Cada corazón tiene su propia melodía, y tú conoces la mía. (Gemeliers)

Por fin.

Se escucharon pasos en la escalera y...

***Narra Paula***

Era Dani, no sabía qué hacer, se me saltaron las lágrimas. De modo que subí las escaleras y me dirigí al cuarto de baño. Me senté contra la puerta y me puse a llorar, no podía más.

(...)

Nos encontrábamos sentados todos a la mesa para comer, yo estaba entre María y Jesús, y Dani al lado de este último.

-Bueno chicas, hasta que arreglemos la casa y eso para vivir, vais a tener que dormir aquí-dijo la madre de María creyendo que estaba dando una buena noticia.

-¿No os parece bien?-dijo mi madre.

Me levanté y me fui a la calle, ¿cómo me iba a parecer bien? Claro que ellos no sabían nada...

Llevaba un rato dando vueltas sin sentido,  pues no conocía aquello. Cuando de repente me pareció ver a la chica con la que había visto a Dani liarse. De pronto se me acercó, no sé de qué me conocía pero bueno...

-Así que tú eres la ex de Dani, ¿no?-dijo ella.

-¿Y a ti qué te importa?-dije bastante borde.

-Mira chiquita, que sé que quieres a Dani, pero él es mio. Y sólo me quiere a mi, así que estate quietecita.

-Vale puta-dije sonriendo con ironía-. Y por cierto, yo no lo quiero.

Dicho esto me fui de allí con las lágrimas saltadas sin esperar su reacción, no pensaba gastar el tiempo en discutir con esa.

(...)

Llegó la noche, y el momento de repartirse las camas, yo dormiría con María y Dani con Jesús. Pero eso no arreglaba nada, ya que estábamos todos en la misma habitación.

Era de noche, María y yo estábamos ya en la cama, y Jesús en la suya. Dani no había venido todavía, estaba en la calle.

***Narra María***

Paula se había quedado dormida, y yo estaba a punto, cuando de repente alguien me golpeó el hombro suavemente. Era Jesús. Me indicó por señas que fuera con él, ya que Paula estaba dormida y no queríamos despertarla.

Subimos arriba, donde me había llevado al llegar, y nos sentamos sobre el tejado a contemplar Mairena, era precioso.

-Es precioso-dije asombrada.

-Bueno sí, pero no tanto como tú.-dijo.

-Que cursi eres-dije sonriendo.

-Pero te gusta-dijo él con una sonrisa también-.María...necesito que todo vuelva a ser como antes.

-Y yo...pero...-y me dio por besarlo, no sé por qué, pero no podíamos seguir así.

Me siguió el beso mientras me acariciaba el pelo, cuando terminamos nos miramos a los ojos, me perdí en sus preciosos ojos marrones. Dicen que los ojos marrones no son bonitos. Pero para mi eran los mas hermosos del mundo, porque como dicen, no es la mirada, es quien te mira.

-Bueno, es hora de que volvamos a la habitación, antes de que se den cuenta de nuestra ausencia-dijo Jesús.

-Vale-dije, me cogió la mano y salimos de allí.

Fuimos caminado hasta la habitación, en silencio, pero no era un silencio incómodo,  era un silencio relajado. Cuando de repente escuchamos un golpe que provenía de la habitación, para ser más concretos un golpe contra la puerta.

-¿Qué hacen esos dos?-dijo Jesús riéndose.

***Narra Paula***

Se me cerraron los ojos, y me quedé dormida...

Me desperté con un golpe de la puerta, no estaba sola. Abrí los ojos y vi a Dani apoyado contra la puerta, con un ojo bastante hinchado y algunas magulladuras.

Mi corazón se agitó ante aquella visión, salí corriendo inmediatamente hacia él.

-¡Dani!, ¿qué te ha pasado?-dije mientras lo guiaba hasta la cama para que se sentase.

-Nada, ha habido una pelea y...

-Me lo imaginaba, iré a por el botiquín.

Volví con el botiquín y empecé a curarle el labio, estábamos muy cerca, mirándonos.

-Paula yo...lo siento, no deberías ser tan buena conmigo, no después de lo que he hecho...-dijo dirigiéndose hacia la puerta para irse.

Me puse delante de la puerta para que no se fuera, no sé por qué, fue un impulso.

-No hace falta que lo sientas, si ya no me quieres lo entiendo-dije tajante.

-Pero el problema es que sí te quiero, estaba con ella para olvidarte, pero nadie me hace sentir como tú, el brillo de mis ojos sólo sale contigo. Y cuando sonríes te juro que soy la persona más feliz del mundo y...

Lo besé, no podía más, lo necesitaba. Nos fundimos en un beso, al principio lento, luego más apasionado. Me presionó contra la puerta mientras nos besábamos, cada vez más apasionadamente, cuando de repente...

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