5 - Family Business

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A veces, ni los más íntegros ni los más maquiavélicos pueden evitar fantasear.

Las risas de Jin Ling resonaron en su patio de juegos particular de la Torre Koi, en uno de los jardines colindantes al estanque de lotos de su madre. El enérgico niño de siete años corría por la arena perseguido por Hada, el cachorro que Jin GuangYao le había regalado por su cumpleaños. En realidad la idea se la sugirió Nie MingJue, una de esas veces que estaban solos y que nadie corría peligro de muerte, cuando vio que el pequeño heredero compartía el gusto de su jiujiu por los perros. Al lado de su querido hermano pequeño, una embarazada Jiang YanLi sonreía contenta mientras ambos vigilaban al niño que intentaba volar una cometa al estilo de Yunmeng. No estaba teniendo demasiado éxito, pero parecía pasárselo de maravilla. Jiang Cheng contuvo una risilla justo antes de que sus ojos se encontrasen con los de Jin GuangYao y Lan XiChen. Sus dos amantes tomaban el té en un palacete a no demasiada distancia. Contemplaban con cariño tanto a los dos hermanos como al que a efectos prácticos era el querido y consentido sobrinito de toda la Venerable Tríada. Y de Sandu ShengShou, por supuesto. Al pensarlo, el líder de Yunmeng Jiang estuvo tentado a poner los ojos en blanco. Al ritmo que iban, Jin Ling crecería siendo el niño mimado de todas las sectas de cultivo con un mínimo de renombre, YiLing Wei incluida. Pobre del que intentase tocar un solo pelo de esa linda cabecita suya.

O pobre de quien, en un futuro, intentase cortejarle.

-Y dime, A-Cheng -comenzó Jiang YanLi sin perder en ningún momento de vista a su primogénito-, ¿qué tal estás? He oído que has aceptado algunos nuevos discípulos esta primavera.

-Así es. -Asintió Jiang WanYin, hablando con su hermana como si estuviesen solos. O como si ignorase las miradas que le dirigían de vez en cuando cierto par de hermanos jurados. En realidad, en vez de sentirse incómodo algo tiraba de la comisura de sus labios hacia arriba. La sensación de saberse deseado. Querido. No se lo diría a YanLi, no de momento, pero era una de las razones gracias a las que podía sentirse bien-. Encontré una banda de cinco niños en una cacería nocturna. Huérfanos. Al parecer algo destrozó la pequeña comuna de cultivadores errantes con la que viajaban sus padres. Todos son bastante prometedores. Sobre todo la más mayor.

-Pobres criaturas, me alegro de que los hayas acogido. ¿Qué años tiene la niña?

-Dos más que A-Ling. Está formando su núcleo, y creo que puede llegar a ser bastante fuerte. Si evoluciona como creo que lo hará, podría pensar incluso en convertirla en mi discípula principal.

-Es fantástico, A-Cheng. -Asintió Jiang YanLi, complacida. A su lado, Jiang Cheng mostraba un semblante calmado, los ojos llenos de cariño cada vez que miraba a su sobrino. La joven dama Jin se permitió una sonrisilla-. ¿Y tú? Te veo más relajado estos días. Más... brillante.

Casi al instante, una especie de rubor conflictivo se extendió por las mejillas del líder Jiang, porque algo parecido le había dicho Nie MingJue después de una visita en particular al Reino Impuro, junto con una de esas ristras de halagos que solían dejarle rojo y temblando. Maldito mastodonte. Todavía le daba vergüenza pensarlo.

-Todo va... bien. -Acabó por farfullar, intentando que no se le fuesen los ojos en dirección a la parejita que tomaba plácidamente el té mientras charlaba-. Bien. Sí.

-Ay, mi tonto hermanito. -Rio ella mientras le acariciaba una mejilla, tan maternal como cuando arropaba a Jin Ling-. Cuando quieras hablarme de esa persona que hace que te sonrojes así, estoy dispuesta a escuchar.

Su hermana le guiñó un ojo y Jiang Cheng creyó que sucumbiría a una desviación de qi allí mismo. Ojalá pudiera, A-Jie, pensó, pero no te lo creerías cuando te hablase de los culpables. Así que, en vez de ceder a la confesión que nadie necesitaba oír en aquel momento, carraspeó y cambió de tema.

-De todas formas, tú también estás radiante, A-Jie. ¿Cómo avanza tu embarazo?

Aunque la joven dama Jin le dirigió durante un segundo esa clase de mirada sagaz que tiende a indicar que las pequeñas tácticas para cambiar de tema no han dado el resultado esperado, fue compasiva. No tardó en guiar la mano de su hermanito hacia su prominente vientre de cinco meses, donde su segundo bebé pataleaba. Al instante, el rostro de Jiang Cheng se iluminó emocionado.

Allá, a no demasiada distancia, Lan XiChen se encontró esbozando una cálida sonrisa ante la visión de los dos hermanos, ante la ilusión de su adorado líder Jiang. También ante la escena que fomentó Jin Ling al correr hacia su tío y hacia su madre, porque él también quería notar las pataditas de su hermanito o hermanita. El niño chilló emocionado cuando una le dio en la mano, y rio todavía más cuando Jiang WanYin le tomó en brazos y le alzó sobre sus hombros, tío y sobrino compartiendo un encantador momento de juegos. Viendo cómo las imágenes se guardaban en su memoria, tan hermosas y entrañables, llegó a la resolución de pintar un cuadro para ellos más tarde. Podría regalárselo a la joven dama Jin, que algo se olía sobre la íntima familiaridad que mantenía con Jiang Cheng.

Menos mal que no sospechaba también de Nie MingJue y Jin GuangYao, o les faltaría tierra para correr.

-¿No son adorables, Er-ge? 

-Sin duda, A-Yao. -Volviendo el rostro en dirección a su hermano jurado, Lan XiChen se encontró no sin cierta sorpresa cómo él también miraba hacia los Jiang con genuino cariño. Sonriendo, el primer jade tomó un corto sorbo de su té, porque al final parecía que nadie era inmune al encanto natural de dicha familia-. WanYin siempre sonríe de esa manera especial cuando está con A-Ling y con la joven dama Jin. 

-Y estarás de acuerdo conmigo en que siempre es hermoso de ver.

-Por supuesto.

El cultivador jefe permitió que su expresión se tornase solo un poco más ladina de lo habitual, retorciendo esa demostración de sentimientos en algo que quería parecerse a su máscara de siempre, pero que seguía siendo demasiado honesto. Debería haber odiado que con ellos —con Lan XiChen, con Jiang WanYin y con Nie MingJue— le resultase tan difícil mentir, pero en realidad tenía un punto liberador. Como si fueran pequeño su reducto de paz al que los embustes no llegan.

-Parece que a nuestro querido líder Jiang se le dan bastante bien los niños. -Comentó al cabo de otro par de sorbos de té silenciosos, sus ojos avellana siempre tan fijos como los de Lan XiChen en esa esbelta figura violeta que jugaba con Jin Ling-. Y que le gustan incluso.

-De hecho, lo hacen. -Corroboró ZeWu-Jun, permitiéndose él también una mirada casi deshecha cuando Jiang WanYin, en mitad de su jugueteo, de esa pequeña clase improvisada sobre cómo volar cometas, les regaló una sonrisa-. El otro día visité el Muelle del Loto. Estaba entrenando a sus nuevos discípulos. Te sorprendería lo mucho que le adoran.

-¿No llegaron hace apenas dos semanas?

-Sí. Y, al parecer, no se despegan de él desde entonces. Hablé un poco con ellos y dicen que sus clases son las mejores.

Jin GuangYao se permitió una risilla divertida. 

-Encantador. -Murmuró-. Nuestro querido líder Jiang sería un buen padre, ¿no crees, Er-ge? A veces me veo tentado a pensar que pasaría si pudiese llevar a nuestros hijos.

Aunque aquellos pensamientos no eran más que una fantasía (o no, quién sabe. Desde el nacimiento de YiLing Wei, cosas más raras se han visto en el mundo del cultivo) Lan XiChen sintió el escalofrío de un anhelo inconfesable recorrer su espina dorsal. Durante el efímero instante en el que volvió a mirar a Jiang Cheng, una sombra peligrosa le cruzó el rostro. Tragó saliva.

-Es imposible, A-Yao.

-Lo sé. -Sin embargo, la misma sombra oscurecía las delicadas facciones de su hermano jurado, el mismo deseo soterrado-. Solo estaba fantaseando.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora