CAPITULO 10

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Capitulo Después de un largo día que afortunadamente había transcurrido con mucha tranquilidad regresé a casa. Estaba un poco cansado y lo único que deseaba hacer era cenar y recostarme temprano para esperar la llegada de un nuevo día, desde luego, sería atento y cariñoso con Michiru, la había dejado todo el día sola, así que supongo que me extrañó, y por supuesto, yo también a ella.

Lentamente introduje mi llave en la cerradura de la puerta principal con el mayor de los sigilos para evitar sorprender a alguien, aunque al entrar, no había nadie a la vista. Poco a poco me fui adentrando mas y escuché un ruido proveniente de sala, al parecer alguien estaba observando el televisor. Rápidamente me dirigí para averiguar de quién se trataba, pero mi sorpresa fue muy grande cuando pude notar que Serena se encontraba profundamente dormida sobre uno de los sofas con el electrónico encendido.

Me acerqué tratando de no hacer algún ruido que interrumpiera su descanso, me coloqué a un lado de ella y la cobijé suavemente con una frazada que mi madre siempre dejaba cerca.

Se veía tan linda, tan indefensa y tan inocente que de inmediato me llenó el pecho de una gran ternura, tanta que mi mente viajó en el tiempo y me trajo el recuerdo del día que la vi por primera vez, tan radiante y tan llena de vitalidad, y pensar que ahora su mirada había perdido ese brillo y su rostro se veía cada vez mas demacrado, sin darse cuenta se estaba apagando poco a poco.

—¡Serena! ¿Que te ha sucedido?— le hablé en voz muy baja mientras con mi mano acariciaba su cabello rubio.

Como reflejo del contacto de mi mano con su cuerpo, se movió un poco, tomó una nueva posición y continuó con su descanso.

De verdad se veía tan frágil, sería una pena que mi hermano estuviera tratándola mal, pero era lo más probable, aunque si eso que yo pensaba se confirmaba, sinceramente no sé cómo reaccionaría.

A veces me pregunto ¿Que habría pasado si no hubiera realizado ese viaje? ¿Que sería de nuestras vidas si hubiera sido un poco mas valiente? Si tan solo le hubiera dado una explicación de lo sucedido tal vez la historia hubiera cambiado. ¿Que estoy pensando? Desde luego que las cosas nunca habrían cambiado, ella desde un inicio mostró su preferencia por Seiya, así que dudo mucho que nuestra vida actual hubiera sido un cuento de hadas.

—¿Darien? ¿Que haces aquí?— la dulce voz de Serena me llamaba sorprendida al verme a su lado.

—Hola ¿Te desperté?— le cuestioné dándole una pequeña sonrisa que de inmediato la ruborizó.

—Creo que me quedé dormida mientras veía el noticiero— me dijo con su rostro agachado. Aunque trataba de parecer normal, sus ojos se veían extraños y un poco hinchados.

—Serena ¿Estás bien? ¿Acaso haz llorado?— le cuestioné ante lo que su mirada delataba.

—No es nada, solo tuve una plática un poco sentimental con Michiru— tras esas palabras no sabía qué pensar pues en realidad ellas no tenían muchas cosas de que conversar.

—¿Puedo saber de que hablaron?— le pregunté curioso y a la vez preocupado, pues tenía miedo de que por fin Michiru estuviera tomando una actitud negativa hacia mí desición de no volver a Londres.

—Nada malo, si vamos a vivir en la misma casa lo normal es que nos conozcamos un poco más— me respondió ella, pero por alguna razón,  no me daba seguridad lo que decía. No es que no creyera en sus palabras, pero su tono dejaba entre ver que había algo más que una charla de amigas.

—Serena ¿Puedo preguntarte algo?— solo esperaba que se abriera con migo y me respondiera con la verdad.

—Dime Darien.

—¿Las cosas entre Seiya y tú están bien?

—No sé a qué viene esa pregunta— me respondió tratando de esquivar me.

—Pues no eres la misma Serena que dejé cuando me fui a Londres, ese brillo que me encantaba de ti hoy en día no puedo verlo, físicamente te ves un poco cansada. Eres muy diferente.

—Darien... Yo...— en ese momento se incorporó y me dirigió una mirada con la que podría jurar que suplicaba por ayuda, y yo, desde luego, se la brindaría.

—Serena, puedes decirme lo que sea, yo te ayudaré, anda, cuéntame ¿Que sucede?

Las lágrimas de Serena comenzaron a asomarse por sus ojos azules, y mi única reacción fue abrazarla para darle un poco de seguridad, pero justo cuando ella estaba por comenzar a hablar escuché avecinarse algunas voces que cambiaron por completo la atmósfera del momento.

—¡Darien! ¿Interrumpo algo?— Michiru se encontraba en la entrada de la sala observando la escena con gran molestia.

—No Michiru, solo platicaba con Serena— traté de explicarle con la mayor tranquilidad posible para que no explotara por completo.

—¿Ah si? Y dime, ¿Para platicar tienen que estar los dos abrazados y bajo esa manta?— en ese instante me percaté de que efectivamente, los dos nos encontrábamos envueltos en la frazada. Ni siquiera me percaté del momento en el que eso había sucedido.

—Michiru, no pienses mal, Darien y yo no estábamos haciendo nada malo...— Serena trataba de solucionar este problema dándole explicaciones a novia.

—¡Tu cállate! ¡No estoy hablando contigo!— la respuesta de Michiru había sido muy grosera, pero en el fondo la comprendía. Si yo la encontrara en una situación de este tipo seguro que también me molestaría.

Aún no terminaba el incómodo momento con Michiru cuando escuché acercarse a la única persona a la que no deseaba ver.

—¿Que significa esto?— era Seiya quien al escuchar el alboroto se había dirigido también al lugar en el que nos encontrábamos.

—Seiya... Yo... No... Es que...— con la sola presencia de Seiya, Serena había comenzado a alterarse un poco.

—¡Míralos! Tan tranquilos mientras tú y yo esperamos como tontos en nuestras habitaciones. Si no llegamos ¿Quién sabe que habría sucedido?— Michiru lanzó unas palabras llenas de ironía con las que no hizo más que provocar la irá de Seiya.

—¿Que haces aquí? ¡Te quiero en la habitación ahora!— Seiya había elevado notablemente su tono de voz, cosa que me dió un poco de miedo, y no por mi, sino por Serena.

—¡Basta Seiya! No le hables así— le dije pensando que se controlaría un poco, por lo menos para disimular delante de mí.

—Seiya, intenté regresar a la habitación, pero tenías puesto el seguro, así que mi única opción fue quedarme en la sala— Serena intentaba dejarle en claro a mi hermano el motivo de su estancia en este lugar.

—¡No me respondas!— en ese momento Seiya se acercó, y con ello pude notar su enorme aliento a alcohol —¡Te he dicho que vuelvas a la habitación!— Seiya finalizó su hablar mientras sujetaba con gran presión el brazo de Serena intentando que cumpliera su orden por la fuerza.

¡Basta Seiya!— le respondí quitando de tajo su mano del cuerpo de Serena —¡Suéltala! ¡No te atrevas a hacerle daño!— le respondí provocando aún más su furia.

—¿Y si no qué?— me respondió muy desafiante, e intentó propinarme un golpe que dada su condición no tenía ni una pizca de puntería. No era mi intención agredir a mi hermano, pero como un reflejo automático ante su acción solté un fuerte puñetazo que impactó directo contra su rostro y lo dejó inconsciente al instante.

Al verlo ahí, tirado sobre la alfombra, lo único que pude hacer fue sujetarlo y apoyarlo sobre mi para dirigirlo a su habitación esperando que unas horas más de sueño le devolvieran un poco de la cordura que tenía cuando era niño.

Mi rumbo hacia la alcoba de Seiya no me permitió regresar a dónde atónitas nos observaban Serena y Michiru, aunque logré escuchar la voz aún enfurecida de mi novia.

—¿Espero que ya estés contenta?— sin duda se estaba dirigiendo a Serena —¡Acabas de ocasionar un gran problema!— le decía con un tono irónico y una cierta sonrisa burlona.

Solo dejaría a Seiya en su habitación y volvería a la sala, mi única esperanza era regresar a tiempo para evitar que el percance se agravará más, pues Michiru es una gran mujer, muy centrada y madura, pero cuando algo le molesta puede ser el mismo demonio en persona.

La novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora