Capítulo 22

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Gael Castles

—¿Quieres jugar tin tin corre corre? — cuestioné con una pequeña sonrisa, pero ella parecía muy confundida.

—No seas infantil Gael — hizo un leve puchero haciéndola ver muy tierna, ella era hermosa.

Hice caso omiso a su observación, tal vez era algo infantil y tonto, pero ella se encontraba triste y pensativa, qué mejor manera de hacerla reír que con un juego tonto; sin embargo, podía observar algo distinto en Shalley, no la conocía mucho y sinceramente habíamos pasado poco tiempo juntos, pero sabía muy bien que quería decir algo, pero simplemente no se arriesgaba ¿Me estará ocultando algo? No lo creo, pero esa duda luego me la quitaré.

Después de algunos pensamientos tontos, decidí lanzar la piedra que tenía en la mano a la puerta de una vieja casa donde vivía una señora algo orate, queri ver a Shalley asustada y a la vez sonriente, quería que fuera feliz y yo lo sería más si lo lograba. Todo iba bien hasta que la piedra tomó otro rumbo y cayó justo en el vidrio delantero del auto que se encontraba al lado de la casa vieja. Ahora sí estaba en problemas.

—Mierda — susurré poniendo mis manos en mi cabello.

—¿Qué? ¿Qué hiciste? — me preguntó completamente asustada.

—Corre — murmuré mientras veía como llamaban a la policía.

—Ya te dije que no voy a jugar eso — musitó encogiendose de brazos.

—Corre — repetí — llamaron a la policía.

No dije más y la tomé de la mano para luego salir corriendo, podía notar el horror en su cura y la adrenalina que todo esto le estaba causando, sonreí en mis adentros mientras pensaba donde nos podíamos esconder, pero estaba tan distraído que no me di cuenta que había un palo en el suelo y caí de inmediato, Shalley cayó encima de mí con sus ojos cerrados por el golpe, pero de inmediato los abrió quedando frente a frente conmigo. No podía explicar lo que sentía en ese momento, sabía que a ella le estaba pasando algo igual, podía notarlo en sus mejillas levemente sonrojadas.

No pude resistir más y tomé su rostro con ambas manos haciendo que nuestros labios se unieran, sentí su cuerpo estremecerse por mi toque y eso me encantó aún más, tardó un segundo en seguir mi beso, pero lo mejor de todo es que no lo rechazó, significaba que ella al igual que yo sentía algo. Sus labios cálidos y suaves  hicieron que todo a mi alrededor desapareciera, sentía esa pequeña sensación de satisfacción en mi pecho y ese remolino en mi estómago ¿Acaso esto era amor? Sí era así, quería sentirlo siempre.

Nuestros labios siguieron unidos hasta que el sonido del auto de la policía nos hizo salir de nuestra burbuja, ambos nos levantamos del suelo y seguimos corriendo con nuestras manos unidas, podía notarla nerviosa y sabía que no era precisamente por la policía, me gustaba saber que causa tanto en ella como ella en mí, la quería junto a mí siempre o al menos hasta que las sustancias psicoactivas hicieran efecto en mi cuerpo causando mi muerte.

Brindis con Veneno (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora