Amargo

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Durante todo el rato que Plagg hablo con Adrien no se mencionó nada sobre lo que lo puso mal la noche anterior, Luka y Ladybug, supuso que era consecuencia de los desmayos. El chico le explicó que podía sufrir de lagunas mentales, lo que preocupo al kwami, pues significaba que podría sufrir otra crisis como la primera en cuanto viera las imágenes como la primera vez.

Los nervios de Plagg se dispararon al verlo acercarse a su escritorio.

—¡Qué haces! —grito con desesperación el Kwami.

—Revisar si Nino me envió la tarea.

—¿Tarea? ¿Cuál tarea? ¡Tú, no debés hacer tarea, estás enfermó! —intentó disuadirlo.

—Plagg, tranquilo... —dijo Adrien —prometo no ponerme mal, otra vez.

—¿Entonces? ¡Lo recuerdas!. Lo de Ladybug y Luka.

—Como podría olvidarlo... —gruñó el chico mientras entraba al Ladyblog.

Sintió el estómago revolverse y la cabeza calentarse. Las imágenes le daban náuseas, la chica de sus sueños enredada en los brazos de un amigo, mientras atrapaban los labios del otro al tiempo que danzaban al ritmo de una canción, adecuadamente elegida para hacer ver la escena lo más empalagosa y romántica posible. El pobre Adrien se sentía traicionado.

De todas los hombres de Paris o de toda Europa, Ladybug fijó sus ojos en alguien cercano a él, Luka, al que secretamente veía ése hermano mayor que tanto había deseado. Las tardes cuando el mayor pasaba por Juleka a la escuela podía ver a lo lejos la buena relación que tenía ambos la forma juguetona con la que se trataban, un poco pesada en ocasiones, le hacía querer tener a alguien cómo él, cercas, ese guía que te aconseja, te enseña y protege y que será un mejor amigo para toda la vida.

Luka como amigo era alguien extraordinario, no se había olvidado de él, sin falta le mandaba los itinerarios de la banda, procuraba llamarlo una vez a la semana y siempre le mandaba algún detalle con Juleka, como algún póster de alguna banda de música, algunos viejos vinilos y en los últimos tiempos, postales de lugares asombrosos con mapas de las rutas de cómo llegar, junto con una nota en la que le prometía llevarlo a conocer ese lugar, sabia que algún día cumplirían ésas promesas.

Empezó a llorar sintiéndose como un tonto por hacerlo, pero amaba con el alma a esa chica a pesar de no conocer su rostro bajó la máscara, era tal cual siempre quiso tener a alguien para amar, fuerte, valiente, segura de si, poseía ojos hermosos como gemas y una sonrisa radiante, había muchas más cualidades en ella que jamás terminaría de en listar.

Plagg lo miraba intranquilo, ¿Cuánto mal se estaba haciendo por ella? No era una regla, ni una obligación que ellos como portadores de un Miraculous debían terminar juntos, parecía que todo mundo daba por hecho eso. Sus corazones eran libres de elegir a quiénes quisieran, el había perdido la oportunidad de querer a alguien cómo Kagami, que tenía las mismas cualidades que Ladybug y otras más que Adrien no se permitía ver, pues para el molde y espectativas que tenía no había nadie más que la chica de rojo y negro.

Que mal se pondría el chico cuando se enterarse que siempre estuvo rechazando a la única dueña de su corazón, justamente por ésa venda en los ojos y el perestal tan alto donde tenía a su amada, que no le permiten ver qué hasta las más perfectas obras también tienen manchas y ésos defectos que te hacen único y especial.

En un momento los ánimos de Adrien cambiaron poniendo nervioso a Plagg.

—¡Marinette! —dijo exaltado levantándose tan rápidamente de su asiento que la silla cayó al suelo.

—¿Qué? —musitó el kwami empezando a temblarle los bigotes.

—¡Marinette!, ¡Ladybug!, ¡LUKA! —exclamó con el semblante deslumbrado por la revelación que vió venir.

~AU MLB~ El Poder De la Luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora