Capítulo 36 - Entre la niebla

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Todo estaba cubierto con neblina, era espesa y blanca, no era posible ver más de quince metros a la redonda, como un lúgubre manto natural que obligaba a las personas a perderse en su caminar y pensamientos. El césped se encontraba húmedo por el rocío, el día estaba nublado y no corría viento alguno por aquel lugar. Una postal deprimente de un paraje que nadie quisiera recordar, dominado por la palidez de un blanco sin vida.

Ahí estaba la tan famosa cueva al norte de Celeste, se hablaba de una criatura humanoide de dos metros y piel pálida que habitaba en las profundas y húmedas cavernas, aunque su interior era un verdadero misterio. Ahora su libertad corría peligro, alguien quería capturarlo y apropiarse de sus extraños dones, con propósitos egoístas, similares a los que lo habían encarcelado hace algunos años.

Siete personas rodeaban la entrada, atentas a cualquier movimiento extraño en los alrededores, expectantes y vigilantes ante la blancura de la incertidumbre visual.

—¿Cómo sabes que se trata del pokémon que está ahí dentro, Blaine? —preguntó un hombre rubio y alto, estaba acompañado por una criatura de electrizante pelaje amarillo, con irregulares rayas negras en su cuerpo, tenía una cola y algo que parecían ser antenas sobre su cabeza— Ni siquiera sabemos si esa cosa es real —dudó, aunque ya sabía la historia.

—Sabemos por Misty que en las profundidades de la cueva hay algo que no permite la entrada a nadie —respondió el viejo del poblado bigote—. Además, ¿se te ocurre otro lugar donde haya un pokémon extraño, Surge? —Magmar estaba a su lado, otorgándole el calor que el lugar no le entregaba.

—¿Cómo convencieron al señor Fuji de terminar el experimento del doctor Jones? —preguntó un sujeto parado al lado de un cuerno plano, en la frente de una enorme serpiente de rocas grises que se alzaba entre la bruma como un monstruo de una dimensión desconocida— ¿Lo amenazaron?

—Así es, Brock —contestó con pesar, Fuji era su amigo, por ende, conocía toda la historia, él había formado parte de la creación de tal ser—. Para enmendar su error ahora cuida de los pokémon huérfanos en Lavanda. No puede hacer mucho con la culpa, sabe que el pokémon es un arma y la dejó en las peores manos.

—¿Por qué Jack tenía una masterball? —preguntó una dulce voz femenina, la mujer estaba junto a un Vileplume que reposaba jugando con la hierba cercana.

—No lo sé, Erika. No me lo dijo.

El líder de Canela se estaba cansando de contestar tantas preguntas de sus pares, pero no quiso ser grosero, aunque era evidente que lo interrogarían, eran muchas dudas las que circulaban por sus mentes. Además, fue Blaine quien los llamó y convocó para proteger la cueva, nadie más que él tenía la información necesaria para saber qué afrontaban exactamente. Todo había sido muy repentino.

—Janine, ¿revisaste los alrededores? —el anciano continuaba apoyado de su bastón de madera.

—Sí, no hay nada extraño —contestó la ninja, quien era acompañada por su Venomoth.

—Brock, Misty, ¿ven algo desde arriba? —preguntó Surge.

Blaine era quien había tomado el mando del grupo de líderes, sus compañeros se lo habían concedido por su vasta trayectoria, pero el rubio notó cierto cansancio y preocupación en la voz de su par con más experiencia, sin contar que su lado militar le salía a flote de vez en cuando y no podía evitarlo.

La pelirroja estaba en el aire sobre su Starmie, a la misma altura que Brock.

—No se ve nada —contestó la nadadora—. Nuevamente, ¿por qué no estamos todos? —inquirió algo molesta. No entendía por qué el líder de Ciudad Verde no estaba presente para luchar a su lado.

Jack EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora