Estrella

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Era la perfecta noche de verano para ver las estrellas. El cielo estaba despejado, el clima no tan caluroso y la luna en fase menguante. En los jardines de la Mansión Malfoy, Draco y su pequeño hijo Scorpius levantaban una tienda de acampar, frente a ellos crepitaba una fogata.

Hermione Granger caminaba hacia ellos levitando la comida y las bebidas de esa noche.

—¡Mami, mira! Ya la armamos —celebró el niño.

—Perfecto, mi amor —contestó y le revolvió el cabello —ya podemos ponernos cómodos.

Scorpius entró a la carpa y Draco se acercó a su esposa. La besó suavemente y acarició su pronunciado vientre.

—Me encantas embarazada ¿lo sabías?

—Lo mencionas unas cuantas veces al día —contestó riendo.

—¿En serio? —besó su cuello —no me había dado cuenta.

—No empieces, Draco —dijo con un gemido —Estamos con Scorpius.

—Está distraído y dentro de la carpa, tal vez hasta se quedó dormido —Hermione volvió a reír y lo empujó suavemente.

—Eres un descarado.

Justo en ese momento apareció el pequeño rubio con un gran libro entre sus manos.

—¿Ya podemos ver las constelaciones?

—Primero vamos a comer y después lo hacemos.

Se sentaron en una manta y comieron sándwiches con jugo. Después, Hermione sacó una gran bolsa de masmelos y Scorpius casi saltó de la emoción. Sería la primera vez que lo dejarían asarlos él solo.

Draco observaba cómo su bella esposa ayudaba a su adorado hijo a poner el malvavisco en el palo y acercarlo al fuego lo suficiente para que dorara, pero no se quemara. Era sumamente feliz. Si diez años atrás alguien le hubiera dicho que se enamoraría perdidamente de Hermione Granger, que ella le correspondería, se casarían y formarían una familia, él mismo habría internado a esa persona en San Mungo.

Cuando ya estaban llenos sacaron las colchonetas de la tienda de acampar y las pusieron frente a la fogata. Se acostaron bajo el cielo estrellado con Scorpius en medio de ellos. El pequeño tenía nuevamente el gran libro entre sus manos.

Famosas constelaciones y sus estrellas —leyó en la portada.

—¿Sabes por qué te regalamos ese libro? —preguntó Draco.

—¿Porque tengo el nombre de una estrella?

—De hecho, es el de una constelación, pero no es solo por eso. Durante muchas generaciones, en mi familia ha sido tradición llevar nombres de estrellas o constelaciones —Scorpius pasaba las páginas rápidamente.

—Aquí está, papi, la constelación Draco.

—¿Puedes encontrarla en el cielo?

El pequeño miraba atentamente y con el ceño fruncido en señal de concentración. Draco lo vio y se dio cuenta de que era la misma expresión que solía hacer su madre. La vio sonriendo y él también lo hizo, cruzaron miradas de complicidad. Sabían que no era posible ver todas las constelaciones ahí, pero dejarían que Scorpius lo creyera solo por esa noche. Habían descubierto que su interés por la astronomía no era pasajero y pronto le comprarían el mejor telescopio que existiera.

—Ahí está —señaló un punto en el cielo.

—¿Y la tuya? —preguntó Hermione. Él buscó en el libro.

—Scorpius, o Escorpio, es la octava de las constelaciones del zodiaco —leyó—. Es famosa por su antigüedad y la magnitud de sus estrellas. La más brillantes es Antares, el corazón del escorpión.

Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora