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Me giro para abrazarle y el me da un beso en la frente.

Hundo mi cabeza en su pecho y el acaricia mi pelo.

-Perdóname por haber sido un capullo.

Dice susurrando y yo le acaricio la espalda.

-Estás más que perdonado.

Digo mirándole a los ojos y le sonrío.

Mira mis labios para luego subir a mis ojos cosa que me hace reír.

Me acerco un poco más a el creando tensión y puedo notar como la espalda de Shawn se tensa.

Su aliento roza mis labios y se acerca a besarme a lo que yo me aparto un poco para seguir con esta tensión que me hace tanta gracia.

Se ríe y entonces me besa.

-Deberíamos volver.

Digo mirándolo a lo que el asiente.

Empezamos a correr por la calle de camino a casa como habíamos hecho antes.

En un paso de peatones sigo corriendo con el fallo de que no he mirado antes de cruzar.

Escucho como Shawn grita desde la acera de en frente hacía donde yo estaba corriendo.

-¡Leah!

Grita histérico a lo que yo me giro hacia la derecha viendo unas luces cegadora que se acercaban a toda prisa.

-¡Corre!

Grita de nuevo con más fuerza y desesperación que antes.

Pero escucho todo como si llevase tapones en los oídos.

No tengo más tiempo ya, veo a Shawn correr hacía mi y en un abrir y cerrar de ojos noto como el coche nos arrolla a ambos.

Mi cabeza choca varias veces contra el suelo, mi vista se torna negra y mi cuerpo cae como un peso muerto.


-Narra Shawn-

Estamos corriendo de vuelta a casa ya que se nos ha hecho demasiado tarde y si nuestros padres se enteran de que nos hemos ido a hurtadillas de casa nos va a caer una buena bronca.

Corremos a toda prisa mientras nos reímos por cualquier tontería, en el paso de peatones justo antes de llegar a la entrada de nuestro gran vecindario adelanto a Leah.

Leah esta apunto de cruzar así que decido esperarla al otro lado de la carretera cuando veo que un coche se acerca.

Me doy cuenta de que Leah no lo ha visto y sigue corriendo para cruzar.

Le grito que para que se de prisa pero no se da cuenta, parece que no me escucha y vuelvo a gritar.

Ella se gira dándose cuenta de que un coche esta acercándose a ella a una velocidad inmensa.

Sigo gritado pero ella no me escucha, estaba histérico y desesperado.

Cuando veo que el coche va a arrollarla corro hacía ella y la agarro para apartarla de la carretera pero lo único que consigo es que el coche nos atropelle a los dos.

Tengo esperanzas de que el coche pare y llame a una ambulancia pero en cambio lo único que hace es parar unos segundos a unos metros de nosotros para luego salir corriendo dejándonos a ambos tendidos en el suelo.

Yo estoy consiente pero Leah no se mueve y estoy empezando a asustarme.

Empiezo a llorar de la impotencia ya que nunca me he parado a pensar que puedo hacer en un caso así.

Estoy tendido a su lado, el coche ha pasado por encima de mi brazo y de mi pierna y siento el dolor desgarrador.

Con mi otro brazo intento buscar mi móvil en mi bolsillo como puedo.

Miro a Leah y veo que respira lo que me tranquiliza un poco, pero mi histeria no cesa.

Llamo a una ambulancia, me preguntan que donde me encuentro y que cuantos heridos hay.

El coche no ha pasado por encima de Leah, pero es la que más impacto se ha llevado ya que el coche ha chocado de lleno contra ella.

La ambulancia tarda unos minutos en llegar y luego la policía.

Veo como están examinando a Leah y como la suben en una camilla.

Muchos enfermeros empiezan a hacerme preguntas, me pasan una linterna por los ojos y luego me suben a mi también a una camilla.

Me hace preguntas sobre si me duele alguna parte del cuerpo y así, pero ahora mismo no estoy en mi sano juicio como para responder esas preguntas.

Veo como la suben a una ambulancia la cual esta al otro lado de la calle y arrancan, la sirena rompe el silencio de toda la calle y inunda mis oídos.

Empiezo a llorar fuerte y a gritar que quiero ir con ella.

Los enfermeros me dicen que me tranquilice, que la podré ver pronto pero yo no dejo de gritar que quiero ir con ella.

Cuando me meten en la ambulancia empiezo a ponerme más nervioso y a temblar.

Ellos no dejan de decirme que me tranquilice o que al menos lo intente.

Me ponen un gotero y me examinan.

Me doy cuenta de que tengo la piel del brazo desgarrado lleno de sangre, pero ni siquiera puedo notar el dolor.

El trayecto desde allí hasta el hospital se me hizo el camino más larga de mi vida.




"El chico de intercambio" Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora