|•capitulo cuatro•|

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Valeria:

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Valeria:

siempre odie los partidos de basketball, y mas por los gritos de Amaya hacia el amor de su vida dominik.

Una vez que se terminan las clases, salgo del instituto no sin antes despedirme de mi mejor amiga.

— ¡Adiós zorra!. —Exclama Amaya alegremente despaldas mientras agitaba su mano en forma de despedida y caminaba por en medio de la calle.

Tenía tanta suerte de vivir a tan solo unas cuadras cerca del Instituto.

— ¡Adios!. —Exclamó con una sonrisa para después voltearme y seguir mi camino hacia el bosque.

Caminaba a toda prisa por el nublado sendero del bosque que se dirigía a mi casa, daba gracias a Dios que hoy era viernes. Y en pocas palabras eso significaría descanso y pasar tiempo con mi madre.

"Ya quiero llegar para verla....."

Digo mentalmente mientras imaginaba estar en los brazos de mi madre, a ella le encantaba escucharme charlar todo el día de la escuela y siempre se esforzó por asistir a mis recitales de bailarina, lo cual es otra historia. Nuestra relación era envidiable, tal vez no tenga un padre presente pero tenía a mi madre que valía mil veces más para mi.

Sostenía mi mochila del lado derecho de mi hombro y miraba a mi alrededor cada segundo que caminaba por aquel solitario y frío lugar, tratando de aliviar mi nerviosismo con imágenes alegres, hasta de unicornios si era necesario.

Escucho el crujido de una rama ser pisada detrás de mi y el pánico invadió todo mi cuerpo, sin mirar hacia atrás apresuro mi paso y mi respiración comenzó a volverse agitada mientras más rápido caminaba.

"Solo un poco más..."

Visualizo la pequeña cabaña hecha de ladrillos con una chimenea del lado izquierdo que resaltaba y las dos transparentes ventanas de cada lado.

Antes de poder llegar unas pálidas manos tapaba mi nariz con un pañuelo. Forcejeo y pataleo pero aquel extraño era más fuerte que yo.

Poco a poco mi cuerpo se sentía más débil y mis párpados se caían, hasta que todo se volvió negro.

Poco a poco mi cuerpo se sentía más débil y mis párpados se caían, hasta que todo se volvió negro

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