CAPITULO 1
Las cosas no pueden ir peor.
O eso es lo que pensaba cuando llegué a este pueblucho de mala muerte, en el culo del mundo donde ni siquiera se han preocupado por ponerles nombre a los montes que lo rodean.
Estaba equivocada.
Sí que pueden ponerse peor las cosas, mucho peor. Como por ejemplo que la casa en la que vivimos ahora mi madre y yo es grande pero está bastante destartalada, que el jardín está completamente lleno de hierba, la vecina de al lado es una vieja gruñona que no sabe mantener a sus gatos encerrados... y muchas cosas más.
Llevamos aquí alrededor de dos semanas y el instituto es bastante agradable. Pero no por el hecho de que los alumnos son simpáticos, sino porque es lo bastante grande como para poder perderme por él y no tener que tropezarme con nadie. Todos parecen estar en su mundo, centrados con sus quehaceres y yo no tengo lugar en su mundillo, eso es desolador pero tampoco me preocupa mucho porque siempre he sido una persona muy solitaria y antisocial.
Prefiero centrarme en buscar ideas por internet para decorar mi habitación. Siempre he tenido ese sueño de poder tener un cuarto que empiece desde cero para poder llenarlo de cosas a mi gusto, creo que es algo que toda persona ha querido o quiere en su vida y si no es así... pues sois raros.
Por ahora, la casa sigue patas arriba excepto la cocina y la mitad del salón. Mi madre no pasa mucho por casa por su trabajo, es enfermera y trabaja por turnos pero también necesita dormir y el hospital está bastante lejos así que la que se ocupa de ordenarlo todo soy yo. El hecho de vivir prácticamente sola a veces me asusta porque las noches aquí son algo siniestras. Las ventanas silban por el aire y las ramas de los árboles rozan el cristal haciendo que parezcan las uñas de alguien que intenta arañarlo.
Lo dicho, siniestro.
Más todavía si antes de irme a dormir he visto una película de terror.
Hoy viernes, termino la segunda semana de clases y estoy deprimida porque sé que el fin de semana que me espera no tendrá nada de diferente que el anterior, osea que me voy a pasar las cuarenta y ocho horas limpiando y colocándolo todo en casa.
Salgo por la puerta principal maldiciendo a la madre naturaleza por hacer que la mañana fuera de lo más calurosa -por eso llevo unos pantalones cortos y una chaqueta fina de flores con mis amadas Convers - y que la tarde se esté volviendo tan fresca.
El bolso donde llevo los libros bambolea a cada paso que doy y se choca con mi pierna, pero es tan bonito y tan caro que me he propuesto usarlo todos los días. Camino lo más rápido posible sacando las llaves para estar preparada y poder entrar en el coche cuanto antes.
¡Dios, estoy helada!
Voy tan ensimismada en mis pensamientos que hasta que no estoy a unos pocos metros de la escena, no me doy cuenta de que un chico de estatura demasiado alta y unos músculos presentables está golpeando a diestro y siniestro la cara de otro chico más joven que él y algo más lejos veo a otro chico observándolo todo con gesto impasible. Encuentro sangre en el suelo y el chico agresivo que comienza a asustarme está riéndose... sí, riéndose de esa pobre persona inocente.
¡Maldito bastardo! Ojala alguien le dé de su propia medicina.
Sin ser consciente de lo que hago, suelto el bolso y las llaves dejando que caigan al suelo y me tiro a la espalda del grandullón. Creo que me hago más daño yo que él, pero sigo a lo mío.
- ¡Suéltalo!
El idiota gruñe y me aleja de su espalda pero sigo insistiendo mientras el pobre chico se retuerce de dolor en el suelo.
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BOXEA COMO PUEDAS (Completa)
Novela JuvenilRyan se encuentra en una encrucijada al dejar entrar en su vida a una boxeadora que le tiene loco. Su forma de boxear le resulta conocida, pero no queriendo entrar en detalles deja el tema apartado. Su vida ya es bastante difícil intentando olvida...