26| Aquella melodía que nos trajo de regreso al pasado

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Nunca había sido fan de usar vestidos, jamás. Ni de vestirse elegante, ni maquillarse ni nada realmente femenino. Los vestidos eran un estorbo a la hora de salir huyendo de una escena del crimen que la sentenciaría a dos semanas en la prisión de su habitación castigada; el maquillaje hacía cosquillas en su rostro y si tenía que mantenerse seria (cosa que rara vez sucedía) y usarlo al mismo tiempo, esa era una batalla perdida, reiría al final; verse femenina no era realmente su estilo, ella prefería algo natural y sin complicaciones. Ser quien era.

Sin embargo, Ariel tenía que admitir que aquel vestido que estaba usando era su favorito entre todos los que tiene. Odiaba las lentejuelas, odiaba los vestidos largos, odiaba lo elegante y sobre todo, dios la bendiga, odiaba con toda el alma los tacones que hacían que sus pies lloraran. Aquel vestido era diferente. Por razones que ella desconocía, siempre había gustado de usar aquel precioso vestido de color azul sencillo con el lazo en su cabello.

Aquella pieza tenía mangas largas y un poco holgada, salvo por los puños que eran ajustados. Color celeste suave, que le recordaba al cielo que se cernía sobre su cabeza cuando se encontraba despejado. Tenía un corsé negro en la cintura y cubriendo su pecho, no mucho más arriba estaba el escote circular. La falda era larga, tanto como para apenas cubrir sus pies y color azul, un poco más oscuro, pero no tanto, seguía siendo un color precioso. Sus tacones eran lo más sencillo que había, color negro por completo para hacerle juego al corsé y finalmente, una de las prendas que más amaba usar con ese vestido, el precioso lazo color celeste que traía atado en el cabello, justo en la parte superior de su cabeza, aunque eso no impedía que su cabello cayera como cascada detrás de ella.

Sí. Por alguna razón que Ariel desconocía, ese vestido era su favorito. Por desgracia para ella, el vestido no era elegante, tampoco era un vestido de fiestas y mucho menos era un vestido que debía usar en situaciones verdaderamente importantes como asistir a un evento de la realeza. En otras palabras: prohibido para uso presencial. Tal vez era justamente por eso que le gustaba tanto, debido a su sencillez y falta de estilo llamativo.

Por suerte para ella, eventos como cumpleaños o cosas pequeñas eran los que podía usarlo sin sentir que las personas la están juzgando. No es que realmente tenga prohibido usarlo cuando hay un evento grande, pero lo hacía para evitar justamente eso: ser juzgada.

Así que, volviendo a su situación actual, caminar por el jardín del castillo vistiendo aquel sencillo vestido (y sí, con repetirlo muchas veces no es suficiente) se sentía tan libre y cómodo como sería estar descalza y con pantalones en la casa.

La festividad era grande, pero no formal. Mucha gente del reino podía ir y pasar un rato, mucha otra había sido invitada formalmente para aquel acontecimiento especial.

No todos los días el rey cumplía años, ¿verdad?

Todo el jardín estaba decorado con banderines con el símbolo de la realeza y no del reino, los colores que a su padre más le gustaban eran sin duda los que más destacaban ese día. Muchas mesas redondas, cubiertas con un fino y elegante mantel blanco estaban esparcidas por todo el jardín. El ambiente había sido perfumado por las bellas flores de los jardines que bien tratadas eran a diario. Ariel observó el camino de piedra blanca que era rodeado por el césped bien cuidado. Parecía que la piedra había sido pulida ya que no había ni un solo rastro de polvo o tierra sobre ella.

– Esto es exagerado – Ella murmuró antes de dar un salto de piedra en piedra. El cielo estaba despejado, apenas unas pocas nubes, y el sol reinaba en lo alto del azulado techo de la naturaleza. Comparado con el día anterior que había llovido a cantaros, parecía que el arcoíris era mucho más brillante en ese bello día.

– Quédate quieta, arruinarás el vestido – Ariel se encogió de hombros al escuchar la voz de Attina con dureza. Manteniendo el equilibrio en un solo pie, la muchacha giro la cabeza hacia atrás para ver a su hermana mayor cruzada de brazos con una ceja alzada.

Melodía del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora