10| Y dejó de sonar

20 3 0
                                    

Ya habían pasado dos meses desde el accidente que Ariel había tenido y las cosas no podían estar más raras desde entonces. Había sido difícil para la pelirroja acostumbrarse a usar una mano que no era su dominante y pese a que tenía buena coordinación en el piano con ambas manos, eso no significaba que influyera en todo lo demás. La gente solía decir que de ensayo y error se aprende, pero ella más bien se sentía como una muñeca autómata cada vez que miraba su mano derecha casi inmóvil obligándola a usar su mano izquierda que no era dominante por ende casi siempre tenía problemas debido a esto.

La primera vez que notó que iba a tener más problemas de lo que pensó había sido cuando tuvo problemas para vestirse. Prácticamente estuvo peleando al menos durante diez minutos con una camiseta para poder colocársela y negó toda ayuda que sus hermanas pudieran darle. Tenía su mano derecha cubierta por un brazo ortopédico y la recomendación del doctor era usar un cabestrillo también, pero a la hora de vestirse el cabestrillo era un impedimento para ella por ende siempre tenía que quitárselo y luchar para poder vestirse.

Vestirse: listo.

No fue sencillo, pero de alguna manera logró hacer los cambios de vestuario todos los días. Oh, como deseaba ella quedarse en pijamas todo el día y dejar de sufrir por este accidente.

Lavarse: listo.

Fue aún más difícil cepillarse los dientes con la mano izquierda dado que no era su dominante. Sus encías la culpaban del dolor (y Alana, por el... rojo resultado). Lo único bueno que había logrado estos meses había sido evitar los golpes en sus encías, estaba mejorando considerablemente así que eso era un pro para su lista.

Desayuno: listo.

Tenía que admitir que desayunar era lo más fácil de su día. Desde la cocina, su ama de llaves y su cocinero, le habían ayudado en todo lo posible para que la chica no tuviera que levantar ni un solo utensilio. Se aseguraban de servirle sus tostadas ya preparadas para comer, el té o leche perfectamente servido y listo para beber, y a veces en algunas ocasiones más informales la combinación perfecta de leche y cereales que haría sus papilas gustativas explotar.

Almuerzo: listo.

De alguna manera había sobrevivido al almuerzo, pero no fue fácil. De hecho, de todo lo que tenía que hacer en el día como un acto obligatorio, el almuerzo era lo más complicado de todo y a día de hoy aún no era capaz de conseguir almorzar sin problemas.

Primero comenzó como todos los días, ella estaba en el salón familiar viendo alguna película (algo que había comenzado a hacer mucho) cuando escuchó que la llamaban para almorzar. Cuando miraba atrás, ella recordaba que aquel había sido apenas el tercer día desde su accidente y debido a la bota en su pierna, recorrer el camino hacia el comedor le había tomado el doble de tiempo entre el cojeo y entre las paradas para descanso, aun así con terquedad y orgullo se negó a usar la silla de ruedas y se forzó a sí misma a llegar al comedor.

Y llegó...

Nadie podía negarlo.

El problema no fue ahí sino fue en la comida.

La conversación de ese día durante la mesa no tuvo relación en nada a su accidente, gracias a dios. Por el contrario, la conversación había comenzado con asuntos políticos entre su padre y dos de sus hermanas mayores: Attina y Alana. Ella tuvo que aguantarse gran parte de la conversación encogiéndose en la silla.

Ni siquiera entendía de qué estaban hablando.

Y fue poco antes de que trajeran su plato de comida cuando algo golpeó su mejilla y al mirar hacia el frente vio a Alana sonriendo divertida con pequeños papeles enrollados de servilleta, olvidado la conversación que tenía anteriormente. La chica había usado sus dedos para lanzarlo sin necesidad de hacer un gesto con el brazo, simplemente impulso su dedo indice con su pulgar y el trozo de papel voló hacia su cara. Ariel no podía ser menos competitiva con su hermana, por lo que con una gran sonrisa desafiante y un mal manejo de su mano izquierda, la muchacha imitó la acción de la mayor lanzando el trozo triangular de papel esperando que la golpeara a ella, pero en su lugar cayó en el rostro de Attina quien las miró a ambas molesta.

Melodía del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora