traje marrón muy prolijo, era de contextura ancha, muy peinado, con la partidura bien marcada, estaba parado junto a una de dos estatuas justo en la entrada.

—Buenos días —dijo atentamente el sujeto—. ¿Es uno de ustedes Jack Evans?

—Sí, yo soy —dijo el chico.

—Muy bien, tú puedes pasar —indicó a Jack—. Pero tú deberás mirar desde por aquí cerca —dijo al nadador.

Jack avanzó hasta llegar a un pasillo hecho de piedras planas, cuyos costados estaban ocupados de rocas de varios tamaños, como modo de ambientación para el gimnasio y para el campo de batalla del mismo. De entre éstas, salían cuatro pilares de base cuadrada, dos por lado, de color verde pálido con dos surcos verticales por cada cara, más allá de las rocas las paredes eran también verdes, pero más oscuras. Al final del pasillo era posible ver una escalera blanca con bordes anaranjados que conducía a un lugar que no estaba iluminado, a su derecha yacía una puerta, también verde, que se confundía con el tono similar de la muralla.

Un chico de la misma edad de Jack se paró frente a las escaleras blancas mirando hacia el entrenador, vestía una camiseta verde con mangas cortas, pantalones cortos del mismo color, sostenidos con un cinturón negro. Alrededor de su cuello traía un pañuelo rojo que le daba una pinta de niño explorador que le combinaba muy bien con el gorro con visera, también del mismo verde, que cubría parte de su cabello negro. Llevaba unos calcetines azules con una línea roja y zapatos marrones.

—¿Eres tú el líder de gimnasio? —dijo Jack tratando de no subestimar al chico, puesto que le costaba creer que alguien de su misma edad fuera líder de gimnasio.

—¿Acaso hay algo que te haga pensar que no lo soy?

—Pues eres bastante joven para ser líder de un gimnasio.

—Tienes razón, tengo catorce años y la edad mínima para ser un líder es de dieciocho años —indicó el chico—. Sin embargo, el líder de este gimnasio comenzó cuando tenía trece, en ese entonces la regla de la edad no existía y la edad mínima para comenzar a entrenar era doce, ahora tiene veintiuno.

Esas palabras sólo sirvieron para preocupar a Jack, el líder le llevaba al menos nueve años de ventaja, su poca experiencia claramente no era suficiente, aunque tuviera la ventaja de tipo, sin duda el líder sabría cómo lidiar con ello.

—¿Y bien? ¿Dónde está el líder? —preguntó Jack algo nervioso, pero decidido.

—Parece que te falta algo de información —dijo el chico—. Antes de enfrentar al líder debes enfrentarte a otros entrenadores.

—Es la nueva regla de la Liga —dijo Peter para sí mismo—. No sabía que ya estaba operando.

—Para tu fortuna, este gimnasio sólo tiene uno. Mi nombre es Ángel y seré tu oponente —dijo el entrenador mientras sacaba una pokéball, liberando al pokémon que se escondía en su interior—. Uno a uno.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora