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Al llegar le llevo al centro.

Le enseño un par de sitios a los cuales suelo ir con mis amigas como he dicho anteriormente, como cafeterías y librerías.

Algunos recreativos que están junto a cines o grandes boleras.

Grandes parques en los cuales hay pistas de fútbol y de baloncesto, etc.

Andamos mucho así que decidí parar a tomar algo.

Nos quedamos en una especie de cafetería con aire vintage que tenía unos grandes sillones en los cuales Shawn y yo nos sentamos sin pensarlo dos veces.

Yo pedí un té de frutos rojos y él un té verde con miel y limón.

Nos tomamos la bebida mientras charlamos un poco y al terminar seguimos con la ruta, esta vez le llevo por el casco viejo de la ciudad y le enseño algunos edificios emblemáticos y algunos edificios históricos.

Shawn parecía estar disfrutando bastante, miraba los sitios y las cosas con mucho interés y me alegraba haberle enseñado yo la ciudad.

Cuando terminamos de ver la ciudad decide tomar unas cuantas fotos que después le enviaría a sus padres.

Cuando termina cogemos el primer autobús que nos lleva de vuelta a casa.

Estoy tan sumamente cansada que me cuesta horrores mantener los ojos completamente abiertos.

Doy un par de cabezazos inconscientemente a lo que Shawn se ríe.

Esta vez soy yo la que noto la mirada de Shawn fija en mi e intento disimularlo lo mejor posible, pero me cuesta bastante ya que mis mejillas rosadas me delatan al instante.

Cuando se da cuenta vuelve la mirada a la ventana y en unos segundos noto su mano sobre mi hombro.

— Leah.

Susurra Shawn.

— ¿Que?

Digo girándome hacía él, lo tengo muy cerca.

— ¿Es esta nuestra parada?

Dice echándose un poco hacia atrás y dándonos a ambos un poco de espacio personal.

— ¡Sí! ¡Rápido!

Bajamos del bus a toda prisa y emprendemos camino hacía la casa de Abby Owens.

— Siento que la visita guiada haya sido más corta de lo que me hubiese gustado.

— Que va, a mi me ha encantado, me he divertido mucho de verdad.

Dice sonriendo con las mejillas ligeramente sonrosadas.

— Bueno, en ese caso me alegro.

Le sonreí.

— Nos vemos mañana en clase Leah.

— Si, hasta mañana.

Digo y ando hacia mi casa.

Al entrar la voz de mi madre me llama desde la cocina, me preparo un vaso de leche y después de darme una ducha caigo rendida en la cama para dormirme minutos después.

A la mañana siguiente me despierto alterada, como que me he perdido algo.

Al desbloquear mi móvil me doy cuenta de que el despertador no me ha sonado y de que me he dormido.

Me visto a toda prisa, me lavo los dientes y me voy corriendo al instituto mientras me bebo un zumo como puedo.

Nunca en la vida había corrido tan sumamente rápido, los gemelos me duelen de mala manera y los pies los noto como si apenas tocasen el suelo.

Al llegar al instituto me doy cuenta de que no hay nadie fuera ni en los pasillos así que tan rápido como puedo me dirijo a mi clase. 

Me miro en el reflejo de la ventanilla de la puerta del aula antes de entrar y me doy cuenta de que para haber llegado en tan solo 10 minutos corriendo a toda prisa medio sofocada estoy bastante presentable.

Llamo tres veces a la puerta y entro.

— Siento llegar tarde.

Digo nada más poner un pie en el aula y todas las miradas se posan en mi.

— Que no se vuelva a repetir.  

Dice el profesor e inmediatamente bajo la cabeza.

Me siento junto a Shawn quien me da una bienvenida con una dulce sonrisa y yo se la devuelvo.

Saco los libros y empiezo a tomar apuntes de lo que el profesor dice y seguidamente nos manda unos ejercicios que tenemos que hacer antes de que termine la clase.

— Tengo que contarte algo.

Dice Shawn mientras estoy en medio de uno de los ejercicios más largos cortándome y haciendo que me entre la intriga por lo que tiene que decir.

Le miro sonriendo.

— ¿El qué?

El se rió.

— Luego te lo cuento.

— Vamooos Shawn —Digo insistente— no me dejes con la intriga.

Digo sacando la lengua.

— Luego.

Me susurra al oído haciendo que una corriente eléctrica se desplace por toda mi columna vertebral.

Luego suelta una risita y me deja en shock.

Tardo unos segundos en volver a pillar el hilo del ejercicio y lo termino antes de que suene la campana.

Recogemos todas las cosas y uno por uno por orden de lista le entregamos los deberes que había mandado al profesor.

Como siempre hay un par de alumnos que intentan escabullirse y que son regañados por el profesor de francés.

Lo entregamos y salimos por la puerta para dirigirnos a la siguiente clase.

"El chico de intercambio" Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora