18 - In the end

1.8K 255 89
                                    

Antes incluso del principio, hubo un comienzo.

Si Jiang Cheng sentía la penetrante mirada de Jin GuangYao en su nuca semi descubierta —que lo hacía, porque los instintos forjados en el campo de batalla no se pierden nunca— no dijo nada al respecto. Tampoco dijo nada ante cómo el perenne ceño fruncido de Nie MingJue parecía suavizarse un poco en su presencia, una diferencia de una arruga en la frente apenas perceptible para el común de los mortales, o ante cómo la encantadora sonrisa de Lan XiChen se hacía tan solo unos milímetros más ancha al ver sus túnicas violetas revolotear entre el opulento dorado de la Torre Koi, un relámpago revoloteando entre jarrones de porcelana y ornamentos irrelevantes. De dichos gestos no alcanzó a percatarse. No del todo, aunque sabía que los tres venerables últimamente le observaban con más interés en cada reunión en la que coincidían desde hacía uno o dos meses. Si lo hubiera hecho, si hubiera estado un poco más atento, quizá las atenciones que recibiría en unas horas por parte de los tres reputados miembros de la Venerable Tríada le habrían resultado un poco menos... bueno, menos sorprendentes, que no menos placenteras. 

Siempre le resultarían placenteras. Adictivas incluso, porque una vez que se encontrase con sus bocas nunca más sería capaz de despegarse de ellas. Estaba a pocas horas de aprenderlo por primera vez a base de caricias y besos.

Aunque le parecía un poco raro que el recién ascendido a cultivador jefe lo mirase con tanta intensidad estos días, Jiang WanYin optó por obviarlo y continuar su camino como si no pasara nada. No tenía mucho tiempo libre antes de que las tediosas reuniones de la Conferencia de Discusión que Lanling Jin hospedaba diesen comienzo y, para su desgracia, aquel día no les esperaba ninguna competición amistosa entre las sectas que pudiese aligerar el hastío. Solo burocracia barata, conversaciones de esas que no llevan a ninguna parte y politiqueos sin sentido. Desde antes del fallecimiento de Jin GuangShan, esa había sido la hoja de ruta habitual. Pero claro, con su muerte en extrañas circunstancias los juegos de poder estaban más a la orden del día que nunca, y a él le interesaban menos que nunca. Que esta secta afiliada a los Jin quisiera más terrenos de caza o que aquella demandase una torre de observación nueva no era su problema, aunque le deseaba suerte con ello a su cuñado. Entre eso y las cuentas fraudulentas, Jin GuangShan no les había dejado un panorama ni fácil ni claro. 

El joven líder del loto contuvo un gruñido. La parte política del trabajo se le hacía insufrible, pero no había manera de librarse de ella. No si pretendía seguir siendo un líder de secta digno en vez de una especie de copia barata del susodicho Jin GuangShan con mucha menos vida sexual. O sin vida sexual, directamente, porque todavía no tenía de eso.

No tardaría en conseguir una, de todas formas, de lo más interesante. Y envidiable. 

A no demasiada distancia hacia el final de aquel patio, envueltos los dos en túnicas negras, Wei WuXian le hizo una seña con el brazo para que se acercase a él y a su marido. Poniendo los ojos en blanco, el líder Jiang cedió y avanzó en dirección a la parejita más polémica del mundo del cultivo. No solo por la reciente fundación de YiLing Wei, el divertido escándalo que fue su boda en los Túmulos Funerarios (y que, por suerte para todos los invitados y residentes, acabó sin víctimas) o el hecho de que el ex segundo jade de Gusu Lan ahora fuese un manga cortada que gestionaba la parte no demoníaca de la secta de su esposo. En general, resultaban controvertidos por su comportamiento desvergonzado y su amor sin filtros. Nadie se esperaba lo sobreprotector que HanGuang-Jun podía llegar a ser con su esposo... ni lo descarado. Porque todos recordaban la oscuridad y el peligro que destilaba el infame Patriarca YiLing por los cuatro costados, las amenazas que solían cumplirse y lo de confraternizar con cadáveres feroces día sí y día también. En nada se parecía esa reciente imagen a la radiante sonrisa que ahora esbozaba, la que Jiang Cheng recordaba de sus días de adolescencia. Desde que permitió a Lan WangJi entrar en su vida —y más tarde desde que se casó con él— Wei WuXian había cambiado. O... no, eso no sería del todo correcto. Había vuelto a ser el que era antes de que todo se torciera, antes de la Campaña para Derribar al Sol y el asedio al Muelle del Loto. Había vuelto a ser ese muchacho radiante y sonriente, solo un poco más maduro y con unas cuantas responsabilidades nuevas en forma de las vidas que ahora tenía a su cargo. Todo gracias al medio núcleo dorado de su esposo que latía en su interior, aunque eso Jiang Cheng no lo sabía. Jiang Cheng solo sabía que, en algún punto del camino, había podido recuperar a su hermano y, aunque solo se lo dijo en voz alta una vez, agradecía profundamente a Lan WangJi por ello. Por eso, permitiéndose solo una media sonrisa, avanzó hacia la pareja dispuesto a dejarse llevar por las interminables charlas de su shixiong. Así, ignoró el picor en la espalda y la sensación de sentirse observado.

Us [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora