Luna de miel

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—¿Ya me dirás a dónde vamos?

Hermione Malfoy sentía que la curiosidad la iba a matar. Hacía dos días se había casado con el hombre de sus sueños y todavía no sabía dónde sería su luna de miel. Draco se había encargado de absolutamente todo y lo único que ella conocía del tema era que viajarían por traslador. Ni siquiera sabía si irían a un lugar cálido o frío, esperaba que fuera cálido.

Se encontraba junto a su esposo en el jardín de la Mansión Malfoy y frente a ellos un tazón viejo, el objeto que los llevaría a su destino. Una pequeña maleta contenía todas sus pertenencias encogidas con un hechizo.

—No seas impaciente, cariño. En dos minutos sabrás.

Cuando llegó el momento, tomaron el tazón y Draco agarró la maleta con la otra mano. Hermione sintió el característico tirón en el estómago y cerró los ojos. Al abrirlos se encontró frente a un hangar. Miró a su alrededor buscando una pista, algo que le dijera en qué ciudad se encontraba.

—¿Tahití? —preguntó viendo un letrero.

—Sí, pero no es aquí dónde nos quedaremos —Hermione lo miró confundida, pero antes de poder contestar un joven se acercó a ellos.

—Señor Malfoy, buenos días —le dio la mano—. Un gusto conocerla Señora Malfoy —ella le sonrió sin saber qué decir —su avión estará listo para despegar en 15 minutos. Pueden ir abordando si quieren.

—Gracias, iremos en unos minutos —contestó Draco. Cuando el desconocido se hubo alejado, Hermione lo interrogó.

—No entiendo. ¿A dónde vamos y por qué no nos aparecimos ahí directamente?

Él la acercó a su cuerpo tomándola de la cintura con una mano y con la otra le acarició la mejilla.

—Señora Malfoy, no haga tantas preguntas y disfrute —la besó con pasión y ella sintió que olvidaba hasta su nombre—. Vamos, en el avión te cuento todo.

Viajarían en un vuelo privado y Hermione supuso que no sería un largo recorrido ya que el avión era pequeño. Aun así, era elegante y lujoso. Draco abrió una botella de champaña y sirvió dos copas. Se sentaron y brindaron por la vida que vivirían juntos.

—Vamos a la Isla Tetiaroa, está a 15 minutos en avión —dijo él, finalmente—. No podíamos aparecernos ahí porque los empleados del único hotel, el The Brando, no saben que existe la magia.

—¿El único hotel? —Hermione estaba verdaderamente intrigada y emocionada.

—Sí, un actor muggle compró la isla hace varios años y construyó ese hotel.

—La verdad, pensé que elegirías una isla privada —Draco rio.

—Lo pensé. Pero sabía que te gustaría más tener algo de contacto con otras personas y poder realizar diferentes actividades. Es el lugar perfecto, ya lo verás.

—Me conoces muy bien —él le regalo una sonrisa de suficiencia.

***

Hermione no podía creer lo que sus ojos observaban. Desde el avión podía ver cómo el tono azul del agua cambiaba a medida que se acercaba a la arena blanca. La isla estaba cubierta en su mayoría por un bosque verde y solo una pequeña parte albergaba el hotel.

Fueron recibidos con más champaña y llevados a su villa privada. Era una gran cabaña de dos pisos con enormes ventanales, techo de paja y soportes de madera, poseía su propia piscina y playa.

Draco tenía razón, ese lugar era la perfecta combinación entre privacidad y poder compartir con otras personas.

Draco tenía razón, ese lugar era la perfecta combinación entre privacidad y poder compartir con otras personas

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Dramione: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora