Aeropuerto

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Hermione Granger caminaba por los pasillos del Aeropuerto de Londres, parecía tranquila, pero realmente moría de nervios. Por fin iría a Australia a buscar a sus padres.

Le hubiera gustado viajar antes, pero no podía huir a sus responsabilidades y testificar también hacía parte de terminar una guerra. Después de la Batalla de Hogwarts vinieron los juicios y su testimonio había sido clave para condenar a muchos mortífagos. Además, debía encontrar la forma de revertir el hechizo, o ver a sus padres sin que ellos la reconocieran le rompería el corazón.

Fueron meses de estudio, múltiples conversaciones con los mejores profesores y noches enteras en diferentes bibliotecas mágicas, pero valió la pena. Encontró la solución y lo primero que hizo fue comprar un boleto de avión a Sídney.

No sabía exactamente en qué cuidad estarían, pero tenía algunas pistas y por ahí empezaría. Confiaba en que fueran suficientes porque tenía un mes para volver a Londres y tomar el Expreso de Hogwarts.

Llegó a la sala de espera que le correspondía y se sentó en una de las sillas frente a la ventana. Faltaba una hora para que saliera el vuelo así que la mayoría estaban desocupadas. Puso su mochila en la silla a su derecha y sacó un libro. Intentaba leer, pero la verdad era que no conseguía concentrarse. Nada tenían que ver los niños jugando, los altavoces o el sonido de los aviones. Alguien más ocupaba todos sus pensamientos.

La noche anterior, celebrando el cumpleaños de Harry en La Madriguera, se sentía segura de haber superado sus sentimientos por él. No habían hablado en meses y parecía que no había razones para hacerlo. En los juicios testificó a su favor y, aunque no conocía los detalles, sabía que había quedado libre.

Lo había amado con locura y sabía que él le había correspondido, pero la guerra había creado un abismo entre los dos. Al principio creyó que correrían a los brazos del otro y harían público su amor, pero la vida no era así. De alguna forma, seguían en bandos diferentes y cada uno tenía sus propios asuntos por solucionar. Tal vez algún día el destino volvería a unirlos. En el fondo, esperaba que así fuera.

Veía los aviones despegar y aterrizar mientras pensaba en todo eso, le hubiera gustado contarle que iría por sus padres. Por un tiempo, él fue el único en saber que les había borrado la memoria. No fue sino hasta el final de la guerra que le contó a Harry y Ron. Ellos querían acompañarla, pero ella se opuso. Si no podía ir con él prefería hacerlo sola.

Alguien se sentó en la silla junto a su mochila.

—Cuando hablaste de aeropuertos, no me imaginé esto.

Hermione casi se desmayó. Era imposible, no había manera de que él estuviera ahí, pero reconocería su voz en cualquier lugar. Al voltearse se encontró con un rubio de ojos grises que le regalaba una media sonrisa. No pudo evitar que las lágrimas le resbalaran por las mejillas.

—Draco...

—No llores, leona —se levantó al tiempo que ella y la recibió en sus brazos—. No iba a dejarte hacer esto sola.

—¿Cómo...?

—No importa cuánto tiempo pase, siempre me preocuparé por ti. Sabía que en algún momento irías por tus padres.

—Oh, Draco —levantó la cabeza y lo miró a los ojos —no sabes lo feliz que me siento. Pensé que querías alejarte de mí, que tendrías cosas por solucionar.

—Hermione, nada es más importante que tú. Sí, hemos estado separados por mucho tiempo y sí, tengo muchas cosas que arreglar ahora que mi padre está en Azkaban, pero me prometí que nada me volvería a alejar de ti —se acercó a sus labios y la besó, empezó suavemente, pero la pasión fue aumentando. Una señora carraspeó, devolviéndolos a la realidad. Se separaron entre risas y Hermione la miró disculpándose. La señora le sonrió, era lindo ver a un par de jóvenes enamorados, pero había niños presentes.

Draco la tomó de la mano y la invitó a sentarse. Ella se acomodó en su hombro.

—Gracias por estar aquí —le dijo.

—No hay nada que agradecer —contestó y besó su cabeza.

—¿Estás listo para montar en avión? —Draco rio.

—La verdad, no lo sé. Trato de no pensar en eso. ¿Y tú, por qué no pediste un traslador?

—Sentía que lo correcto era hacer esto sin magia ¿sabes? —él asintió —y para serte sincera, no quiero que todo el mundo mágico se entere. Es algo muy personal.

—Entiendo. Por cierto, cambié tus tiquetes a primera clase —ella lo miró confundida.

—Draco eso no es así de fácil, aquí todo funciona con identificaciones, pasaportes y demás.

—Hermione, con magia y dinero todo es fácil —dijo con suficiencia. Ella rio, ahí estaba el hurón engreído que conocía—. Pero en serio, por lo que entendí, será un largo recorrido y toca tomar una escalera en otra ciudad.

—Escala —lo corrigió riendo —se dice hacer escala.

—Lo que sea. El punto es que te quiero a mi lado todo el tiempo —Hermione sonrió.

En ese momento anunciaron que ya podían abordar los de primera clase. Draco tomó su maleta y se levantó. Le ofreció la mano a Hermione.

—Vamos. Quiero conocer a mis suegros —ella rio. Le daba mucha tranquilidad ver que él estaba seguro de que los encontrarían.

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Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora