Queen of Disaster ⋆° RadioDust ◌*̥

26° Hit & Run

Angel acomodó los mechones de cabello de su larga peluca rubia. Retocó su maquillaje y parte de su labial delante de un pequeño espejo y sonrió ante su reflejo. Se veía espléndido, su ligero vestido negro cubierto de glitter plateado solo le otorgaba una apariencia juvenil y femenina. Al terminar de arreglarse, tomó su celular y activó la transmisión directa desde su cuenta de voxtagram.

Sus seguidores comenzaron a entrar desenfrenadamente a su transmisión en vivo y Angel, en respuesta a esto, le sonrió a la cámara y comenzó a caminar por los amplios pasillos de su nuevo hogar. El corredor era muy extenso, en las paredes predominaban colores blancos y dorados y habían pinturas de gran costo y esculturas en cada rincón. Así debía verse el palacio de un verdadero noble.

—¡Hola, perras! Hace años no usaba mi cuenta, pero ya saben, es difícil ser el novio de alguien tan importante.

No dejó de sonreír hacía los fans que le hacían preguntas y morían por interactuar con él. La araña jugó con ellos y les mostró los alrededores de su gran palacio. Por supuesto, Alastor merecía vivir en un lugar como ese luego de asumir su cargo.

Hubo grandes conflictos por los destrozos de ese memorable día pasado y por sus polémicas declaraciones. Pero una vez el demonio radio le explicó con lujo de detalles la situación al rey y expuso con sinceridad sus intenciones, Lucifer entendió y utilizó su sentido común para solucionar el problema. Ahora mismo, Alastor era lo más parecido a un rey a su lado. Su cargo y sus responsabilidades eran demasiado importantes. Y se llevó a Angel consigo porque el ciervo lo eligió como el hombre que quería a su lado en esa asunción. No habría trato de otra forma. Y en cierto sentido, a Lucifer no le convenía perder al demonio radio.

—Le pedí a Alastor que me retrataran de la forma magnífica que merezco.

Angel señaló uno de los grandes cuadros de la sala. Era un narcisista por haber pedido ese caprichoso regalo, pero lo merecía. Señaló con sus brazos inferiores su propio retrato colgado en la mitad de la mansión y a la vista de todos. Era Angel Dust en todo su esplendor y los mejores artistas del infierno lo habían ilustrado sobre un escenario vistiendo ropas muy pequeñas y mostrando porciones de piel que harían avergonzar a cualquier maldito rico bastardo.

Tal vez lo hizo a propósito. Ahora podía presumir que alguien como él había llegado hasta allí. Le refregaría a medio mundo lo hermoso que era su cuerpo semi desnudo ante todo el infierno. Además, Alastor amaba ese retrato porque representaba todo lo que era, alguien libre, atrevido y sin igual. Único en su especie.

—¡Angel! Se hace tarde.

Escuchó a Alastor desde el final del pasillo. Se estaba arreglando en su habitación y algunas sirvientas lo estaban ayudando a elegir que traje colocarse. Angel se giró hacia él con una pequeña sonrisa y le asintió. Antes de despedirse, se dirigió a su público y comentó las últimas novedades de su nueva vida como alguien de la nobleza.

—Oh, es cierto. Debemos asistir a una fiesta de gala. Pero esta vez, yo seré la estrella y nadie podrá decirme nada porque Alastor les arrancaría los brazos. ¿No es adorable?

Merecían recibir una cucharada de su propia medicina. Todos verían la forma en como Alastor lo llevaba al centro y presumía su belleza. Al fin podría ver el horror en sus rostros y reírse. La zorra vulgar era el pecador más importante del infierno al lado de su hombre y gracias a Lucifer. Los quería ver intentar rebajarlo. Ya nada era como antes, el ciervo sin duda se las cobraría.

—Tengo un show increíble que quiero que todos vean. Voy a mostrarles mis mejores habilidades y los dejaré sin palabras. Deséenme suerte, bebés.