CAPITULO 8

340 39 3
                                    

—¡Buenas días hermosa!— fueron las palabras que Seiya le lanzó a Michiru al encontrarla en el comedor. Cómo era de esperarse, su tono sugerente una vez más salía a flote.

—¿Y tu novia?— sin dejar de probar sus alimentos y sin dirigirle la mirada, Michiru había respondido con una buena pregunta.

—¿Y Darien?— Seiya intentaba atacar, pero mi novia era bastante inteligente.

—No está, salió y va a tardar un poco, así que ya puedes dejar que Serena salga de su encierro y tome un poco de iré fresco— ese comentario sin duda había a impactado a Seiya.

—¿Quién te dijo que yo la tengo encerrada?

—Pues hasta donde sé ella vive aquí hace tiempo y no la he visto ningún día rondar por la casa.

—¿Y eso te da pie a pensar que yo la obligo a quedarse en la habitación?

—No lo sé, tú dímelo— si había algo que admiraba de Michiru era su seguridad. Nunca la había visto dejarse intimidar por nadie, y cuando era tiempo de poner a alguien en su ligar, lo hacía con tanta sutileza. Aunque mi hermano, por su parte era un experto en el arte de la palabra, gracias a eso, se le facilitaban tanto las conquistas, y ahora utilizaría esa técnica con mi mujer.

—Pues yo creo que si no sale de la habitación es para no encontrarse contigo. No le gusta la competencia, y definitivamente tu eres muy hermosa, sofisticada y se te nota la clase a kilómetros de distancia, sin embargo ella es una mujer simplona, siempre desaliñada, en pocas palabras, todo un desastre— Seiya creyó que con eso se ganmaría la atención de Michiru pero estaba muy equivocado.

—¡Que patético!

—¿Patético yo?— cuestionó Seiya muy sorprendido ante la falta de atención y el desinterés que Michiru le mostraba.

—¡Así es! No hay nada más estúpido que tratar de conquistar a una mujer hablando mal de otra. Eso solo demuestra tu falta de cerebro. Además, si tanto te avergüenza ¿Por qué no la dejas libre?

—¡Pues por qué me da lástima!

—¡Más lástima causas tu con esa actitud! Te informo que tal vez tu táctica funcione con muchas mujeres, pero conmigo pierdes tu tiempo, así que deja de rebajarte por qué de mi no conseguirás absolutamente nada.

—¡Eso ya los veremos!— se dijo Seiya a si mismo mientras observaba a Michiru correr hacia mis brazos ante mi regreso a la casa.

—¡Darien! ¿Cómo te fue?— me preguntaba ella mientras sujetaba mi brazo y me guiaba a la sala para tomar asiento y charlar un poco.

—¡Me fue muy bien! Todo quedó listo, a partir de mañana podré presentarme a trabajar. Estaré a cargo del área de urgencias de ginecología.

—¡Excelentes noticias! Pero ¿Que hay de mi?— me cuestionaba alegre y curiosa al mismo tiempo.

—Tu comenzarás a partir del lunes. Necesitan una directora en el área de genética, y desde luego, tu eres la mejor para el puesto— en ese momento ella me abrazó y me besó, actitud que desde luego yo correspondí.

—¡Ridículos!— expresaba Seiya quien nos había seguido para escuchar nuestra conversación, y que ante nuestra romántica escena había salido de la sala.

—Espero que no te haya dado muchos problemas— le expresé a Michiru refiriéndome a Seiya, con un tono de pesadez en mi voz, y es que cuando él se lo proponía realmente podía ser muy irritante.

—No te preocupes, se perfectamente con lidiar con él— las palabras de mi hermosa mujer me habían dejado más tranquilo, y es que era más que cierto que ella siempre le encontraba una solución pacífica a cualquier problema que enfrentara.

Era nuestro último día juntos, y no por que no fuéramos a estarlo, sino porque con el cargo que me habían dado pasaría muy poco tiempo en la casa, mi trabajo demandaría muchas horas, y aún cuando ya estuviera de vuelta, si se presentaba alguna emergencia, debía salir y atenderla.
Eso era lo que un médico debería hacer, era mi obligación y lo decía mi contrato, pero más que eso, lo dictaba mi corazón humanista y solidario.

Para celebrar los contratos de ambos y convivir un poco, decidí dedicarle este día a la mujer que me hacía tan feliz. Salimos de casa, y la lleve a un increíble restaurante, posteriormente, nos dirigimos al cine para ver la última película anunciada en la cartelera. Recuerdo que ese día rompimos la dieta, comimos de todo cuanto pudimos, dulces, golosinas y refrescos gaseosos; parecíamos dos jovencitos viviendo su primera cita.

Durante las últimas horas Serena no había salido de mi mente, pero disfruté tanto de la compañía de Michiru que me olvide por completo de la novia de mi hermano y de los verdaderos motivos que me habían orillado a quedarme en Tokyo y dejar por un momento mi establecida vida en Europa.

Cuando terminamos con nuestra divertida cita, regresamos a casa para descansar, ambos nos deseábamos, era un aspecto perfecto entre nosotros dos m, así que para cerrar con broche de oro hicimos el amor como nunca, para finalmente, caer rendidos ante el sueño.

Eran las cinco de la madrugada y el despertador ya sonaba para anunciarme que debía iniciar mi primer día laboral, al menos en esta ciudad.

Con el mayor de los sigilos me levanté, tomé una ducha y me arreglé para salir, no sin antes colocar ummn beso de despedida sobre el rostro de Michiru.

—¿Que hora es?— me preguntaba aún un poco adormilada.

—Es muy temprano, será mejor que aproveches tus últimos días libres, así que duerme otro poco.

Finalmente, después de un pequeño beso más y arroparla, salí rumbo al hospital, aunque sin saberlo, mi vida estaba a punto de dar un completo giro.

Cerca de las diez de la mañana Michiru se levantó con un gran dolor de cabeza producido por la celebración del día anterior. Con un poco de agua tibia tomó un baño y se dispuso a prepararse para bajar al comedor y probar los primeros alimentos del día, pero para su sorpresa su camino se vió obstaculizando por mi fastidioso hermano.

—¡Hola preciosa! ¿Por qué la prisa?— le habló acorralándola contra la pared que daba directo al pie de las escaleras.

—¿Que te sucede? Aléjate de mi.

—¿Y si no qué?— le decia Seiya de forma retadora.

—O me dejas en paz o grito.

—Grita todo lo que quieras, pero te advierto que no habrá nadie que te escuche. Serena y mi madre fueron a hacer el super, y Darien salió a trabajar.

—Seiya, no se que pretendes pero...— ni siquiera fue capaz de dejarla hablar. Su única reacción fue silenciarla con un beso forzado, aunque sin proponérselo, esa acción traería muchas consecuencias en la vida de todos.

La novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora