Capitulo 9

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  Un rato después llegue a toda prisa a la casa de Kris. El camino estaba húmedo por la lluvia de la noche, pero el sol intentaba brillar con timidez tras las nubes. Este tenía que ser mi día, así que llevaba mis Vans cómodos, jeans azules y mi camisa blanca de mangas largas. Extrañaba mi chaqueta de cuero, si, la que Kris se había quedado el sábado junto a mí camiseta, pero ya habría tiempo para recuperarla.
    
  Saludé a la abuela de Kris a toda prisa y pregunté si ya habían comenzado, aunque lo que en realidad esperaba era averiguar si Mark  no había llegado todavía. No, no había llegado Mark aun; Perfecto.  Me disculpé, argumentando que estabamos retrasados. Iba subiendo las escaleras de dos en dos y fui lo suficientemente ciego para no ver al abuelo de Kris que venía bajando. Me estrellé contra él a media escalera y el impacto me hizo tambalearme hacia atrás. Caí hecho un ovillo de piernas y brazos, y cuando mi cabeza estaba a punto de llevarse lo que seguramente sería el golpe de mi vida, algo me detuvo.

  Abrí un ojo con temor y desde mi extraña posición de araña contorsionista cabeza abajo, vi que el Señor Hard me había sujetado del tobillo impidiendo lo que seguramente hubiese sido una horrible contusión.

  Sin decir una palabra me ayudó a ponerme de pie. Un dolor me atravesó la rodilla izquierda y casi me hace caer otra vez si él no me hubiese detenido de nuevo.

  —Dios, ¿que fue ese ruido? —Dijo la señora Hard con expresión preocupada. —¿Cariño estas bien? —Me dijo viéndome de pies a cabeza.
    
  —¿Qué pasó? Escuche un ruido —Dijo Kris desde arriba de las escaleras.

  Traía puesto sus leggings negros de estar en casa y una enorme camisa amarilla que le llegaba hasta las rodillas; el cabello le caía en ondas desordenadas a los lados y sus ojos muy abiertos tras sus gafas tenían el brillo de la sorpresa. Se miraba hermosa.

 Debo haber tenido cara de estúpido, y probablemente me quedé viéndola más tiempo del adecuado, porque el abuelo de Kris tuvo que responder por mí ante la pregunta de su esposa; si, el señor Hard, que se comunicaba principalmente con gruñidos y tal vez telepáticamente, fue quien tuvo que responder ante mi aparente perdida del habla y estado cataléptico.*
   
  —Solo se tropezó cuando subía —dijo con su atronadora voz de gigante, porque justo en ese momento que estaba junto a él, note que era más alto de lo que había pensado.
    
  Probablemente mediría casi los dos metros, y por el choque pude comprobar que sus pectorales podrían detener una pelota de beisbol a toda potencia y está solo rebotaría.

  Podía imaginarme la escena, el pitcher lanzando la bola, ésta siendo bateada y salir despedida a toda velocidad contra su pecho. La bola seguiría dando vueltas por unos segundos atrapada entre la tela de su camisa, echando humo por la fricción hasta perder su velocidad y fuerza, cayendo al suelo vencida. Los espectadores estupefactos romperían en vítores ante tal hazaña, y el Señor Hard despertaría de su siesta por el ruido, preguntándose con el ceño fruncido por qué tanto alboroto.

  Ese mismo ceño que en este momento era dirigido a mí.

  ¿Cuál había sido la pregunta?
   
  —¡Ah, sí estoy bien! Seguro, solo me despiste cuando subía, perdón. Mm... gracias señor, no volverá a pasar.
    
  Intenté dar un paso y el dolor de la rodilla me traspasó. Una mueca cruzó mis facciones.

  —Parece que estás lastimado cielo, ven, voy a revisarte.
    
  —Gracias señora, pero no es necesario, solo debe ser un ligero golpe, ya pasará solo.
   
  —No le hagas caso abuela, revísalo. Ángel es muy cabeza dura, puede ser grave —dijo Kris bajando las gradas.
   
  —No tengo nada, en serio, solo fue un golpecito —le dije con firmeza—, y no soy un cabeza dura, deja de ponerme en mal.
    
  —Sabes que lo eres, no intentes verte rudo que aquí nadie se lo traga.
    
  —No intento verme rudo, te digo que no fue nada, solo perdí pie y ya.
    
  —Apuesto que te duele tanto que apenas te puedes sostener en pie.
    
  —Mira que eres terca. ¿Por qué quieres verme mal? Si te digo que no tengo nada es porque no tengo na...
    
  Sentí que me quemaron la rodilla y un gruñido se escapó de mi garganta.

Los Chicos Guapos También LloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora