CAPITULO 3

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Sin duda alguna ese juego que Seiya y yo habíamos pactado no tenía nada que ver con Serena, era más bien una lucha de egos entre nosotros, en el que la usaríamos solo para ver quién de los dos lograba sentirse más hombre.

Así pues pasaron los días, el plazo había sido un mes, treinta días en los que teníamos que idear el plan perfecto para que Serena cayera en las redes de alguno de los dos, y sin duda ese sería el ganador. Debo confesar que yo me sentía en desventaja, mi timidez me hacía contenerme; yo no era mucho de acercarme a las chicas, incluso muchas personas llegaron a sospechar que era gay, por lo que la sola idea de acercarme a Serena me ponía muy nervioso. Por el contrario, para mí casanova hermano era muy sensillo, si ya de por si él siempre estaba tras la chica nueva del colegio, con este juego lo haría con más frecuencia.

Seiya me llevaba mucha ventaja, siempre estaba acompañándola, todo el tiempo y en todo lugar estaba a su lado, incluso pasaban las tardes en casa de Serena con el pretexto de regularizarla en algunas materias en las que ella tenía unas notas un poco bajas. A diferencia, el único contacto que yo podía tener con ella era solo un saludo cruzado por las mañanas al llegar al salón de clases y una pequeña frase de despedida al concluir las mismas. Seguramente mi engreído hermano ganaría ese tonto juego, que a decir verdad, había dejado de interesarme. Había algo dentro de mi a lo que le agradaba Serena, era una chica linda tanto por fuera como por dentro, divertida, alegre, siempre sonriendo, a pesar de que como todos, tenía algunos problemas en casa, eso lo supe por Lita, quién se había convertido en una gran amiga para ella. No entró en muchos detalles, pero por lo poco que me contó, supe que su madre había fallecido cuando era pequeña. Al parecer, su padre era un economista encargado de la contabilidad de una empresa muy importante de Estados Unidos, trabajo en el que le iba más que bien, pero el hombre en su ambición, comenzó a desviar fondos a sus cuentas personales. Cuando los dueños de la empresa notaron lo que había hecho el padre de Serena, tomaron la justicia en sus manos y decidieron acabar con él, pero afortunadamente antes de que algo pudieran hacerle a su hija, logró enviarla hasta aquí con una tía, logrando que esos sujetos tan peligrosos le perdieran la pista.

Muy a pesar de todo, ella no dejaba notar sus problemas, su actitud y su hermosa forma de ser, su cabello rubio, sus hermosos ojos azul cielo y ese delicado aroma a lavanda que su cuerpo desprendía con cada movimiento me hacían enloquecer, sin duda esa chica me gustaba, aunque no tenía oportunidad con ella. Sin duda el único e indiscutible ganador de su corazón sería mi hermano, Seiya.

—Hola Darien ¿Que haces aquí tan solo?— no lo podía creer, Serena se había acercado a mi mientras yo me encontraba pensativo sentado en uno de los jardines de la escuela.

—Este árbol da una sombra increíble, aveces en los recesos me gusta disfrutar de la tranquilidad de este alejado lugar y pensar o leer.

Ante mis tontas palabras ella soltó una pequeña risita que me llenó de completa ternura —¿Nunca haces algo divertido Darien?— con esa pregunta se esfumó todo rastro de inocencia. Seguramente ella debía pensar que lo que Seiya decía era verdad, yo no era un chico interesante, no era más que un simple ratón de biblioteca como él me llamaba.

—Serena, no es que yo no sea divertido, lo que pasa es que eso no va conmigo. Para mí mis estudios y mi preparación académica son lo más importante— Ahí estaba yo tratando de dar una explicación que sonara lógica y creíble.

—Pues Seiya es muy bueno con los estudios, y dedica tiempo para hacer cosas que le gustan y que disfruta mucho— entonces concluí que mi pensamiento era acertado, ella creía que yo no era más que un hombre con nada interesante en mi vida.

—A propósito ¿En donde está Seiya?— lancé una pregunta intentando cambiar el tema de nuestra conversación.

—Está entrenando con el equipo de fútbol americano, pero sinseramente no me gusta acompañarlo, a mi parecer es un deporte muy rudo, así que prefiero esperar a que termine su práctica. Estaba por a ver a Lita en el club de cocina, pero te vi aquí y decidí acercarme.

—Te llevas muy bien con mi hermano ¿Verdad?— le cuestioné, aunque ya conocía la respuesta.

—Pues fue mi primer amigo cuando llegué a este colegio, además me resulta muy interesante, tiene tantos talentos, me agrada. Y tú Darien, por lo que veo no te llevas bien con él.

—Pues tenemos nuestras diferencias, pero somos hermanos a fin de cuentas— traté de sonar lo más natural posible, aunque en mi interior sabía que la realidad era otra, cuando entramos a la adolescencia ambos habíamos creado un enorme abismo entre nosotros que nos había separado inmensamente.

—¿Puedo preguntarte algo Darien?— de pronto su tono cambió por completo. —¿Te molesta mi compañía? ¿Te caigo mal?

—No, para nada ¿Cómo puedes pensar algo así?— le cuestioné sorprendido ante lo que ella había preguntado.

—Pues es que eres el único chico que siempre trata de evitarme, por eso supuse que mi presencia no te agradaba.

¡Que equivocada estaba! si no me acercaba a ella era por miedo a su rechazo, por ese temor a que ella me considerara poca cosa, aunque la realidad era totalmente contraria, ella me encantaba, era la primer mujer que había capturado mi atención, la primera que me había interesado y ni siquiera era capaz de expresarlo.

—Bueno, es que siempre estás con Seiya, así que prefiero no entrometerme, es solo por eso.

—¡Sabía que no te molestaba mi presencia!— me dijo con un pequeño toque de alegría en su voz mientras simultáneamente me sujetaba del brazo y se acurrucaba tiernamente a mi lado con sus ojos cerrados. En ese momento un leve escalofrío recorrió mi cuerpo y supe que era el momento indicado. Era ahora o nunca.

—Serena, yo...— estaba un tanto nervioso, pero si no lo hacía ahora estaba seguro de que la oportunidad no se volvería a repetir —Serena, eres... muy linda... Creo... A mi... me...— Serena se encontraba impactada en mis fallidos intentos por hablarle y solo soltó nuevamente esa risilla que la caracterizaba.

—Tranquilo, lo que tengas que decirme dímelo y ya— esas palabras me tranquilizaron un poco y por fin pude expresar lo que sentía.

—Serena, me gustas, mucho— sus hermosos y expresivos ojos me miraron fijamente por unos segundos, pero antes de que ella pudiera reaccionar o responder algo, llegó mi hermano para hecharlo todo a perder.

—¡Aléjate de él Serena! Ese tipo solo está jugando contigo— Seiya hablo como siempre, de forma arrogante.

—¡Ese tipo es tu hermano!— Serena trataba de defenderme, aunque su actitud hacia mí estaba por cambiar para siempre.

—Pues "mi hermano"— Seiya hizo enfasis en esa última frase con un completo todo de sarcasmo —él está jugando contigo. Vamos Darien, ¿por qué no le cuentas a Serena que hay una apuesta de por medio? Dile que tenías un mes para enamorarla ¿Por qué no le dices la verdad "hermanito"?

—¿Es eso cierto?— Serena me preguntó con un semblante de tristeza en su rostro. Yo lo único que hice fue agachar mi rostro en señal de vergüenza —Es cierto— me límite a decir antes de intentar dar una explicación —Disculpame Serena, pero las cosas no son así, lo que en realidad paso fue que...

—¡Basta Darien! No necesito que me digas nada más— al momento de hablar esos ojos que tanto me hipnotizaban comenzaron a crustalizarse.

—Serena ¡Escúchame!— yo intentaba explicarle cómo habían sido las cosas realmente, pero nuevamente mi fastidioso hermano se entrometio para quitarme toda posibilidad de dar una explicación a Serena.

—¿Acaso no escuchas Darien? ¡Serena no quiere hablar contigo!

En ese momento él la sujeto de la mano para alejarla de mi —Vámonos de aquí Serena, no tiene caso que te quedes a lado de Darien, lo que te hizo no tiene nombre— solamente pude observar como se alejaban rumbo a las aulas mientras yo me quedaba con un enorme sentimiento de frustración dentro de mi pecho.

Seiya me había hecho parecer el culpable de toda la situación quedando él totalmente limpio y libre de la situación, aunque eso no me interesaba, si lo pensaba bien, lo único que lamentaba era haber lastimado a Serena, y lo que realmente dolía en el interior era el hecho de que ella hubiera confiado más en él que en mí.

Sin duda, mis días en el colegio no volverían a ser los mismos.

La novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora