Capítulo 3

124 26 9
                                    

Shalley Brown

Hoy era un gran día para Han, pues nuestro colegio se enfrentaría con uno superior que quedaba a las afueras de la ciudad, como era costumbre, me saltaba la última clase para ir a ver el partido y apoyarlo con mis gritos y porras. El equipo tenía su propio equipo de porristas las cuales eran hermosas y delgadas, entre ellas se encontraba Hamilton, quien era la líder y la popular del colegio, siempre habían aquellos murmullos donde se decía que Hamilton y Han harían una espectacular pareja, comentarios que me hacían hervir la sangre.

Pronto llegamos al colegio y con una beso en la mejilla nos despedimos para ir a nuestros respectivos salones, mi primera clase los lunes era artes, amaba esa clase, pero odiaba mis compañeros, pues me tocaba con la mayoría de las porristas y sabía que se burlaban de mi a mis espaldas, todos los años habían sido así y éste no sería la excepción. Las clases pasaron y pronto empezó el partido, las gradas estaban llenas con personas de ambos colegios, el bullicio hacia imposible la comunicación con otras personas, así que nadie conversaba, todos veían el partido como si sus vidas dependieran de eso.

El partido cada vez avanzaba más, los tres goles ganadores los había metido Han, el equipo contrario solo había metido uno y con ese marcador el árbitro había pintado el final del partido. Las porristas hacían diferentes movimientos celebrando la victoria de nuestro colegio, yo me fui de las gradas y con un fuerte abrazo felicité a Han.

—Eres el mejor campeón — susurré en su oído mientras me refugiaba en sus brazos.

—Y tú eres la mejor amiga del mundo, chica invisible — susurró igual que yo y besó mi frente.

Pronto hubieron más personas al rededor del equipo, así que decidí irme de allí para que Han y sus amigos tuvieran su momento de fama; Por otra parte, el partido era lo último del día, así que sin pensarlo dos veces me fui para mi casa, el camino estaba igual que la venida, la lluvia seguía cayendo constantemente y el frío se te metía hasta los tuétanos. Al fin había llegado a casa, saludé a mí madre y me senté en el comedor para compartir la cena con ella, las clases duraban todo el día, así que almorzabamos allá y cenabamos en casa, agotador, lo sé.

—¿Cómo estuvo tu día cariño? — preguntó mi madre poniendo los últimos alimentos en la mesa.

—Bien mamá, Han anotó los tres goles ganadores — dije con una sonrisa.

—¿Sigues sin decirle a Han que te gusta? — me miró con decepción, yo solo agaché mi cabeza.

Mi madre sabía lo que sentía por Han, lo había disimulado muy bien, pero mi madre me conocía lo suficiente como para saber sin contarle algo.

—Creo que nunca se lo diré — confesé comiendo un poco de pan.

—Hija — tomó mi mano —, la vida se trata de riesgos, si no te arriesgas no ganas, dile antes de que venga alguien con más valor y menos amor.

—De acuerdo, — suspiré rendida — ojalá ésto no dañe nuestra amistad.

—Han es lo suficientemente maduro como para entender todo — sonrió — ya lo verás.

—Gracias mamá.

Brindis con Veneno (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora