Capitulo 4

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Kris se estaba comportando cada vez más rara —si es que cabía—. Se mostraba esquiva, cortante aunque no brusca, evitaba el contacto visual y por si eso fuera poco se iba hacia no sé dónde a la hora del almuerzo. Se sentía un tanto extraño, ya me había acostumbrado a almorzar con ella, después de todo, y volver a hacerlo únicamente en compañía de mi guitarra y cuaderno de partituras me supo mal. Los chicos de mi banda estaban haciendo el tonto a esas horas, pero como dicen, "peor es nada". Claro, siempre y cuando Ron no estuviera de conquistador o los gemelos siendo conquistados. Cuando era eso prefería escaparme, había un par de niñas de primero que me ponían los pelos de punta con su batir de pestañas y no conseguía quitármelas de encima el otro día.

  Molesto.

  Al principio me dije que el comportamiento de mi amiga debía ser por lo ocupada que parecía estar con el guion. Me atusé un poco porque hasta ahorita los esfuerzos que había hecho para componer la melodía eran más pastosos y torpes que hasta a mí me daban vergüenza.

  La historia al estar basada en la novela que estaba escribiendo Kris ya teníamos claro de que iba: una chica con desorden alimenticio en una odisea por descubrirse a si misma en medio de su trastorno y a pesar de los tabúes sociales. Amistad, romance, separación, búsqueda, superación personal, sacrificio, esfuerzo y blah, blah, blah. Teníamos menos de una semana para ello, y yo aún no le encontraba el ojo a la aguja, como diría la abuela de Kris. En serio, ¿desde cuándo me había vuelto así? Había ocasiones en las que solo hacía falta una emoción fuerte para que las notas brotaran como margaritas en mi cabeza, luego solo las trasladaba al papel y comenzaba a pulirlas; otras veces tenía que ponerles más esfuerzo para componer algo, ¿pero ahora? parecía que ese Ángel se había tomado un par de vacaciones sin avisar.

  Me dije que lo que tenía que hacer era desconectar un poco, así que para variar caminé sin rumbo por el campus, y cuando vine a notarlo me encontraba cerca de edificio de Letras. Solo había estado en él un par de veces, y a pesar de que la infraestructura no era muy diferente a otros, el cambio era palpable. El aire olía levemente como a una mezcla de café y libros viejos, que extrañamente resultaba agradable. Las paredes eran de un color celeste desvaído, donde la pintura comenzaba a caerse en algunas secciones, como si se tratara de un dibujo viejo y manoseado. Los pasillos estaban plagados de chicos leyendo o escribiendo, a lápiz o en portátiles, en grupos o solos, sentados, repantigados en el suelo o unos cuantos en las posiciones más extrañas que me hubiese podido imaginar; como el chico del jardín de enfrente, que estaba sentado en la ventana abierta, dándole la espalda al vacío, y que en ocasiones se descolgaba hacia afuera solo para incorporarse de repente y escribir con premura en su libreta, recordándome levemente a un gimnasta, o la chica de las mesas de afuera, que tenía ante sí una pirámide de lapiceros y marcadores con la punta hacia arriba (me preguntaba cómo había logrado que no se cayeran) o el chico del fondo, que parecía estar hablando solo y alternaba expresiones faciales de sorpresa y enojo mientras escribía. Claro que habían varios de dar la impresión de ser normales, pero, hey, ¿Quién podía asegurar eso en esta universidad?

  Cuando me paseaba frente a un salón descubrí a Kris en medio de un grupo de chicos y chicas. Sentí una pequeña punzada al caer en la cuenta que ella también parecía tener una vida y amigos fuera de Mark y yo, vida de la cual no sabía prácticamente nada además de su amiga que decía que visitaba en vacaciones de verano, y cuyo nombre nunca me había dado la tarea de recordar. Caí en la cuenta que no la conocía tanto como creía.

  —¿Ángel? —Escuché su voz sacándome de mis pensamientos— ¿Qué haces aquí?

  El grupo que estaba con ella me miró con aparente interés y de pronto me sentí incómodo. Buena pregunta, ¿Qué estaba haciendo ahí? Por otra parte, era la primera vez en días que Kris me dirigía la palabra con normalidad.

Los Chicos Guapos También LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora