Queen of Disaster ⋆° RadioDust ◌*̥

15° Madame

Flores.

Angel se revolvió en su lugar de la cama. Sintió el calor de las sábanas envolverlo y lo blando del colchón. Trató de encontrar un cuerpo a su lado, más no tuvo éxito en hacerlo. Cuando abrió sus ojos, se encontró en su habitación, en el cuarto donde compartía un espacio con Husk, el cual estaba profundamente dormido en su correspondiente cama.

La araña se sentó en su lugar, el cambio fue extremadamente extraño ya que estaba seguro de que dormir con Alastor no fue un sueño. Fue algo que en realidad sucedió... Aspiró un poco el aroma del pijama que llevaba puesto, aún conservaba el perfume de Alastor, quien estuvo pegado a él toda la noche. Angel sonrió como un idiota enamorado, lo imaginó al despertar, su sonrisa intacta y su forma de tomar su cuerpo para llevarlo a su habitación. Era como un cuento romántico de hace muchos años atrás.

Corrió su mirada y se asombró demasiado al encontrar un gran ramo de flores al costado de su cama, sobre la pequeña mesa donde había un viejo velador. Jazmines rojos. Los recordó fácilmente. Cuando era humano, Alastor mencionó que eran sus flores favoritas. Ah... Era tan caballeroso. Representaban la fidelidad, la lealtad y el amor hacia alguien. Angel se cubrió el rostro sin poder creer que eso era real. El idiota de Alastor en serio le regaló jazmines rojos... En serio fue así de hermoso, servicial y precioso al dejar el ramo allí para él. Sus mejillas ardieron fuertemente, no recordaba la última vez que se sintió tan feliz por amar alguien.

—No te ilusiones, tal vez son para mí.

Husk se acomodó en su cama, giró hacia Angel y le dedicó una sonrisa confiada. Acomodó un poco la extensión de sus alas y luego se rio con gracia.

—Es broma, Angel. Al parecer te está yendo bien.

Ver el avance que esos dos estaban teniendo era algo gratificante. Angel se veía mucho más enérgico y feliz desde que Alastor lo cuidaba y lo mantenía cerca. Y el corazón de Alastor se había vuelto mucho más blando desde aquel día lejano en el que ayudó a la araña a romper su contrato. Estaba seguro de que el futuro los recibiría muy bien si seguían ese patrón de avance.

Angel tomó el ramo de flores entre sus brazos. Lo abrazó y enterró su rostro sobre los pétalos para sentir el aroma fresco a perfume. Fue delicioso y encantador, desde ese momento el aroma dulce de los jazmines le recordarían a Alastor y a lo maravilloso que era como hombre. Quería llorar, jamás olvidaría ese perfume en todo lo que le quedara de vida.

—Las apreciaré con mucho cariño.

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Los movimientos y los bailes tradicionales comenzaron a suceder con más rapidez. Y el ambiente era cómodo y fresco entre el grupo del hotel Hazbin. Las largas horas en el camino pasaban rápido mediante charlas, anécdotas y risas. La unión comenzó a volverse distinguible. En cada salón, Alastor realizaba los contratos y acuerdos con grandes hombres de negocios, para luego en las noches pasar su tiempo junto a Angel y dormir juntos. Entre los viajes en camioneta, Angel siempre estaba sentado a su lado, hablando de cualquier cosa y riendo y abrazándolo mientras Alastor lo observaba encantado y fascinado por tenerlo allí con él. Los días se escurrieron entre los dedos del grupo, hasta llegar a las últimas locaciones que debían frecuentar antes de volver a ciudad Pentagrama, a su hotel y a su vida habitual.

Se acostumbraron al ritmo de la realeza, a los habituales desprecios y al clima hipócrita de esos nobles. Ignoraron todo y disfrutaron las veladas a su estilo mientras Alastor hacia su trabajo. Su objetivo principal se estaba cumpliendo, su reputación crecía y al igual que su amabilidad y buenos tratos con toda clase de demonios. Lucifer debía estar orgulloso al mantenerse al tanto, porque su poder y jerarquía no hacían más que subir de grado.