Capitulo 1

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Odio cuando las chicas lloran.

Siempre me he preguntado si piensan que todos los hombres van a caer rendidos por un exceso de lubricación ocular. En serio, se ven horribles.

La chica frente a mí no era la excepción. El maquillaje corrido, los labios temblorosos y la cara roja como un tomate magullado que se ha quedado al fondo del cesto no son lo mío.

-¿Me estás diciendo que se terminó? - balbuceó con la voz rota. Un bolso de aspecto fino colgando sin gracia sobre uno de sus hombros cabizbajos.

Otra cosa que odio. Aquí no había nada que terminar porque nada había tenido nunca oportunidad de empezar en primer lugar. Por eso detesto la interacción por redes; Facebook e Instagram, enemigos del sentido común. Un par de días -o tal vez semanas, quien sabe- de acoso por SU parte no equivalen a MI interés. El que se haya ofrecido a obsequiarme una camisa autografiada de los Rolling Stones* tampoco, yo nunca dije que la quisiera. Qué muy probablemente había gastado la mitad de sus ahorros por comprarme un carísimo gato de raza pura, era su problema. Además, el gato estaba horrible.

- Siento que hayas tenido la idea equivocada, pero no me gustan las chicas feas con caras de sapo -solté. Porque, ¿para que recurrir a eufemismos? Siempre había creído que la sutileza no era más que una mentira mal disfrazada.

-¡Eres un idiota Ángel Wells! -gritó empujándome en el pecho antes de salir corriendo por el campus, en dirección a quien sabe dónde. Un grupo de personas observaba la escena desde la distancia, y el brillo de lo que seguramente era un celular me alertó. Muy bien, momento de moverse.

Bueno ya que, allá va la número 127 en ilusionarse sin razón, pensé. Di media vuelta cuidando de no dar la cara a los curiosos y fuí a clases.

Bien, esta es la cosa, soy apuesto y popular, (hey, no me odien por decirlo, solo digo la verdad), y también soy un idiota. ¿Ya les dije que odio los eufemismos? Extrañamente, a las chicas pareciera que les gusta esta combinación, pero no por ello me enrollo con medio mundo. Soy muy selectivo. Si ustedes hubieran pasado la mayor parte de su vida recibiendo insinuaciones de cualquier persona (chicas, chicos, hombres, mujeres, ancianas, ancianos, señoras de la cafetería, etc.) también serían selectivos. No me juzguen porque ustedes no tengan tantas opciones, yo solo soy más sincero al respecto.

Entré al auditorio 3 con la mochila sobre mi hombro cinco minutos antes que empezara la clase.

-¡Ángel! -saludó una mano en las filas laterales.

-Hola Austen -deposité mi trasero junto a su asiento.

-¿Nunca te cansas del apodo, cierto? -preguntó Kris.

-Nah, te queda -señalé la pila de libros en su mesa. Todos con pinta de haber sido releídos hasta el hastío, tapas gastadas y paginas manoseadas.

-Ja, ja, mira como me río -dijo con sarcasmo antes de enfocarse en el que tenía abierto frente a ella. Me incliné con cuidado para echar un vistazo. Novela negra;* al menos no era otro estúpido romance post renacentista. -Ángel, no me respires encima, también necesito oxigeno -tal vez no me incliné con tanto cuidado como creí.

-¿Sabes cuantas chicas pagarían porque esta guapura les estornudara encima? -bromeé retirándome el cabello negro de la frente.

-¿Sabes cuantas de ellas pagarían por uno de los dientes que pienso tirarte si no te quitas? -contraatacó. Me dió una sonrisa torcida y volvió a lo suyo.

A diferencia del resto, Kristen Hard era inmune a mí. No andaba por ahí alardeando de mi cercanía, no me asfixiaba con su amistad, ni era de las típicas "solo quiero ser tu amiga y después ver qué pasa" o nada de esa basura. Culpo a los medios de comunicación por venderle esa idea de romanticismo barato a las personas, y las culpo a ellas por tragárselo sin más, como sedientos ante una Coca-Cola, buscando cualquier resquicio de emoción para endulzar sus ya de por si necesitadas vidas.

Los Chicos Guapos También LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora