𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍

Capítulo 28: Bésame

—Debería estar ahí —observó Nicole a la distancia, la prisión.

Habían simulado abandonar la prisión, para que cuando el Gobernador llegue, le planten una emboscada perfecta.

Todos se encargaron de defender el lugar, a excepción de Nicole, Carl, Hershel, Beth y la bebé.

—Yo también —murmuró amargado Carl.

—Ambos están bien aquí —habló Hershel, acariciando la cabeza de la pequeña Judith acostada en los brazos de Beth.

De pronto, tras oír los arbustos del bosque removiéndose, un muchacho se permitió ver. Un chico, de no más de quince años, que aparentemente escapaba del tiroteo.

—¡Por favor! ¡No disparen! —alzó las manos, con la voz agitada— ¡Me llamo Teddy! ¡Yo solo quiero irme a casa!

—Bien, Teddy, suelta el arma —exigió la arquera, sin dejar de apuntarle.

Teddy obedeció sin dudarlo ni un segundo. Con solo ver sus ojos verdes, podías notar lo aterrado que estaba. Por eso, Nicole bajó su arma.

Pero luego, simplemente no pudo reaccionar... cuando Carl Grimes le disparó en la cabeza, frío, sin titubear, matando al chico al instante.

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—¡Le disparaste! ¡Sin ningún porqué!

—¡Claro que tuve un porqué!

Nicole Harrison seguía los pasos acelerados de su ahijado. Ni siquiera se dieron cuenta de que habían llegado a la prisión, donde todo había salido más que bien.

Rick, al verlos regresar, los abrazó con felicidad. Pero ninguno de los dos le devolvió el gesto, enfocados en la discusión.

—¿Qué sucede? —preguntó Rick.

—Maté a un soldado del Gobernador.

—¡Había huido, Carl! ¡Era un niño asustado!

Esas palabras de la arquera helaron el corazón de Rick Grimes.

—Nos apuntó. ¡Él nos apuntó! —sostuvo Carl, antes de alejarse de allí.

—Fue defensa propia —murmuró Rick, sin querer aceptar la realidad.

—Estaba ahí —habló Hershel—. No fue necesario.

—Él... él dice que les había apuntado.

Nicole se agarró la cabeza, con desesperación.

—Ese chico no tenía ni tres años más que Carl —dijo, con dolor en su voz—. Rick, lo mató. Te digo que mató al chico.

Los ojos del antiguo sheriff se cristalizaron. Luego, siguió los pasos de su hijo.

Nicole cerró los ojos con fuerza. Necesitaba alcanzar la paz para ella, para toda su familia, por al menos un día. Escuchó ese inconfundible motor, y corrió hacia él, con necesidad.

Él le sonrió un poco. Y esa sonrisa había sido la primera tras dos días desaparecido, lidiando con la muerte de su hermano.