Capítulo 25: Odiarte

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Nicole apartó su vista, rápido, al ver el hachazo de Rick Grimes en la cabeza de aquel hombre. El hombre del Gobernador que los atacaba desde su propia torre de vigía.

Otro hachazo. Y otro.

Ella no sabía qué hacer, si irse, o quedarse, o frenarlo.

—¡Rick!

Harrison y Grimes se miraron, antes de asomarse a ver quién los llamaba. Hershel quería hablar con Rick, lo cual Nicole agradeció la intromisión.

—Ve —le dijo ella—. Yo... limpiaré esto.

Oyó los pasos de su amigo alejarse y con un balde y trapo se acercó a aquel río de sangre. Evitó mirar a toda costa los coágulos de sangre en el piso y en el vidrio de las ventanas.

—Dios —susurró, agarrándose el cuello con fuerza.

Fue tan repulsivo escurrir el trapo en el balde, ver como se teñía de rojo... que tuvo que correr hacia la esquina de la torre para expulsar todo el vómito que había subido por su garganta.

—¿Nick, estás bien? —apareció Carl y miró el cuerpo masacrado en el suelo— ¿Eso lo hizo mi padre?

Apenas escuchó eso, volvió a vomitar, más fuerte.

—Tranquila —murmuraba el joven, acariciando su espalda—. Tranquila...

Habían sido días terribles. Y sabía que vendrían peores.

La llegada de Andrea a la prisión había sorprendido a todos.

—Hershel, tu pierna, por Dios —expresó la rubia, tocándose el corazón—. ¿Qué es lo que sucedió? ¿los demás? ¿Shane, Lori?

No respondió ninguno, algunos simplemente negaron con la cabeza.

—¿Y Lori?

Hershel negó con su cabeza y llevó sus ojos verdes hacia la bebé Judith. Andrea cubrió su boca con dolor, al comprender.

—Dios mío —se acercó a Carl y a Rick, con los ojos cristalizados—. Lo lamento tanto...

Rick miró el suelo, mientras Carl la miró indiferente.

—¿Viven este pabellón? —preguntó ella— ¿Puedo verlo?

—No.

—No soy su enemiga, Rick.

—Bueno, teníamos ese campo, hasta que tu novio abrió fuego.

—Él dijo que ustedes dispararon primero.

—Miente —escupió Daryl, apoyado en la barrera de las escalera—. Mató a Axel, él era uno de los nuestros.

Nicole sintió una estúpida sensación en el pecho al oír su voz. Lo sentía tan cerca y, tan lejos a la vez.

Andrea afirmaba que jamás supo que ellos estaban en Woodbury.

—¿No fue él quién tenía el dedo en el
gatillo? —señaló a Merle—. ¿No fue él quién los secuestró? Yo... no puedo explicar lo que hizo Philip. ¡Pero debemos unirnos! ¡Debemos resolver esto!

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora