Capitulo 23

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  —¿Te pasa algo? —preguntó Lily devorando su pizza de pepperoni.

  —Para nada, solo me quedé un poco absorto viendo que comes mucho —me reí.

  —Es que Tyler nunca me deja comer nada de estas cosas —dijo con la boca llena—. Dice que es comida basura.

  —Entonces come otra rebanada y fingiremos que es brócoli —le guiñé un ojo y sonrió divertida, dándole otro enorme mordisco de tiburón.

  —Sígueme contando de tu escuela —pidió emocionada. Sus ojos tenían un brillo que delataba una inmensa curiosidad.

  Habíamos paseado, bromeado y conversado toda la mañana. Hasta ese momento me había puesto al día con muchas cosas: era una excelente estudiante, su equipo había perdido el campeonato, pero estaba bien con eso. Siempre había sido una niña muy llamativa y vivaz, de esas de los que todos quieren ser amigos y no saben por qué. Le seguía encantando dibujar y colorear, sus maestros eran estrictos, pero la trataban bien. Era increíble lo rápido que estaba creciendo, tanto que dentro de un par de años tal vez tendría la estatura de Kris. Me reí al pensar en ello.

  El único problema que tenia, era que aun le daban miedo los espacios cerrados y la oscuridad, aunque tomando en cuenta eventos pasados, pudo ser peor.

  —Pues es enorme, parece un laberinto una vez que entras, y te apuesto que nunca veras gente tan diferente reunida en un mismo lugar; hay personas adultas que incluso son mucho mas pequeñas que tu, talentosos músicos, increíbles pintores... hasta hay algunos que practican arte circense en un ala de la universidad, haciendo acrobacias en trapecios como si estuvieras en el circo; otros bailan, actúan, escriben, crean... Hay tantos artistas y de diferentes tipos que me tomaría días enteros describírlos de tan peculiares que son. Y hay otros que se ven relativamente normales.

  —¿Cómo tu y Mark? —preguntó.

  —Algo así, aunque tu hermano no es del todo normal —me reí señalándome.

  —¡Háblame mas de tus canciones... y de cuando patinas!

   —Veremos si te lo enseño mas tarde. Por ahora, vamos a dar una vuelta para que rebajes esa pizza.

  —Esta bien.

  Engullí un último bocado de pizza, recogí la caja de la mesa y nos encaminamos fuera del establecimiento, recorriendo sin prisa los escaparates del centro comercial en medio de una lluvia de preguntas.

  —¿Tyler te trata bien Lily? —pregunté con duda.

  —Es estricto, pero es bueno conmigo, aunque no es muy divertido —añadió—. ¿Por qué ustedes no se llevan bien? —me miró.

Dudé un momento mientras escogía mis palabras.

  —Esa es una larga historia que quizás aún no entiendo del todo, pero cuando lo haga, te lo platicaré.

  —A veces pienso que nunca me dejaran de tratar como a una niña —dijo con un puchero.

  —¿Y no lo eres?

  —No, ya estoy grande.

  Le alboroté el cabello.

  —Papá también hacía lo mismo —añadió.

  —¿Hacía? —pregunté.

  —Si. Se volvió a casar. Hace dos años que no lo veo, y dejó de llamar hace mucho.

  No supe que contestar. No podía decir que lo lamentaba, porque no era cierto, pero la tristeza en el rostro de mi hermana era tan evidente, que no me imaginaba lo sola que debía sentirse. Sin madre, abandonada por su padre, no me extrañaba que me hubiera ido a buscar cuando supo que me olvidé de ella.

Los Chicos Guapos También LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora