Capítulo 18. Venganza compartida.

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La tensión de aquella habitación parecía querer estallar las ventanas cuando el castaño frente a mí tomó asiento para informarme sobre el siniestro plan que llevaba tanto tiempo pensando, hasta que se le presentó la oportunidad perfecta para dar a conocer sus verdaderas intenciones.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho, causando que mis ojos divagaran por la oscura habitación en busca de un escape que pudiera terminar esta gran pesadilla de una vez por toda. Suspirando pesado, consideré culminar con aquella tensión atacándolo para que llevara a cabo su plan.

Sin embargo, sabía que Alex no me la dejaría tan fácil y me preguntaba si aún me estaban buscando allí afuera. Cerré los ojos con fuerza, mascullando mi decisión de que sólo quería que la tortura terminara mientras las voces en mi cabeza me pedían a gritos que no me rindiera.

—¿Ya terminaste? —Interrumpió con una repugnante sonrisa burlona aquel hombre frente a mí, inclinándose en su silla para que su rostro marcado quedara a la altura del mío. —No importa cuántas plegarias puedas recitar, no te vas a salvar de esta.

Con la poca fuerza que me queda, me aseguré de escupir directo en su rostro antes de sentir en incesante ardor de mi mejilla, propiciada por la bofetada que me acababa de dar como respuesta. —Voy a salir de esta. —Murmuré causando una risa repentina de su parte.

—Yo no estoy tan seguro. —Movió nuevamente su arma reposando su cabeza en la misma mano con la que pensaba presionar aquel gatillo. Lo miré con odio y traté de incorporarme lo mejor que aquel asqueroso colchón me permitía.

Detrás de aquel idiota que se empeñaba en hacerme sentir miserable, pude observar una luz que se escapaba por la rendija de la puerta, haciéndome ver lo que parecía un pasillo. Si tan sólo pudiera llegar hasta él, podría salir de aquí. —Pensé para mis adentros mientras volvía la mirada al ingenuo de mi hermano menor.

—Verás, hermanita. Seguro notarás que la vida ha sido muy buena contigo, a pesar de todo. —Aquel hombre bufó exasperado. —No puedo decir lo mismo. —Miró fijamente su arma antes de volver su mirada asesina hacia mí. —Mientras tú eras claramente halagada por tu nueva posición en Jauregui’s International con millones de dólares bajo tu poder, yo me escondía en las calles hasta que fue inevitable y fui atrapado por verdaderos mafiosos. —Pareció tragar saliva antes de continuar. —Después de escaparme vivía debajo de los puentes y de pronto mi hermana se había convertido en demasiado famosa como para pasar desapercibida. 

—Yo no… —Traté de decir, pero aquel chico no hacía nada más que acorralarme con la mirada.

—¡Cállate! —Escupió apuntando nuevamente su arma hacia mí. —¡Sólo escucha por una vez! —Cerró los ojos con fuerza y continuó. —Cuando una persona como yo y una como tú comparte apellidos, es cuestión de tiempo antes de ser encontrado. ¡No tienes la más mínima idea del infierno que pasé por tu culpa! Fui torturado, golpeado y arrastrado más de una vez, sólo por ti.

—¡Yo no tuve que ver! —Aclaré.

—¡Tuviste todo que ver! —Exclamó. —Tuviste todo que ver porque aquellos a quienes más les temía fueron por mí, sólo para tener una porción de Camila Cabello y su fama. —El rencor en su mirada se hacía cada vez mayor. —No lo entiendes, ¿o sí? Me metí en grandes deudas para poder sobrevivir y una vez que entras a ese mundo, no puedes salir. —Una sonrisa sarcástica se dibujó en aquel rostro lleno de cicatrices. —Pero es para lo que nací.

—¿De qué estás hablando? —Pregunté más para mis adentros, con temor a la respuesta.

—Me convertí en uno de los grandes mafiosos de Nueva York, hemanita. —Lo miré atónita sin entender cómo había llegado tan lejos. —Tuve que resistir tantas palizas para que no llegaran a ti, sólo porque ese pedazo de Camila Cabello que ellos querían tenía que ser mío. Siempre tuvo que serlo y es por eso que Alejandro jamás vivió para contarlo.

SEDUCTION | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora