Chapter 15

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Me encontraba en una habitación abarrotada de individuos desconocidos, todos ocultando sus cobardes rostros tras máscaras

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Me encontraba en una habitación abarrotada de individuos desconocidos, todos ocultando sus cobardes rostros tras máscaras. Aún me hallaba sumida en la confusión, tratando de entender cómo Máximo había logrado secuestrarme y llevarme a este siniestro rincón.

«El pergamino que había recibido mencionaba que lo habían visto en este centro comercial, el mismo en el que me encontraba ahora. Rogaba con fervor encontrarlo, principalmente porque deseaba poner fin a las absurdas falsedades que circulaban entre los miembros de los sagrados veintiocho.

Caminé por el pasillo, haciendo caso omiso de las personas que iban y venían. Había estado buscando en los primeros pisos durante más de una hora. Sin embargo, algo me sugería que tal vez estuviera en el estacionamiento subterráneo. Siempre se esforzaba por evitar lugares concurridos, por lo que no me sorprendería que estuviera llevando a cabo sus actividades en algún lugar apartado.

Descendí al estacionamiento a través del ascensor, encontrándolo completamente desierto. No sentía temor por mi seguridad, ya que nadie conocía mi paradero ni el alcance de mis mejoras en la magia.

Examiné entre los vehículos en busca de cualquier indicio de su presencia, pero no encontré rastro alguno. Con una sensación de decepción, di media vuelta para regresar al ascensor cuando, de repente, sentí un tirón en mi cabello. Mi reacción inmediata fue responder con un golpe a mi atacante, quien intentó devolver el golpe pero no logró hacerlo.

El agresor era un completo desconocido, vestido de negro de pies a cabeza. Su rostro estaba marcado por múltiples cicatrices que proyectaban una imagen aterradora. Su pasado debía de ser sombrío para lucir de esa manera.

Me alejé a toda prisa del hombre que me atacaba, intentando escapar de su embestida. Estaba tan distraída que me di cuenta demasiado tarde de las otras dos personas que me aguardaban. Frené de inmediato y deslicé mi mano dentro de mi chaqueta, donde guardaba mi varita. Aunque mi instinto me instaba a utilizar mi propia magia, no estaba dispuesta a correr riesgos innecesarios.

Agarré con firmeza el mango de mi varita, preparada para enfrentar a los tres asaltantes que ya me apuntaban con las suyas. Si creían que eso me intimidaría, estaban completamente equivocados.

─¡Bájala! –ordenó enérgicamente uno de los hombres.

─Atrápenme si pueden.

La educación en Durmstrang había sido efectiva; además, las numerosas sesiones de combate que había tenido en el pasado me habían preparado para escapar de cualquier amenaza.

─¡Alto ahí, hermanita! –su mano se enroscó firmemente alrededor de mi muñeca, ejerciendo tal presión que me vi forzada a soltar mi varita.

Máximo había emergido silenciosamente a mis espaldas. No me sorprendía en absoluto que este imbécil estuviera implicado en este asalto.

─Acabaré con todos, con un solo chasquido –amenacé.

Los Elegidos Parte 1  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora