Durante los siguientes días, la tensión había pasado un poco. Gracias a mi presencia y a la presión que ejercía sobre mi hermano, Serena había tenido unos días favorables. Era cada vez más normal verla recorrer la casa libremente. Para no provocar algún problema entre ellos, yo evitaba el acercarme a ella, aunque siempre estaba pendiente de su bienestar.
Las cosas comenzaban a marchar un poco mejor, yo seguía teniendo la jefatura del área ginecología y Michiru había tomado posesión de su nuevo cargo como la directora de genética. Por alguna razón que yo desconocía, Seiya y Michiru se habían hecho muy buenos amigos. Era común observarlos platicar a la hora de la cena, aunque francamente eso no me molestaba, yo no nunca había sido el típico macho controlador. Extrañamente, algo había cambiado en el humor de ambos con su recién formada amistad, así que me pareció una buena solución a todos nuestros conflictos, al menos por el momento.
Cierto día, sin ninguna novedad de por medio, decidí regresar a casa antes de la hora en la que normalmente lo hacía. Michiru y yo habíamos estado muy distantes últimamente, así que pensé que sería una buena idea dedicar la tarde completa a consentirla y mimarla, pues no quería que mi relación tomara un rumbo equivocado, aunque aquí el único equivocado era yo.
Al entrar a la casa, no había nadie a la vista, pero logré escuchar unas voces que venían de la parte superior de la casa, eran como murmullos que intentaban por todos los medios pasar completamente desapercibidos.
Algo dentro de mí me obligó a seguir mi silencioso camino y sorprender a quienes hablaban en voz baja, aunque lo que descubrí me dejó totalmente decepcionado.
—¡Michiru! ¡Seiya!— mi hermano y la novia a la que yo tanto respetaba se encontraban en medio de un beso —¿Desde cuándo me están viendo la cara de tonto? Ahora entiendo cómo es que de un tiempo para acá se llevan tan bien.
—¡Darien! ¡No es lo que tú crees!— Michiru intentaba dar una y mil explicaciones.
—¿Entonces que es? ¡Dímelo porque no entiendo!— le respondí con gran molestia. La situación realmente me había alterado.
—¡Yo no he hecho nada malo!— ella seguía insistiendo en su inocencia —Seiya fue quien me besó por la fuerza.
Sin investigar más y cegado por lo que había visto y lo que había escuchado corrí en dirección a Seiya. Juro que si Michiru no me hubieran detenido lo habría matado.
—¡No Darien! ¡No le hagas daño!— ella me suplicaba que lo dejara en paz.
—¿Que estás diciendo? ¿Acaso lo estás defendiendo? O mejor respóndeme ¿Te gustó?
—No es eso, es solo que no vale la pena. Déjalo ya. Lo importante es que no sucedió nada— ella intentaba detenerme con una gran desesperación.
—¿No paso nada?— Seiya al fin hablaba —pues no habrá sucedido nada hoy, pero que tal las otras veces— con esa declaración nuevamente enfurecí y perdí el control.
Estaba a punto de enfrascarme en otro pleito a golpes con mi hermano cuando Michiru comenzó a sentirse mal y perdió el conocimiento.
—¿Ves lo que ocasionas Darien?— Seiya aprovechó el momento para soltar sus venenosos comentarios. Sabía de sobra que con Michiru en ese estado no sería capaz de abandonarla para seguirlo a él.
Justo cuando tomaba a Michiru en mis brazos para llevarla a la clínica me crucé con Serena.
—¡Aléjate de Seiya! Sal de la casa, no te quedes a su lado ¡Vete! ¡Hazlo de una buena vez!
Ante mi petición ella solo agachó la cabeza —¡No puedo!— fue lo único que me dijo. Ante su cobarde acción, no hice más que dejarla atrás para seguir mi camino. No sabía bien que era lo que Seiya usaba para presionarla y tenerla atada a él, pero estaba decidido averiguarlo.
Tan rápido como pude llegué a la clínica y puse a Michiru en manos de un médico general para que la examinara. Al cabo de aproximadamente cuarenta y cinco minutos, este regresó para darme una noticia que cambiaría mi manera de ver las cosas.
—¡Darien! ¡Amigo! Puedes estar tranquilo. Tu esposa no tiene nada de gravedad.
Michiru no era mi esposa, y tras lo que había sucedido con Seiya, estaba seguro de que nunca lo sería, pero este no era el mejor momento para aclararlo.
—¿Entonces que tiene? ¿Que es lo que le sucedió?— le pregunté impaciente.
—¡Amigo! ¡Realmente me sorprendes! Eres ginecólogo y no te das cuenta. Lo único que ella tiene es un embarazo de aproximadamente cuatro semanas ¡Felicidades! ¡Vas a ser papá!
Al recibir la noticia, no supe cómo reaccionar, solo me quedé inmóvil por algunos segundos para posteriormente hacer una petición.
—¿Cuando podré verla?
—¡Ahora mismo! Ya se encuentra despierta.
De inmediato corrí a la habitación que se me había señalado e ingresé para encontrarme con la hipocresía en persona.
—¡Darien! ¡Mi amor! ¿No es maravilloso? ¡Vamos a tener un hijo!— las palabras llenas de emoción que expresaba Michiru no hicieron que mi semblante de furia cambiará ni siquiera un poco.
—¿Estás segura de que ese hijo es mío?— aunque ella se declarara inocente una y otra vez yo no podía creer en sus palabras.
—Darien ¡Me estás ofendiendo! ¿Cómo puedes decir algo así?
—Solo me remito a las pruebas.
—¿Cuáles pruebas? ¡Te he dicho que Seiya me besó por la fuerza!
—Michiru, no me creas tan tonto. Tú y yo habíamos hablado de no tener hijos hasta tener una vida bien establecida por lo que siempre nos hemos cuidado. No me puedes venir a decir que te embarazaste aún cuando hacíamos uso del preservativo.
—Algo pudo haber fallado. No es la primera vez que los anticonceptivos no funcionan como deberían.
—¡Ya basta Michiru! El médico que te atendió me dijo que tienes un mes de embarazo. Esa fecha solo coincide con aquel día que te vi entrar a la habitación de Seiya.
—¿De qué rayos estás hablando Darien? ¡Esto es una gran ofensa! Si lo que quieres es evitar tu responsabilidad solo dilo y deja de poner tantos pretextos. No serías ni el primero ni el último que se aleja ante una situación de este tipo, pero no te preocupes, tendré a mi hijo yo sola. No nos harás falta para nada— si había algo que admiraba de Michiru era la facilidad que tenía para expresarse. Su discurso seguro y fluido parecía tan convincente que podía engañar a cualquiera.
—No lograrás convencerme. Al principio creí que yo había confundido las cosas, pero ahora veo que todo era real. Aquél día que insististe en qué saliera a trabajar después de una discusión con Seiya atendí tu petición, solo que en medio del alboroto olvidé las llaves de mi oficina. Tan pronto como me di cuenta de eso, regresé por ellas, y fue entonces cuando te ví entrar a su habitación. De momento pensé que la vista me había engañado, pero con lo que ocurrido hoy y con lo de tu embarazo me doy cuenta de que hace mucho tiempo entre tú y él sucede algo más.
—¡No puedo creerlo Darien! ¿Cómo te atreves a difamarme de esa forma? Tú lo que quieres es hacerme a un lado para regresar con Serena, pero te advierto que no va a ser tan fácil. Podría demandarte por no hacerte cargo de tu hijo, además, te informo que antes de que tú entraras a esta habitación me comuniqué con Haruka y le dí la maravillosa noticia, así que está decidido a venir a visitarnos.
—Por Haruka no te preocupes, siempre será bienvenido, en cuanto a ese bebé que viene en camino, solo el tiempo se encargará de decir si realmente es mi hijo o no. Te aviso que al nacer solicitaré una prueba de paternidad, si efectivamente se confirma que yo soy el padre, me haré cargo de todo lo que tenga que ver con él, pero si el resultado sale negativo, no me quedará más remedio que pedirte que salgas de mi vida, y desde luego, de mi casa.
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La novia de mi hermano
Fanfiction¿Triunfará la lealtad entre hermanos o el amor verdadero? Acompáñenme a averiguarlo...