Los próximos días fueron un poco complicados. Michiru se había vuelto un tanto posesiva, y es que en su condición no podía vigilarme como ella hubiera deseado. Se la pasaba encerrada en la recámara, aunque mientras yo no estaba en casa, Haruka le hacía compañía y la ayudaba en lo que ella necesitaba. En caso de que él tuviera alguna actividad por realizar la dejaba instalada en la alcoba con todo lo necesario para quedar completamente cómoda en lo que el volvía de nuevo a la casa o yo regresara del trabajo.
Este día en especial, había regresado antes de lo habitual. Las cosas en la clínica estaban bastante tranquilas, así que me permiti tomar toda la tarde libre. Quería estar en casa, pero no presisamente por Michiru, si no más bien para poder ver aunque fuera un minuto a mi amada Serena.
Eran las dos de la tarde en punto cuando entre por el portón principal, quizás eran tantas mis ganas de ver a la mujer que amaba que la llamé con el pensamiento.
En cuanto entré, lo primero que hice fue dirigirme hacia la cocina para lavarme las manos y comer algo, pero mi tarde se iluminó por completo cuando la vi presisamente ahí, parada, cocinando.
Se veía tan hermosa, mientras su brazo derecho revolvía la cacerola de la comida, ella tarareaba una melodía. Solo me quedé observándola como un completo tonto y mi mente comenzó a imaginar lo hermosa que sería la vida a lado de ella. Era mágico pensar en algún día hacerla mi esposa y formar una feliz familia que me recibiera con los brazos abiertos cada vez que yo volvía del trabajo; desayunar juntos, comer juntos, cenar juntos y compartir los buenos y malos momentos eran de las cosas que estaba seguro que solo quería hacer con ella.
Lentamente me acerqué intentando no asustarla pero la música en sus oídos sonaba fuerte.
Haruka no se encontraba en casa, eso lo sabía ya que siempre dejaba su portafolio sobre la mesita de la sala por si debía salir de imprevisto, y este no se encontraba ahí el día de hoy. Eso solo quería decir que Michiru permanecería en su habitación. Si había alguna oportunidad de acercarme a Serena era esta y no la iba a desaprovechar.
Esperando no causar en Serena un susto, me coloqué detrás de ella y la rodeé con mis brazos de la cintura.
—¡Al fin te animaste a acercarte— fueron sus palabras.
—¿Sabías que estaba aquí?— le pregunté bastante sorprendido en medio de un seductor susurró que deje caer sobre su oído.
—Entre canciones escuché el sonido de las llaves y la puerta cerrándose. Entonces supe que alguien había llegado— Serena era muy inteligente.
—Y ¿Cómo sabías que era yo?— pregunté nuevamente.
—No creo que Haruka fuera capaz de llegar y abrazarme de esa manera. Entre él y yo no hay nada más que amistad— fue su respuesta, y en verdad tenía razón. El único que tenía la posibilidad de acercarse a ella de esa forma era yo.
—¿Que estás cocinando?— intenté que nuestra conversación pareciera normal. Pero con mis brazos aún alrededor de ella no creo que así fuera.
—Algo sencillo. Un omelet de jamón con queso.
—¡Suena delicioso! ¿Me darás un poco?— mi forma de hablar era la que siempre había querido usar con ella, tierna y romántica pero a la vez seria y madura.
—¡Claro! Si me sueltas serviré de inmediato.
Finalmente me alejé de ella y comenzamos a comer. El momento se hizo tan ameno, ya que comenzamos a platicar de un sin fin de cosas. La plática en realidad abarcó de todo, desde nuestras vidas actuales y como me iba en el trabajo hasta los recuerdos de nuestra adolescencia y las múltiples aventuras que vivimos durante la escuela, incluído ese penoso día en aquella fiesta en la que había derramado el refresco sobre ella.
Entonces vino ese pensamiento a mi mente nuevamente, si quería un matrimonio debía ser así de feliz y sin duda, al lado de ella.
—¿En qué piensas Darien?— me preguntó mientras rodeaba mi cuello con sus brazos justo detrás de mi espalda. Mi mente se encontraba en un sin fin de ideas y deseos que ni siquiera me di cuenta cuando se levantó, recogió la mesa y se colocó en esa posición
—En ti— le respondí con toda sinceridad.
—¿Ah si? ¿Y en qué? Cuéntame.
—En lo maravillosa que sería la vida a tu lado— fue lo único que pude responder pues sin siquiera percatarme de lo que estaba por suceder, ella simplemente dió unos cuantos pasos hasta quedar frente a mi y se sentó en mi regazo sin soltar mi cuello.
Me impactó tanto su actitud que de la impresión me quedé completamente inmóvil sin saber cómo reaccionar, y justo antes de que viera venir su acción, rápidamente comenzó a acercarse más a mí y comenzó a besarme.
Yo deseaba a esa mujer, así que rápidamente mi cuerpo comenzó a responder ante sus estímulos. No había nada que pudiera reprimirnos ni nadie capaz de detenernos. Habíamos ideado un pacto en el que habíamos prometido esperar para hacer público nuestro romance, pero eso no evitaría que nos demostráramos lo mucho que nos amábamos. Era casi imposible el controlar nuestros impulsos al vernos, si no lo hacíamos era solo por la presencia tanto de Haruka cómo de Michiru, pero justo hoy, teníamos la libertad de amarnos sin preocupación a ser sorprendidos.
Sin detener esa guerra de besos y caricias tomé delicadamente a Serena en mis brazos y la llevé hasta su habitación. Uno de los momentos más hermosos a su lado estaba apunto de comenzar.
Era una pena no poder continuar en sus brazos por más tiempo, pero Haruka estaba por volver y nosotros debíamos mantener nuestros encuentros en el total anonimato, por lo menos mientras se resolvía la condición de Michiru.
—Te amo Darien— me expresó mientras me daba un último abrazo antes de retirarme de su habitación.
—Yo también te amo, y te prometo que haré todo lo posible para que Michiru se recupere y tú y yo podamos estar juntos— fueron mis palabras para darle el último beso del día y regresar a mi propia habitación en la que la madre de mi hija me esperaba.
—¡Darien! ¡Que bueno que llegas!— Michiru intentó abrazarme y darme un beso justo cuando me acababa de recostar, pero mi nulo interés en ella me hizo rechazarla muy sutilmente.
—¿Te sucede algo Darien?— sin duda había notado mi actitud.—No es nada Michiru, solo estoy cansado. Si no te importa, quiero dormir— respondí a su pregunta mientras me levantaba para ducharme, colocarme la pijama y descansar, pero justo cuando di los primeros pasos ella explotó.
—¡Así que estás cansado! ¡Que raro! Si te encuentras en casa desde muy temprano— se suponía que Michiru estaba en su habitación sin ninguna posibilidad de salir de ella ¿Cómo es que sabía eso?
—Llegué temprano, pero estuve resolviendo algunos pendientes— intenté sonar lo más creíble posible.
—¿Pendientes? ¿Cuáles pendientes? ¡Maldito mentiroso! Ahora resulta que revolcarte con la tipa esa es un pendiente. Eres un miserable. Me traicionaste. Te aprovechas porque estoy postrada en esta cama, cosa a la que tú me orillaste al obligarme a vivir aquí. Acabo de darte una hija ¿Cómo pudiste hacerme esto?— entonces yo también exploté.
—¡Mira nada más quien habla de traición! Te recuerdo que tú tuviste una aventura con mi hermano, no tienes cara para reclamar algo así. Y en cuanto a nuestra hija, es curioso que hasta apenas te acuerdes de ella, en estos días ni una sola vez has preguntado por su evolución ni su estado de salud. Si quieres que te diga la verdad, sí, estuve con ella, la amo y no pienso sacrificar mi felicidad. Tenía pensado quedarme a tu lado solo por tu situación, pero olvídalo, se acabó el trato. De ahora en adelante solo velaré día y noche por el bienestar de mi hija, pero contigo no quiero ningún tipo de acercamiento. Ahora, ya que estamos con las confesiones, explícame una cosa ¿Cómo fue que nos descubriste? Esta habitación y la de Serena se encuentran en polos totalmente opuestos, hay muchos metros entre una puerta y otra. Se supone que tú estabas aquí, sin oportunidad de desplazarte por ti misma, entonces explícame ¿Cómo llegaste hasta allá?
Sin duda era algo que tenía que averiguar.
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La novia de mi hermano
Fanfiction¿Triunfará la lealtad entre hermanos o el amor verdadero? Acompáñenme a averiguarlo...