Capítulo 20. Pequeños errores.

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El eco en la habitación se había hecho presente con aquellas palabras a través del teléfono. —¿Cómo que escapó? ¡¿Qué sucede con ustedes? —Había soltado Lauren con desespero, agrandando el espacio entre su cuerpo y el mío.

Como un huracán de furia, podría ver el color de sus ojos tornarse oscuros mientras su hermano parecía hablar con irregularidad. Tomé una bocanada de aire tratando de soltar la tensión en mi cuerpo y me acomodé la ropa. Sin James, el caso en contra de estos mafiosos estaba perdido.

—No me importa lo que tengas que hacer, Chris. ¡Encuéntralo! —Gritó colgando aquella desesperante llamada antes de que nuestras miradas se cruzaran. Mis labios temblorosos no pudieron soltar ni una sola palabra y Lauren entendió una vez más, la gravedad que tenían nuestros actos en un mundo tan misterioso. —Tenemos que irnos.

Me quedé cabizbaja por algunos segundos, sin siquiera mover mi cuerpo de aquel lugar y apreté mis puños con fuerza. —No. —Negué con decisión. —No me iré a ninguna parte.

—Camila… —Lauren advirtió con poca paciencia. —Debes…

—Sé lo que debo hacer, Lauren. —Mascullé. —No puedo seguir escondiéndome… —La ojiverde suspiró con desdén sabiendo que no lograría cambiar mi opinión. —Encontraremos a James y si no es así, estoy lista para enfrentar al mundo.

—No me importa que lo hagas, pero no te quiero perder una vez más a causa de eso. —Declaró convencida de que el mundo tenía algo en nuestra contra una vez más y yo sonreí con ternura, acercándome con pasos lentos hasta que la palma de mi mano rozó su rostro con delicadeza.

—No me vas a perder, sin importar lo que pase. —Por un segundo, besarla y abrazarla fue la mejor idea que se me había ocurrido. Estaba aterrorizada, pero necesitaba mostrarle a Lauren fuerza antes de que se derrumbara una vez más.

La mañana se había convertido en una verdadera tortura, el teléfono se mantenía en silencio y el paisaje encantador de una ciudad activa, se nubló con tristeza proveniente de una tormenta imposible de detener. Lauren y yo nos encontrábamos tensas en su oficina, a la espera de respuestas mientras los papeles iban y venían en un vaivén de emociones cargadas de la presión empresarial.

Había cientos de proyectos que verificar, miles de papeles que leer y millones de preocupaciones que se habían acompañado por las gotas de agua rozando el cristal del edificio. Ninguna de las dos estaba dispuesta a decir nada más, así que el único sonido que se podía escuchar en una habitación tan grande, era el choque de unas lágrimas caídas por nubes turbulentas en las alturas.

Un mensaje repentino me sacó de mis pensamientos. —Yo… Debo ir a la universidad. —Mencioné después de haberlo leído. La mirada de la ojiverde chocó con la mía con cierta preocupación y yo le regalé una media sonrisa. —Estaré bien, no te preocupes.

Me levanté de mi lugar dispuesta a tomar mi bolso y me acerqué hasta ella. —Por favor, avísame cuando llegues. —Susurró en medio de un beso de despedida que sabía más a amargura que a amor. Entendí con preocupación, que los riesgos de un corazón herido eran cada vez más grandes. Asentí con tranquilidad y me retiré de aquella oficina con el corazón en la mano.

—¡Hey! —Dijo Harry de pronto, acercándose a mí de camino al ascensor.

—¿Sigues aquí? —Pregunté curiosa, recibiendo un asentimiento de su parte.

—Estoy trabajando en un contrato que podría darles paz a ambas empresas, beneficiando a miles de trabajadores si se aprueba. —El chico me miró sonriente, dándome paso al ascensor antes de que sus puertas se cerraran en su compañía. —¿Lauren no te dijo?

SEDUCTION | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora