Queen of Disaster ⋆° RadioDust ◌*̥

19° Olvidar

Se mordió los labios y colocó su mejor sonrisa al salir al exterior. Angel estaba de buen humor. Tal vez esas fiestas siempre lo hacían sentir poca cosa, pero ese no era su mundo realmente. Fuera de esas apariencias, él podía estar con Alastor y, cuando todos esos viajes terminaran, al fin podrían estar juntos sin tener que soportar a Mimzy o Rosie. Al menos esa era su claro objetivo y sueño.

Con un bikini ligero, se sumergió en la piscina del hotel. Pudo observar que Husk estaba sentado en el extremo opuesto de la piscina bebiendo una lata de cerveza. Tal vez los gatitos no disfrutaban del agua, pero si del calor del sol. Sonrió con satisfacción al verlo, al menos no estaba solo allí.

Angel se quedó sentado en el borde y remojó sus piernas en el interior del agua tibia. Sintió la calidez del sol sobre su pelaje y se relajó. Pensar demasiado siempre lo hacía sentirse extraño. Pero no quería volver a dudar de Alastor ni de los sentimientos que ambos compartían. No de nuevo. Paseó sus manos por la superficie del agua cristalina y se quedó observando la punta de sus dedos rosas.

A veces sentía que todo era tan frágil. Tal vez solo era su imaginación debido a vivencias terribles a inestables. Pero se sentía así. A pesar de que Alastor le había asegurado que lo amaba y que lo que tenían debería ser muy fuerte, siempre sentía que todo podría desmoronarse con la brisa del viento. Odiaba esa sensación. Agitó el agua entre sus manos y cerró sus ojos. Odiaba sentir que todo podía romperse con facilidad. Detestaba desde lo más profundo de su ser que las cosas siempre le salieran mal.

Escuchó algunos pasos provenientes del lado lateral de ese patio con piscina. Angel se giró hacia atrás y se dio cuenta de que Alastor estaba saliendo al exterior.

Sonrió esperanzado, porque allí estaba la causa de toda su felicidad y no quería que eso cambiara. Amaba a Alastor, lo amaba con locura y cuando podía estar junto a él, no había inseguridades o miedos de ser abandonado otra vez a su suerte.

Se puso de pie y salió del agua. Caminó con prisa hacia él y nunca dejó de sonreír de forma encantadora y feliz hacia el hombre que le causaba una revolución de sentimientos en su corazón.

—¡Cariño! ¿Quieres refrescarte en la piscina conmigo? Este hotel no es una mugre asquerosa como los últimos y sus lujos son de otro mundo.

Angel sentía que su buen humor aumentaba con solo verlo. Cada vez que disfrutaban del agua el ambiente se volvía íntimo y especial, como si esa clase de lugares hubieran sido creados para que ellos dos disfrutaran del eterno amor que sentían el uno por el otro.

Pero detuvo su caminar y se quedó estático en su lugar al ver a Alastor. Él no estaba sonriendo... Todo lo contrario. Su expresión... Su expresión se notaba afligida e incómoda.

Y ese irreconocible semblante lo hizo estremecerse en miedo. Alastor nunca le había mostrado una expresión diferente. Aunque se sintiera culpable o mal, él no borraba esa sonrisa de sus labios. Era la primera vez que algo era lo suficientemente fuerte como para desaparecer la sonrisa de su rostro. Angel tembló, una oleada de malos presentimientos invadió todo su cuerpo y eso lo aterró tanto que se quedó callado y preocupado por largos segundos. Su corazón de aceleró por el temor, no supo cómo manejar eso. De nuevo sintió la horrible sensación de que las cosas eran frágiles y fácilmente quebradizas entre ellos. Y era algo que lo hacía sentir terrible.

—¿Al? ¿Qué pasa? Alastor...

Tenía tanto miedo que no logró controlar ese nerviosismo. Lo miró a los ojos en busca de respuestas o indicios, pero eso fue incluso peor que su silencio. Alastor alzó su mirada hacia Angel... El rostro del ciervo estaba repleto de oscuridad y, por más que se esforzara, no sabía cómo fingir que todo iba bien. Porque nada iba bien, absolutamente nada. No después de haber cortado la comunicación con Lucifer.