Chapter 19

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El agua fría aliviaba las marcas de mi cuello, que estoy segura se pondrían peor, dejando en evidencia los asquerosos dedos de su mano y, aún peor, la cortada de su sortija

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El agua fría aliviaba las marcas de mi cuello, que estoy segura se pondrían peor, dejando en evidencia los asquerosos dedos de su mano y, aún peor, la cortada de su sortija. El infeliz me marcó como si yo fuera de su propiedad. Lo peor de todo era sentirme indefensa e impotente para defenderme. Estaba cansada de luchar contra la vida, cansada de pelear contra él, que no me dejaba vivir tranquila y que hacía de mi vida un infierno.

«Me dolía todo el cuerpo por los golpes que recibía. Me recordaba a mí misma que no debía demostrar todo mi poder, a pesar de que quería matar a mi contrincante. Debía ser fuerte a pesar del dolor, y no sacar mi magia acumulada.

—¡MÁS FUERTE! —demandó Máximo.

Su hombre intentó golpearme con su rodilla, pero a último momento no lo resistí más. Golpeé con fuerza su pecho, provocando que su cuerpo saliera expulsado hacia atrás y golpeara su espalda contra una de las estatuas del jardín.

El rostro de Máximo se torció de ira cuando vio que había ganado la pelea. Sus ojos brillaban con un odio incontrolable que siempre salía a relucir cuando decidía ponerle fin a sus juegos.

—Aún no has acabado —escupió con desprecio antes de levantar su varita y apuntarla hacia mí—. Crucio.

Ni siquiera tuve tiempo de huir. El rayo rojo golpeó mi cuerpo provocando un dolor indescriptible. Mis piernas cedieron al instante, arrojándome al suelo y retorciéndome mientras mis gritos rompían la poca calma del jardín.

El dolor era tan intenso que me hacía sentir como si mi cuerpo estuviera siendo desgarrado.

—¡Basta! —me retorcí en el suelo, suplicando por misericordia—. Máximo, por favor.

El bastardo se rió y siguió manteniendo la maldición. Su mirada estaba llena de satisfacción.

—Nah, apenas estamos empezando —rompió la maldición solo para darme un respiro y de nuevo volver a lanzarla».

Mi hermanastro era peligroso. Su opresión siempre había estado sobre mí desde que murió mi padre. Fui una estúpida al haberle confesado que Draco sería quien heredaría toda mi fortuna. Tal vez eso lo puso en su mira. Malfoy no merecía la ira de Máximo. Él ya tenía una vida complicada, sin necesidad de enredarla más.

La sola idea de que también puedan lastimarlo me mata de preocupación. Mis emociones se enmarañan, abrumándome hasta el fondo de mi ser. No sé qué me pasa cada vez que estoy cerca de él, no sé ni lo que siento cuando me toca o siquiera cuando me besa. Lo único de lo que soy consciente es del inmenso temor que me abraza cuando imagino que puede salir lastimado. Tenía que protegerlo, debía hacerlo como lo he hecho con mis amigos. Solo que no tenía idea de cómo hacerlo sin volver un infierno nuestras vidas.

Mis pensamientos se desvanecían en el fondo de mi mente, como si estuvieran siendo arrastrados por una corriente de agua. Mi cuerpo se entumecía hasta que se sentía como si estuviera hecho de piedra. Sin embargo, nada de eso me impidió percatarme de su presencia. Era como un nuevo sentido que había desarrollado cada vez que no veía a Draco. Mi piel se calentaba y mi olfato se agudizaba ante su aroma varonil. Todo mi cuerpo se ponía alerta a su proximidad, incluso cuando no me movía ni decía nada para que no notara las marcas en mi cuello.

Los Elegidos Parte 1  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora