Pesadillas

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Hermione Granger se despertó sobresaltada y bañada en sudor. Otra vez, pensó. Desde que había vuelto a Hogwarts para cursar su último año, las pesadillas se habían vuelto más y más frecuentes. La sola idea de dormirse era ahora insoportable porque ya sabía que volvería a ver la muerte de Dobby, Fred, Sirius, Dumbledore y todos los que dieron su vida para que el mundo mágico tuviera paz.

A veces soñaba con sus padres, y eso era peor. No sabía dónde estaban o si era posible recuperar su memoria, no sabía si algún día volverían a abrazarla y le dirían que era la mejor hija del mundo. Esperaba encontrarlos, pero nada le aseguraba que volvería a verlos. En esas ocasiones se despertaba llorando y con un vacío en el corazón que creía nunca podría llenar.

Al menos tenía una habitación para ella sola, podía llorar, gritar incluso, y nadie se enteraría.

—Las ventajas de ser Premio Anual —dijo para sí misma.

Se levantó de la cama, se puso un saco y salió del cuarto. Desde el segundo piso vio cómo los muebles de la sala se iluminaban con una luz tenue que provenía de la cocina. Aunque no podía verlo, supo que ahí encontraría a su compañero de torre.

Bajó las escaleras lentamente, todavía se sentía aturdida por el mal sueño. Al entrar a la cocina vio a Draco Malfoy de espaldas a ella y con las manos sobre la encimara, en sus hombros pudo notar que estaba igual de cansado que ella, también había tenido una pesadilla.

—Malfoy —lo llamó. Él se volteó sin sobresaltarse y le dedicó una sonrisa que ella ya conocía muy bien. Era su forma de saludar.

Esa situación se había convertido en una rutina para ellos, eran más las noches que se encontraban en la cocina que las que no lo hacían. Usualmente, el que llegaba primero preparaba suficiente té en caso de que el otro apareciera. No hablaban mucho, a veces nada. No eran exactamente amigos, pero su compañía se había vuelto un consuelo esas noches en que las pesadillas no dejaban dormir.

Se sentó en la mesa redonda y esperó a que el Slytherin la acompañara. Un par de minutos después él retiró la tetera del fuego, sirvió la bebida, le pasó una taza y se acomodó en la silla frente a ella.

Cada uno bebía su té en silencio y perdido en sus pensamientos. Hermione recordó lo que había soñado esa noche y se preguntó con qué soñaría Malfoy. Habían estado en bandos diferentes, habían visto y vivido cosas diferentes. Lo que ella soñaba debía ser muy diferente de lo de él.

—¿Con qué sueñas? —preguntó sin pensarlo.

—¿Disculpa? —contestó.

—Lo siento, no debí preguntar eso, es algo personal.

—No, de verdad no escuché lo que dijiste.

—Pregunté que con qué soñabas. Cuando tienes pesadillas ¿qué es lo que ves?

—¿Qué ves tú? —refutó.

—Revivo algunas muertes, y veo las que no presencié —no sabía por qué le estaba diciendo eso, tal vez por primera vez se daba cuenta de que era necesario hablarlo—. A veces sueño con mi mamá o mi papá, otras veces con los dos, son los sueños más hermosos, pero despierto llorando porque tal vez nunca vuelva a verlos.

Draco se sorprendió con ese brote de honestidad, especialmente por el comentario de su familia.

—¿Qué le sucedió a tus padres? —preguntó realmente intrigado.

—Hace poco más de un año, antes de reunirme con Harry y Ron les modifiqué la memoria y borré todo recuerdo relacionado conmigo. Les hice creer que tenían otros nombres y que deseaban vivir en Australia. Solo quería protegerlos de los mortífagos, de lo que ellos pudieran hacerles por ser muggles y padres de la amiga de Harry Potter.

Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora