Una nueva oportunidad

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Hermione Granger recorría los pasillos del Expreso de Hogwarts sintiéndose absolutamente feliz. La guerra había terminado y por primera vez en años pasó un verano tranquilo en La Madriguera. Junto a Harry y todos los Weasley había participado en la reconstrucción del castillo y le emocionaba mucho volver. La insignia de Premio Anual brillaba en su pecho y ella la lucía con orgullo.

Extrañaba a sus papás como nunca y quería compartir con ellos su felicidad, pero seguían en algún lugar de Australia sin recordarla. Sin embargo, ella se mantenía positiva, el mismo Ministro Kingsley se mantenía a la cabeza del caso y todas las semanas le mandaba reportes de los adelantos en la búsqueda de sus padres. Cada vez estaban más cerca.

Así que, con la conciencia tranquila y manteniendo la esperanza, había decidido volver a Hogwarts para terminar sus estudios. Todos sus amigos también lo harían y ella estaba segura de que sería un gran año.

Pero toda su alegría se evaporó cuando lo vio a él y la insignia que portaba en su uniforme. No esperaba volver a encontrarse con Draco Malfoy tan pronto, pensaba que él no volvería al colegio y nunca se imaginó que lo nombrarían premio anual.

Se dio la vuelta antes de que sus miradas se cruzaran y se encerró en unos de los baños. Sentía que se le iba a salir el corazón y que el aire no llegaba hasta sus pulmones. Con manos temblorosas logró abrir la llave y al lavarse la cara con agua fría encontró algo de calma.

No quería recordar sus besos, sus manos recorriendo su cuerpo, su aroma o su voz grave susurrando su nombre. No. Él la había dejado y ella había seguido adelante, lo había olvidado, o al menos lo había intentado. Pero era más fácil cuando no tenía que verlo, ahora no solo lo vería, sino que vivirían en la misma torre.

Se armó de valor para regresar con sus amigos y actuar como si nada hubiera pasado. El resto del recorrido fue tranquilo y la llegada a Hogwarts emocionante. Volver a ver el castillo, reconstruido y sabiendo que la guerra había acabado la hacía sentirse dichosa.

Al acabar la cena se despidió de sus amigos rápidamente para llegar a la Torre de Premios Anuales antes que Draco. La sala común era maravillosa. Toda la atención se centraba en una enorme chimenea y los sillones que la rodeaban. También había una gran biblioteca y una pequeña mesa con una tetera y una cafetera que se llenaban automáticamente.

Subió las escaleras y se encontró con dos puertas, una tenía el escudo de Gryffindor y la otra el de Slytherin, evitó mirar la última y entró a su habitación. Era del tamaño perfecto, con una cama enorme, un escritorio, un baño, un armario y lo mejor, un balcón. La vista desde ahí era hermosa y, perdiéndose en la inmensidad los terrenos del castillo, decidió que nada la molestaría ese año, ni siquiera la persona que dormiría en el otro cuarto.

***

Habían pasado un par de semanas y Hermione había logrado evitar a Draco al máximo. Salía de la torre temprano y volvía cuando él no se encontraba. Pasaba mucho tiempo con sus amigos y en la Sala Común de Gryffindor.

Draco tampoco había intentado hablarle y eso la tranquilizaba, aunque también dolía. ¿Tan fácil la había olvidado? Ella había intentado dejarlo atrás, pero si era completamente honesta consigo misma no lo había logrado. Seguía buscando ese cabello rubio y esos ojos grises entre las multitudes. ¿Él sí había logrado seguir adelante? No quería concocer la respuesta.

Se dirigió a la Torre de Premios Anuales sabiendo que Draco estaría en clase. Realizó el hechizo que permitía abrir la puerta, dijo la contraseña y entró. Iba a subir las escaleras cuando una voz desde las sombras la detuvo.

—¿Hasta cuándo vas a ignorarme? —Hermione dio un respingo y se llevó una mano al pecho.

—Casi me matas del susto.

Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora