Capítulo 15. Dulces sueños, muñeca.

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Con paso preciso aceleré mi caminar a lo largo de toda la avenida, tenía que llegar a tiempo a casa de mi madre para poder preparar la cena de esta noche. Mi intención de reunirnos tenía una simple misión: demostrar que Lauren y yo estábamos más unidas que nunca, dispuestas a luchar por nuestro amor.

Crucé la calle con rapidez y me aseguré de mirar a ambos lados mientras escuchaba cómo el ruido de la ciudad se alejaba mientras me encontraba más adentrada en el vecindario. Vivir en los suburbios tendría una gran ventaja y es que podías disfrutar del silencio a cualquier hora.

Mi corazón latía en mi pecho con mayor rapidez a medida que aceleraba mi paso, había decidido evitar venir en auto por la necesidad de respirar aire fresco. Aunque me parecía que más era el aire que estaba perdiendo que el que respiraba.

Suspiré de pronto, agotada por el constante movimiento y escuché el chirrido de unas llantas que resbalaban en el asfalto, causando que mi mirada se cruzara con un auto negro frente a mí. Miré asustada a mi alrededor, decidida a correr y sólo tuve tiempo de sentir como una funda negra cubría mi rostro antes de ser atrapada. Otra vez no. —¡Auxilio! ¡Suéltenme! —Grité con desespero, escuchando la risa de aquellos que me arrastraban.

A la fuerza, mi cuerpo fue subido en aquel auto que no tuve tiempo de identificar, antes de que la funda fuese retirada de mi rostro y con mis manos sujetadas, aquel chico con pasamontañas colocara un pañuelo sobre mi nariz. —Dulces sueños, muñeca.

1 hora antes…

—Tenemos que hablar, sobre todo. —Dije mirando sus ojos verdes por unos segundos. —Esto está mal, Lauren. —Me levanté de su regazo y empujé el cabello que caía sobre mi rostro hacia atrás con desespero.

—Sé que las cosas no están bien últimamente, pero no quiero terminar esto. —La ojiverde cruzó su mirada con la mía en perspicaz momento de tristeza y como si estuviese destinado a pasar, la entendí.

—Yo tampoco, pero no podemos continuar así. —Me crucé de brazos con estrés y di algunos pasos hasta encontrarme tan cerca de ella como para tomarla del rostro. —Nuestra relación se está desmoronando.

—¿Qué puedo hacer para cambiarlo? —Susurró con miedo y sus ojos se cristalizaron. —No te quiero dejar ir, Camila.

—No tienes que hacerlo. —Me encogí de hombros. —Podemos luchar o rendirnos, pero necesito tu confianza.

—Confío en… —Trató de decir y la interrumpí.

—No, no quiero palabras. Quiero hechos. —Aclaré más como un ultimátum que como cualquier otra cosa. Suspiré con cansancio y entrelacé nuestros dedos antes de robarle un beso. —Necesito que me demuestres que es así.

—Entiendo. —Miró a otra parte y bufó con sarcasmo. —Debemos estar hecha la una para la otra, ¿no crees? —La miré sin entender y ella sonrió. —Porque nada ha podido separarnos.

—Ni podrá. —Apreté su mano para que notara que no pensaba soltarla. —¿Podemos empezar desde cero?

—Si empezamos de cero sólo sentiría deseo hacia ti. —Su mirada y la mía se encontraron, recordando la primera vez que estuve en esta oficina y de pronto, mis mejillas tomaron un rubor bastante notable.

—Como si eso te molestara. —Golpeé su hombro en broma y sus labios no tardaron en tomar los míos con posesión. —Lau… —Traté de hablar, pero sus manos eran más rápidas de lo que yo deseaba.

—Shh, llegó la mejor parte de pelear. —Susurró acariciando mis muslos con suavidad, mientras deslizaba sus uñas cortas por mi piel caliente. —La reconciliación con placer. —Y de pronto sus labios rodearon la piel de mi clavícula, causando que un delicioso escalofrío me recorriera completamente.

SEDUCTION | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora