Part of your world había sido el título definitivo que Ariel había elegido para la competencia de música. Había tenido tanto que decir y tanto que hacer, que practicar la melodía en dos días no le resultaba nada sencillo. Corregir errores, cuidar el movimiento de sus manos, practicar las partes que le resultaban complicadas, entre otras cosas más. Todo esto iba a ser en vano, porque Ariel sabía que llegado el momento en que tuviera que pararse frente al escenario y tocar, ella cambiaría las notas sin pensárselo dos veces del mismo modo en que lo había hecho con Reflection. Para bien o para mal, tenía una pequeña tendencia que la obligaba a cambiar las notas inconscientemente, en su mayoría de las ocasiones esto ocurría porque cuando estaba tocando, inspirada en la melodía y con el corazón rebosante de alegría, era capaz de encontrar una manera de cambiar las notas sin cambiar el sentido de la melodía y a su vez el sonido mejoraba.
Pensándolo fríamente, ¿dónde habían quedado esos días en los que Ariel no necesitaba practicar sus propias creaciones para saber que no cometerá errores? Ella jamás había tenido la necesidad de practicar para un concurso, normalmente solo tocaba la canción un par de veces y luego tocaba otras canciones para distraerse del concurso. Nunca le dio la importancia que merecía porque cuando estaba sobre el escenario sus dedos cobraban vida y tocaban lo que ella sentía en su corazón.
Las únicas ocasiones en las que Ariel tenía que practicar alguna canción varias veces para mejorar su precisión, era cuando entraba en algún concurso de música clásica, lo que sucedía una o dos veces al año.
En retrospectiva, su vida había cambiado bastante y lo peor de todo es que ella podría jurar que no sabía en qué momento sucedió el giro de 360° que dio su vida a un nuevo escenario.
Sin importar si conocía la canción, la melodía y las notas, ella debía practicarla para no cometer errores, pero en su cabeza, con cada nota que práctica, nuevamente se hacía la misma pregunta: «¿Cuándo pasó esto?»
Al caer la noche, todo lo que Ariel podía pensar mientras se encontraba de pie tras bambalinas en el teatro era en la melodía que resonaba en su cabeza, las notas que ella misma escribió con tanta pasión y vehemencia, con tanto cariño y esperanzas, danzando en su memoria mientras sus dedos se movían imaginando las teclas del piano.
– Otro día, otra competencia más – El duque de Zar se acercó con una gran sonrisa en sus labios, una mano en su bolsillo y la otra sosteniendo la solapa de su terno negro que traía puesto.
– Interrumpes mi concentración – Ariel, con sus ojos cerrados, le gruñó al joven con la intención de patearlo fuera de su espacio privado.
– La Atlantica es más bonita de lo que yo esperaba – Comentó el muchacho con calma, ignorando lo dicho por la chica – muy pacifico.
– No voy a liberarme de ti, ¿verdad?
– Regla número 1 de las competencias: si no puedes con ellos, no lo intentes.
– Creo que es una regla arrogante – Alzó una ceja.
– Es la supervivencia del más apto.
– Uhm, si tú lo dices – Ariel se volteó hacia un par de chicos que se encontraban mirando hacia un televisor, sus manos nerviosas se movían abriéndose y cerrándose – ¿Por qué todos parecen tan preocupados? Solo es una competencia, habrá más por venir
El muchacho de cabellos rubio inclinó la mirada hacia un lado y luego se encogió de hombros – Eso es lo que piensan los que son como tú, aquellos que solo tocan por tocar.
– ¿Qué tiene de malo tocar por tocar?
– Nada – Se encogió de hombros despreocupado – Simplemente no es... interesante. Cualquiera toca por tocar, simplemente para satisfacerse a sí mismo, pero otros, como nosotros, tocamos para hacernos con un nombre. Falla aquí y fallarás en las futuras competencias que vienen. Aquellos sin nombre no tienen lugar en el mundo de las competencias ya que tienen tantas probabilidades de ganar como ver nevar en un desierto
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Melodía del Corazón
FanfictionElla y la música tenían una conexión especial, nadie la amaba más que ella en el mundo. Pero cuando un accidente busca convertirse en tragedia, Ariel sentirá que la música que tanto ama se le escapa entre las manos por un agujero negro. Para recuper...