Queen of Disaster ⋆° RadioDust ◌*̥

2° Pacto

Por una vez, las puertas del palacio real fueron abiertas para recibir a un alma pecadora. Un demonio de alto renombre y distinción que era temido por muchos con justa razón. Sin embargo, los reyes no citaban a cualquiera en el palacio, no sin motivos graves o de absoluta importancia.

Aquel día, Lilith sirvió personalmente un par de tazas de café sobre una bandeja de plata al invitado. El espacio de la sala era gigantesco, el solo sonido de la platería contra la pequeña mesa causaba un pequeño eco que retumbaba gracias a la alta estructura brillante del techo, el cual estaba adornado por unas arañas de oro. La bella mujer terminó de servir y caminó pausadamente hacia la posición de su esposo, quién estaba sentado frente a su invitado.

—Siempre tan puntual y responsable, Alastor. Es un gusto tenerte aquí.

El mismo Lucifer abrió la reunión con una cordial sonrisa y un gesto tranquilo. Se cruzó de piernas al momento que Lilith tomaba asiento a su lado, sobre costoso sofá de terciopelo granate. La escena era digna de un cuadro, la elegancia de los tres demonios presentes era indiscutible.

En respuesta, Alastor se inclinó un poco para tomar la taza de porcelana repleta de café negro y les sonrió con la misma amabilidad que sus acompañantes le estaban brindando. Acomodó la porcelana entre sus dedos con elegancia y estilo, muy expectante a lo que sucedería dentro de esas cuatro paredes.

—Es un honor para mí ser citado personalmente por ustedes, mis reyes. Me alegra ser bienvenido.

El demonio ciervo no podía llegar a leer las turbias intenciones de aquella reunión. Bajó un poco su sentido de alerta y sus expectativas, porque sabía que tenía que conocer el contexto completo de la situación. No reconocía un ambiente hostil por parte de los reyes. Aún así, no podía confiar en totalidad en ellos, porque no solían citar personalmente a demonios como él a sus lujosos aposentos a no ser que fuera un motivo demasiado grave.

—Hemos estado considerando algunas cuestiones luego del último exterminio. Estuvimos muy ocupados debido a la increíble cantidad de almas humanas que descendieron. Nuestra población se incrementa de forma incalculable.

Lilith agudizó su brillante mirada dorada y se enfocó en Alastor, suavizó su semblante severo y no pudo evitar expresar algo de pesar en sus palabras, ya que sus tareas y su cargo se hacía mucho más difícil con el pasar de los años. Lucifer tomó una de las tazas de café de la mesa y no dudó en darle un sorbo al amargo líquido caliente. Sonrió confiado hacia el temible demonio radio, necesitaba ablandar un poco el terreno antes de largar su bomba.

—Es algo agotador lidiar con esto solo por nuestra cuenta. Hemos recibido ayuda de algunos demonios de la realeza, pero ellos simplemente no comprenden la naturaleza de los humanos. Nadie que haya nacido aquí, puede entender o manejar a las masas como los demonios que habitaron alguna vez en el mundo de los vivos.

Explicar la naturaleza de los demonios reales podría tomarle horas. Lucifer sabía que ellos no eran capaces de sentir empatía verdadera por los pecadores y eso era un gran motivo de conflicto al gobernar.

El infierno no se trataba de un simple agujero de dolor, agonía y miseria como se acostumbraba relatar en la biblia o en la tierra. Era un mundo mucho más complicado que eso y el encargado de preservar los límites y las jerarquías para que el plano no se volviera mucho más caótico, era el mismo Lucifer. Se trataba de su gente y de su pueblo, tomar decisiones a la ligera nunca era una opción para poder preservar una convivencia no tan problemática entre los pecadores y los demonios de más alto rango.

—De todas formas, también intentamos que grandes demonios que alguna vez fueron humanos colaboraran con nosotros para poder establecer límites entre la población.