Un café

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Después de un largo día en el mundo mágico, Hermione Granger caminaba por las calles del Londres muggle buscando un lugar para relajarse. Decidió entrar a un Café Librería que no conocía, comprar un nuevo libro y disfrutar de un capuchino bien caliente.

Era el otoño más hermoso que había visto en todo su vida pero no lograba sentirse feliz y disfrutarlo. La guerra había acabado hacía unos meses y los juicios, unas semanas atrás.

Estaba cansada de tener que asistir a cada evento, de ser el centro de atención y que los periodistas no la dejaran en paz ni un solo segundo. Ni siquiera había podido comenzar a investigar sobre el paradero de sus padres y cómo devolverles la memoria.

Buscaba entre las estanterías el libro perfecto. Quería uno que la atrapara completamente y la hiciera olvidar de todas sus preocupaciones. Al voltear al siguiente pasillo chocó con alguien.

—Discúlpame, no me fije por dónde iba —dijo la castaña.

—Tranquila, Granger —respondió una voz fría. Ella levantó la mirada y se encontró con unos ojos grises.

—¿Malfoy, qué haces tú aquí?

—Busco el último libro de Stephen King ¿y tú? —literatura muggle, pensó Hermione pero no dijo nada.

—Busco cualquier libro que me haga olvidar todo —suspiró. No sabía por qué se desahogaba con él, pero si Malfoy la estaba tratando bien, no sería ella quien cambiara eso.

—Si quieres nos tomamos un café y me cuentas lo que te sucede —. Se acercaron a una mesa y pidieron dos capuchinos.

—¿Por qué te portas tan bien conmigo? — preguntó Hermione.

—Las personas cambian —dijo él —. Perdóname por todas las veces que te insulté y ofendí. Admito que de niño sí creía en esos cuentos de la pureza de la sangre. Cuando crecí me di cuenta de que era una farsa pero ya era muy tarde, estaba metido hasta el cuello en toda esa mierda y no podía salir sin poner en peligro a mis padres.

Hermione se sorprendió. En los juicios se había dado cuenta del cambio de Malfoy pero esto nunca se lo había esperado. Sonrió. Entre todo lo que estaba viviendo, su confesión la hizo sentir particularmente bien. Le tomó la mano.

—Te perdono. La guerra ya hizo mucho daño como para que sigamos con odios y rencores —Draco disfrutaba del tacto pero la mesera los interrumpió al traer los cafés y la castaña alejó su mano.

Hermione bebió de su capuchino y comenzó a hablar. Le contó sobre sus padres, sobre Ron y cómo había creído estar enamorada de él hasta que se besaron y se dio cuenta de que era un simple capricho. Que estaba cansada de tanta atención, no sabía qué hacer con su futuro, si volver a Hogwarts o empezar una carrera muggle. Se sentía completamente abrumada y desahogarse con él le estaba quitando un enorme peso de encima.

Draco no dijo nada. Sabía que ella no quería eso, solo necesitaba que la escucharan sin juzgarla. Cuando terminó su monólogo la Gryffindor suspiró y le hizo una sola pregunta.

—Así que... ¿literatura muggle? —Draco rió. Esa no se la esperaba.

—Sí, es realmente buena —le dijo sonriendo.

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💚
Uno más por hoy.

Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora