Capítulo 16. Fuera de control.

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Una semana. Una semana había pasado desde la última vez que había visto a Camila, desde que la había acariciado y le había dicho lo mucho que la amaba. Las investigaciones continuaban y yo había caído en una depresión de la que no pensaba que saldría.

-¡Melissa! -Grité con enojo mientras arrojaba mi botella de whisky vacía a la basura, haciendo un gesto de inconformidad ante el último sorbo que había podido darle a aquella bebida.

-¿Sí, señorita? -Preguntó desde la puerta, observando mi estado de ebriedad desde su lugar. -¿Necesita algo?

-Sí, necesito otra botella. -Pedí con fastidio. La joven hizo un gesto de sorpresa y sólo negó.

-Lo siento, su hermano me pidió que... -Trató de decir.

-¡Mi hermano no es tu jefe! -Exclamé con desespero, observando cómo su pequeño cuerpo daba una leve sacudida a lo lejos, ante el grito que acaba de soltar. -L-Lo siento. -Murmuré. -¿Puedes traerme un café, entonces?

Ella asintió con susto y salió casi corriendo de aquella oficina, como si se tratara de una orden de vida o muerte. Me golpeé la frente ante tal brutalidad y suspiré dejando que mi cuerpo se reclinara en mi gran silla. Miré nuevamente aquel sillón vacío donde estuve la última vez que la vi y sentí las lágrimas descender por mis mejillas.

La recompensa no había atraído más que a una gran cantidad de personas que daban pistas falsas, alejándonos de lo que en realidad era importante, la salud de Camila.

No teníamos idea de dónde estaba, quién había sido o cuántos días tendríamos que esperar para que fuese liberada. Sólo sabía que extrañaba su calor, el olor de su piel, la necesitaba y no sabía qué hacer para tenerla de vuelta.

-Aquí está su café. -Mencionó Melissa de vuelta en mi oficina, dejando el vaso de café recién hecho sobre mi escritorio.

-Perdón. -Murmuré avergonzada ante mi reacción minutos atrás. -No es tu culpa...

-La entiendo. -Interrumpió. -Ella volverá, señorita Lauren. Pronto la tendremos aquí de nuevo.

-¿Crees que sea seguro? -Pregunté con cierta curiosidad, aunque sabía la respuesta.

-No, pero estoy más que segura de que Camila no la abandonaría. -Se encogió de hombros y yo asentí sin cuidado. Melissa dejó la oficina y yo no tardé en dejar que el líquido caliente pasara por mi garganta para darme estabilidad otra vez.

El teléfono sonó y sólo para callarlo, decidí contestar. -¿Si?

-El Sr. Malik ha solicitado una junta con los inversionistas, ¿desea ir? -Preguntó Melissa del otro lado del teléfono y yo suspiré con fuerza.

-Sí, prográmala para dentro de media hora. -Respondí colgando el teléfono y miré unos segundos más aquel sillón solitario. Me levanté con todas mis fuerzas y me introduje en el baño antes de arrojar un poco de agua sobre mi pálido rostro.

Las bolsas debajo de mis ojos habían crecido considerablemente y ya no me molestaba en cubrirlas. La palidez de mi piel había aumentado y el enrojecimiento de mis ojos parecía cada vez más común, al pasar prácticamente todo el día ebria para disminuir la carga que todo esto representaba para mí.

Tomé una bocanada de aire y sequé mi rostro con una toalla que siempre dejaba a un lado. -Tú puedes. -Murmuré para mí misma y enjuagué mi boca para evitar que el olor a alcohol fuese demasiado evidente.

Salí del baño a toda prisa y tomé mi chaqueta antes de salir de la oficina. Melissa me esperaba frente al ascensor lista para bajar y acompañarme a esta junta que me causaba más de un mal presentimiento. -¿Está bien? -Preguntó la chica mientras salíamos del ascensor minutos después.

SEDUCTION | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora